Por Gary Isbell
Los osos polares solían dominar los debates sobre el clima, y sus imágenes aparecían por todas partes. Escenas falsas de osos polares en un zoo, no en el Ártico, aparecieron en la dramática película de Al Gore de 2006, “Una verdad incómoda” (en inglés aquí). Se nos dijo que los osos estaban “en vías de extinción”.
Hoy ya no los encontramos en carteles, camisetas, anuncios, cartones de leche ni titulares. En la década de 2010, la atención se desvió de los osos polares.
Tras años de tergiversaciones flagrantes, las poblaciones mundiales de osos polares habían aumentado considerablemente. De una estimación de 12.000 osos a finales de los años sesenta, ahora hay casi el triple, con algo más de 32.000 en 2023. Los ecoalarmistas leyeron las noticias y arrojaron a los osos polares bajo la alfombra.
No es el único caso. En un artículo publicado en el Wall Street Journal, el autor Bjorn Lomborg señala una tendencia en las dos últimas décadas. Los alarmistas climáticos pronostican “catástrofes climáticas”. Pero cuando las “predicciones climáticas” no se materializan, las abandonan en silencio cuando la verdad expone su farsa.
Por ejemplo, los activistas se preocuparon en su día por la Gran Barrera de Coral de Australia, alegando que “estaba muriendo” debido “al aumento de la temperatura del mar”. Sin embargo, en 2012 había una cobertura de coral récord. Los medios de comunicación habían hecho sensacionalismo sobre el “declive del arrecife”, pronosticando una nueva reducción del 50% de la cobertura de coral para 2022, lo que incluso provocó un “obituario” de The Guardian en 2014.
Sin embargo, los datos recientes pintan una historia totalmente distinta. La Gran Barrera de Coral ha visto aumentar su cobertura coralina en los últimos tres años, alcanzando un nuevo récord en 2024. Sin embargo, los ecoalarmistas no se hacen eco de las buenas noticias, sino que se apresuran a inventar la próxima crisis.
La nueva “catástrofe” pronosticada fueron las predicciones sobre el hundimiento de las islas Maldivas. Estas islas bajas del océano Índico se enfrentaban supuestamente a “una amenaza inminente de desaparición debido a la subida del nivel del mar provocada por el cambio climático”.
Sin embargo, estudios recientes indican que las Maldivas no sólo han sobrevivido, sino que han aumentado su masa continental en las últimas décadas. Esta inesperada resistencia se atribuye principalmente a procesos naturales como la deposición de sedimentos y el crecimiento de arrecifes de coral, que permiten a las islas adaptarse e incluso prosperar a pesar de los cambios medioambientales.
La última crisis que no puede desaprovecharse son “las olas de calor asesinas”, sensacionalizadas como la nueva historia de terror climática. El presidente Biden declaró que el calor extremo es la principal causa de muerte relacionada con el clima en Estados Unidos.
Pero en realidad, las muertes relacionadas con el frío superan en veinte veces a las relacionadas con el calor, según un estudio sobre la Carga Global de Enfermedades (en inglés aquí). La investigación reveló que del 7,7 por ciento de muertes relacionadas con la temperatura, el 7,3 por ciento estaban vinculadas al frío, mientras que el 0,4 por ciento estaban relacionadas con el calor.
Incluso con el aumento de las temperaturas, las muertes por calor extremo estandarizadas por edad han disminuido casi un 10% en EE.UU. debido al aumento de la prosperidad, que permite un mejor acceso a tecnologías que salvan vidas, como los aires acondicionados eléctricos.
Sin embargo, esta dramática representación de las “olas de calor extremo” en los medios de comunicación suele dar lugar a decisiones políticas distorsionadas. Ya se trate de calor o de frío, la energía asequible es una solución práctica para prevenir las muertes relacionadas con la temperatura. Los ecologistas ponen obstáculos al desarrollo de energías limpias en nombre del “cambio climático”. Se oponen a proyectos energéticos, como los sistemas geotérmicos mejorados (EGS) y la energía nuclear, que ayudan a los seres humanos a adaptarse a los cambiantes patrones climáticos con energía asequible.
Pronto, el calor extremo se unirá a las demás causas desechadas. La verdadera amenaza para la humanidad no es el calor extremo, sino el ecologismo extremo.
Cada año se gastan más de 2 billones de dólares en “políticas climáticas” en todo el mundo. Es hora de reevaluar el actual enfoque alarmista y dar prioridad a soluciones sostenibles que beneficien tanto a las personas como al planeta.
Las tácticas del miedo dejan a todo el mundo confundido, angustiado y desanimado. El miedo conduce a malas decisiones políticas que sólo consiguen frustrar aún más al público. Por otra parte, la narrativa siempre cambiante de los “desastres” han socavado gravemente la confianza del público.
Es hora de “seguir la ciencia real” y no las noticias falsas. La verdadera historia es que los osos polares están vivos y viven felices en corrientes de hielo que “no deberían estar allí”.
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