Un compendio para ayudar a los enemigos de la Iglesia a continuar su obra de destrucción y muerte.
El sitio francés Paix Liturgique ha publicado una lista llamada “Cincuenta razones del Dicasterio del Culto Divino para prohibir la Misa Tradicional”. Seguramente será de gran utilidad para los enemigos de la Iglesia al resumirles brevemente las cincuenta razones para anatematizar la Liturgia Tradicional, por supuesto “en buena fe sinodal” y “en la caridad de Cristo”.
Primera razón: Puesto que el diálogo es la clave para vivir “en la Iglesia” desde hace medio siglo, y puesto que la Misa Tradicional no tiene el carácter dialogador de la misa actual, y su rito no permite las sorpresas del Espíritu, tan frecuentes en esta nueva primavera de la Iglesia, ¡que sea anatema la Misa Tradicional no dialogante!
Segunda razón: No conviene que las nuevas generaciones se radicalicen en la verdad, porque el mundo moderno espera personas más tolerantes, flexibles y fluidas que dogmáticas; preferiblemente de pensamiento débil que de convicciones inflexibles. ¡Que la verdad sea anatema!
Tercera razón: El latín es una lengua extranjera como el turco o el mandarín. Está muerta y no tiene nada que ver con nuestro mundo, que podría preferir el esperanto o el inglés. ¡Que el latín sea anatema!
Cuarta razón: El sacerdote da la espalda a los fieles, a pesar de que son los principales protagonistas de la Eucaristía. El altar es importante, pero el pueblo tiene derechos. ¡Que la Misa de cara a Dios sea anatema!
Quinta razón: Desde el principio, el sacerdote dice cosas que molestan a los fieles, como Iúdica me, Deus [Júzgame, oh Dios], porque en la catequesis que se da hoy se afirma positivamente que Dios no juzga, sino que salva “a todos, a todos, a todos” (excepto a los rígidos como monseñor Carlo Maria Viganò). ¡La afirmación de que Dios juzga a los hombres sea anatema!
Sexta razón: Hay que rechazar la Misa Tradicional por incluir oraciones como in electórum tuórum iúbeas grege numerári, “manda que me cuenten entre los elegidos”, porque en realidad son elegidos “todos, todos, todos” (excepto los rígidos como Monseñor Carlo Maria Viganò). ¡Que sean anatema las palabras que implican que no todos se salvan!
Séptima razón: Acostumbrados como estamos hoy a bellas canciones modernas (pon como ejemplo cualquiera de las cancioncillas tontas del novus ordo actual), los jóvenes ya no quieren volver al Anima Christi, al Puer nátus in Bethleem o al Christus vincit, Christus regnat Christus imperat. Los cantos gregorianos, aunque crean una venerable atmósfera de misterio y unción, no se entienden y es mejor recurrir a melodías suaves y agradables en lengua vernácula. Una espiga dorada por el sol es mejor para los jóvenes que el clásico himno eucarístico: Adóre te devóte, latens Déitas. ¡Que los himnos latinos sean anatema!
Octava razón: Esos silencios, tan frecuentes en la Misa Tradicional, molestan a los fieles; a Dios le gusta que digamos/hagamos cosas sin parar. Es mejor una vida activa que una contemplativa, a pesar de lo que el Señor propuso a Marta... pero eso fue en otro tiempo. ¡Que los silencios de la Misa antigua sean anatema!
Novena razón: En particular, el silencio sepulcral del sacerdote durante el canon romano, seguido del murmullo de las palabras de consagración con una profunda inclinación hacia el altar, es incomprensible (aunque defendido por ciertos nostálgicos como introducción de los fieles a un misterio impenetrable y sublime). ¡Que el silencio del canon sea anatema!
Décima razón: No conviene a los cristianos de fe madura arrodillarse ni comulgar de rodillas, y menos aún a los jóvenes. Dios quiere que nos pongamos de pie y nos dirijamos a Él como iguales en una fe madura. Por razones de fe, ¡arrodillarse sea anatema!
Undécima razón: Leer el prólogo del Evangelio según San Juan -y en latín- después de la bendición es excesivo para los jóvenes que quieren aprovechar su tiempo libre los domingos. ¡Que el último Evangelio sea anatema!
Duodécima razón: También el rezo de tres Avemarías -y en latín y de rodillas- después de la Misa baja. ¡Que las oraciones de León XIII sean anatema!
Decimotercera razón: Lo mismo vale para el rezo de la Salve Regina -en latín y de rodillas- después de las tres Ave Marías. ¡Que la Salve Regina después de la Misa sea anatema!
Decimocuarta razón: Añádase igualmente la oración a San Miguel -en latín y de rodillas- después de la Salve Regina. ¡Que la oración a San Miguel sea anatema!
Decimoquinta razón: No tiene sentido invocar a San Miguel después de la bendición, porque nuestro mundo nunca ha estado tan libre de la presencia del demonio (si es que existe) como hoy. De hecho, los teólogos más prestigiosos (e incluso el Prepositor General de la Compañía de Jesús) tienen claro que Satanás no es un ser real. ¡Que creer en la existencia del diablo sea anatema!
Decimosexta razón: Existe un gran riesgo de dañar las rodillas de los fieles que se arrodillan tanto. Por razones médicas, ¡Que arrodillarse sea anatema!
Decimoséptima razón: No cabe duda de que la sustitución del órgano por la guitarra en la misa ha contribuido decisivamente al rejuvenecimiento de los fieles. ¡Deo gratias para la guitarra y anatema para el órgano!
Decimoctava razón: El ofertorio de la Misa Tradicional es largo, se parece a una plegaria eucarística y, sobre todo, suena demasiado sacrificial (algo incomprensible en el siglo XXI). Sencillez ante todo. Es más apropiado y ecuménico leer en voz alta la oración/bendición del novus ordo, aunque sea más hebrea y protestante que católica. ¡Que el ofertorio tradicional sea anatema!
Decimonovena razón: El Confiteor se recita dos veces, lo cual es cruel porque recuerda continuamente a los fieles que son pecadores. ¡Que el Confiteor sea anatema!
Vigésima razón: El canon romano, además de ser demasiado largo, privilegia a los mártires romanos mediante un localismo inadmisible y parece excluir a los hombres de hoy. ¡Que el privilegio de los santos en el canon se anatema!
Vigésimo primer motivo: En la Misa Tradicional, el sacerdote pronuncia palabras extrañas como atque ab ætérna damnatióne nos éripi [sálvanos de la condenación eterna]. Pero, ¿no habíamos quedado en que “todos, todos, todos” se salvan (salvo los rígidos como monseñor Carlo Maria Viganò)? ¡Que las palabras sobre la condenación eterna sean anatema!
Vigésimo segunda razón: En el rezo del Padre Nuestro, por puro clericalismo, sólo el sacerdote habla en voz alta, impidiendo a los fieles expresarse. ¡Que el rezo del Padre Nuestro por el sacerdote solo sea anatema!
Vigésimo tercera razón: En el Pater noster de la Misa Tradicional, cuando decimos Sed libera nos a malo, entendemos que estamos pidiendo al Señor que nos libre del “Maligno”, pero antes de hacerlo ya hemos señalado que, como dicen los teólogos modernos (y el Prefecto General de la Compañía de Jesús), el Diablo es un puro símbolo. ¡Creer en el Maligno sea anatema!
Vigésimo cuarta razón: Es preferible aceptar que Jesús está espiritualmente presente en la asamblea porque son muchos los reunidos en su nombre, que asumir un misterio tan grande e incomprensible -y que divide a los cristianos- como la transubstanciación. El ecumenismo está por encima de todo. ¡La creencia en la transubstanciación sea anatema!
Vigesimoquinta razón: El fiel católico sabe perfectamente que si un papa ha impuesto la nueva misa y derogado la antigua, es porque los papas nunca se equivocan, como ha demostrado incontrovertiblemente la historia de la Iglesia desde San Pedro. La afirmación de que un papa puede deshacer lo que otro ha hecho en nombre de la fe ¡es anatema!
Vigesimosexta razón: Y lo mismo vale para los teólogos: no cabe duda de que la voluntad expresa de Karl Rahner dio a la Misa la estructura del culto actual y el ecumenismo revelado, de modo que incluso los más rígidos (como el recientemente excomulgado arzobispo Carlo Maria Viganò) reconocen que la decisión final corresponde al pontífice. ¡Que la duda sobre la superioridad de los teólogos modernos sea anatema!
Vigésimo séptima razón: La Misa Mayor Tradicional es casi totalmente cantada, lo que resulta aburrido para los fieles. ¡Que la Misa cantada Tradicional sea anatema!
Vigésimo octava razón: Porque las lecturas de la Misa Tradicional son a menudo oscuras, escritas en un latín que no tiene nada que ver con nuestra cultura y nuestro mundo, sería más prudente seguir a la Iglesia de hoy y leer los textos de los Evangelios en voz alta, en lengua vernácula y, si es posible, en versiones adaptadas a los hombres de hoy. ¡Que la lengua vernácula obligatoria de las lecturas sea aceptada por todos!
Vigésimo novena razón: Los jóvenes ya no quieren celebraciones solemnes. Quieren misas alegres, casi festivas, momentos de comunidad. ¡Fomentemos las misas alegres y fraternales!
Trigésima razón: Cuando los jóvenes se postran y adoran al Santísimo Sacramento durante una misa, se crea un ambiente de sacralidad, de vértigo, casi de veneración. Es más prudente permanecer de pie, no arrodillarse, comulgar de pie y volver inmediatamente a su sitio para dejar paso a los demás. ¡Que se fomente la práctica de comulgar de pie!
Trigésima primera razón: No es aconsejable involucrar a los jóvenes en el ritual del incienso, pues recuerda demasiado a las fumigaciones a las que ya están acostumbrados y que no dejan lugar al misterio y a la adoración. ¡Que el incienso sea anatema!
Trigésimo segunda razón: Es imposible inculcar a los jóvenes el significado profundo y esencial de los colores litúrgicos (blanco, rojo, verde, violeta, negro); es mucho más sencillo decir que los ornamentos litúrgicos deben ser del color más apropiado para la estación, el tipo o el estilo de la comunidad. ¡Que los colores litúrgicos sean anatema!
Trigésimo tercera razón: Los jóvenes no entienden por qué tienen que arrodillarse durante el último Evangelio, cuando se menciona el misterio de la Encarnación - et Verbum caro factum est. Un misterio difícil, como tantos misterios de nuestra fe. ¡Que se fomente la práctica de permanecer de pie!
Trigésimo cuarta razón: Los jóvenes católicos quieren una Misa que celebre la fe comunitaria, en la que el pueblo de Dios participe activamente y no pasivamente. La (antigua) Misa tridentina no fomenta esta comunión participativa activa. ¡Que la antigua Misa antiparticipativa sea anatema!
Trigésima quinta razón: Los jóvenes quieren estar en contacto directo con el sacerdote. La Misa Tradicional, con su altar orientado hacia el Este y su sacerdote que parece aislarse, no favorece este tipo de contacto. ¡Que la misa de espaldas a los fieles sea anatema!
Trigésima sexta razón: Los jóvenes quieren que la Iglesia sea acogedora e integradora. La Misa Tradicional, con sus oraciones y gestos antiguos, excluye a quienes no están familiarizados con ella. ¡Que el rito antiguo que no es inclusivo sea anatema!
Trigésimo séptima razón: La liturgia debe ser accesible a todos, incluidos los jóvenes que no han recibido una formación teológica profunda. La Misa Tradicional es demasiado compleja o lejana para ellos. ¡Que el antiguo rito incomprensible sea anatema!
Trigésima octava razón: La liturgia moderna permite una mayor flexibilidad y adaptación a las culturas locales. La Misa Tradicional es demasiado uniforme y no respeta suficientemente las legítimas costumbres locales. ¡Que el rito antiguo, demasiado rígido, sea anatema!
Trigésima novena razón: La Iglesia de hoy valora la sencillez y la claridad en la liturgia. La Misa Tradicional, con sus muchas oraciones y rituales, es demasiado compleja o pesada para los jóvenes. ¡Que este rito demasiado complejo sea anatema!
Cuadragésima razón: Los jóvenes quieren una liturgia que hable directamente a su experiencia cotidiana y espiritual. La Misa Tradicional, aunque rica en símbolos, está desconectada de su realidad. ¡Que este rito antiguo, demasiado simbólico, sea anatema!
Cuadragésimo primera razón: La liturgia moderna hace hincapié en la participación activa de los fieles. La Misa Tradicional, centrada en el sacerdote y en lo sagrado, es demasiado distante para los jóvenes que quieren participar más. ¡Que el rito demasiado distante sea anatema!
Cuadragésimo segunda razón: La Iglesia actual fomenta una liturgia que favorece la comunidad y la fraternidad. La Misa Tradicional, con su énfasis en lo sagrado y lo misterioso, ya no está centrada en la comunidad. Anatema para el rito antiguo, ¡que no es suficientemente comunitario!
Cuadragésimo tercera razón: La liturgia moderna permite una mayor variedad de músicas y estilos, que pueden resultar más atractivos para los jóvenes. La Misa Tradicional, con su canto gregoriano y sus himnos en latín, les resulta monótona o menos atractiva. ¡Que el rito antiguo, demasiado monótono, sea anatema!
Cuadragésimo cuarta razón: Los jóvenes valoran una liturgia que refleje su compromiso con la justicia social y la ecología. La Misa Tradicional puede parecer demasiado centrada en lo sagrado y menos preocupada por las cuestiones sociales y medioambientales. ¡Que el rito poco comprometido socialmente sea anatema!
Cuadragésimo quinta razón: La liturgia moderna permite una mayor adaptación a los cambios culturales y sociales. La Misa Tradicional, arraigada en una forma antigua de liturgia, es demasiado rígida o inmutable para los jóvenes. ¡Que el antiguo rito inmutable sea anatema!
Cuadragésima sexta razón: La Iglesia actual quiere dialogar con el mundo moderno y abrirse al diálogo interreligioso. La Misa Tradicional, con su carácter más cerrado y tradicional, no está en fase con esta apertura a otras creencias. ¡Que sea anatema el rito antiguo que no se abre al diálogo interreligioso!
Cuadragésimo séptima razón: La liturgia moderna pretende eliminar las barreras entre lo sagrado y lo profano. La Misa Tradicional, con su énfasis en lo sagrado y lo misterioso, refuerza estas distinciones para los jóvenes que prefieren un enfoque más integrado de la espiritualidad. ¡Que el antiguo rito que erige barreras sea anatema!
Cuadragésimo octava razón: Los jóvenes aprecian una liturgia que les implique emocional y espiritualmente. La Misa Tradicional carece de expresiones espontáneas como abrazos y aplausos. ¡Que el antiguo rito, poco emocional, sea anatema!
Cuadragésimo novena razón: La liturgia moderna fomenta un acercamiento más inclusivo y accesible a la fe. La Misa Tradicional, aunque preciosa para algunos fieles, está excluida de los fieles que no conocen a Cristo. ¡Que sea anatema el rito antiguo que no es accesible a los que no conocen a Cristo!
Quincuagésima razón: La liturgia moderna pretende hacer la fe católica más pertinente para los hombres de hoy. La Misa Tradicional es demasiado fija e inflexible. ¡Que el rito antiguo, demasiado fijo, sea anatema!
Al leer estas 50 razones, todas ellas tan sinceras como genuinas, cualquier católico de buena fe, cualquier hombre de buena voluntad, no puede sino inclinarse ante quienes trabajan con celo sin límites para intentar acabar con una Misa que ha causado tanto daño a las almas y a la Iglesia durante tantos siglos...
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