lunes, 7 de octubre de 2019

AQUELLOS DIAS QUE IMPACTARON RAYOS EN LA CÚPULA DE SAN PEDRO


Que en este mes dedicado a María, los hijos de la Iglesia hagan uso de la humilde aunque poderosa arma que es el Rosario, mientras el Navío de Pedro continúa batallando sobre las olas de la historia.

Por Diane Montagne



Roma tembló la mañana del 7 de octubre de 2016 cuando un gigantesco rayo cayó sobre la cúpula de la basílica de San Pedro. El golpe llegó en el día de Nuestra Señora del Rosario, una celebración cuyos orígenes se encuentran no sólo en una humilde oración, sino también en una batalla histórica.

El rayo golpeó la cúpula de San Pedro del Vaticano aproximadamente a las 9:20 a.m., debido al paso de una fuerte tormenta por Roma. La policía vaticana confirmó la caída del rayo. No se informaron de daños.

Aquellos cercanos al Vaticano sintieron la sacudida del rayo, desde la guardia suiza hasta los propietarios de los negocios locales.

“Estaba en la ducha y escuché un estallido ensordecedor que duró unos cuantos segundos y pareció que lo sacudía todo. Sabía que había tormenta, pero sonó más como un terremoto que como un trueno”, contó un residente cercano a San Pedro.

Un italiano propietario de un café-bar local añadió: “Todo tembló. Lo pude sentir en mis pulmones. Fue como si el aire se hubiera suspendido por un momento”.

Un rayo cae sobre la cúpula de San Pedro en el Vaticano el 11 de febrero de 2013

El rayo de la mañana del 7 de octubre recuerda a aquel otro “rayo inesperado” que cayó sobre San Pedro el 11 de febrero de 2013 —festividad de Nuestra Señora de Lourdespocas horas después de que el papa Benedicto XVI impactara al Vaticano con el anuncio de su dimisión de la oficina papal.

Este último rayo cayó también en una festividad mariana: Nuestra Señora del Rosario.

Denominada originalmente Nuestra Señora de la Victoria, la fiesta se instituyó por obra del papa san Pío V en honor de la Santísima Virgen María por la victoria cristiana sobre los turcos en la batalla de Lepanto.

El padre Steve Grunow, en el sitio web Word on Fire fundado por el obispo Robert Barron, describe los orígenes de esta festividad de la siguiente forma:

El 7 de octubre de 1571, una flota de navíos, reunida con las fuerzas combinadas de Nápoles, Cerdeña, Venecia, el Papado, Génova, Saboya y los Caballeros Hospitalarios, luchó en una intensa batalla contra la flota del Imperio otomano. La batalla tuvo lugar en el golfo de Patras, en el oeste de Grecia. Aunque eran superados en número por las fuerzas otomanas, la denominada “Liga Santa” poseía una fuerza de fuego superior y resultaría triunfadora. Esta victoria limitaría seriamente los intentos del Imperio otomano por controlar el Mediterráneo, lo que causó un giro radical en las relaciones internacionales entre Oriente y Occidente. En ciertos aspectos, y no deseo que esta declaración se exagere, el mundo que conocemos vino a definirse con esta victoria. El evento es conocido en la historia como la “Batalla de Lepanto”.

La Batalla de Lepanto
El papa Pío V, cuyo tesoro había financiado parte de esta empresa militar, ordenó a las iglesias de Roma que abrieran día y noche para la oración, animando así a los fieles a pedir por la intercesión de la Santísima Virgen María a través del rezo del Rosario. Cuando la victoria de la Liga Santa llegó a oídos del papa Pío, decidió añadir una nueva festividad al Calendario Litúrgico Romano. El 7 de octubre pasaría a ser a partir de entonces la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria. El sucesor del papa Pío, Gregorio XIII, cambiaría el nombre de este día a fiesta del Santo Rosario.

Los biógrafos también informan de que, tras el fin de la Batalla de Lepanto, el papa Pío V se levantó en dirección a una ventana, desde donde permaneció oteando el este. Luego, girándose, exclamó “¡La flota cristiana ha salido victoriosa!”, y lloró con lágrimas de agradecimiento.

Fresco del papa dominico, san Pío V, rezando el Rosario durante la Batalla de Lepanto

Que 
en este mes dedicado a María, los hijos de la Iglesia hagan uso de la humilde aunque poderosa arma que es el Rosario, mientras el Navío de Pedro continúa batallando sobre las olas de la historia.


Fotos: Filippo Monteforte


Aleteia

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