jueves, 30 de mayo de 2024

TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

Muchos motivos tuvo Jesús para llamar a los Apóstoles, pues los hombres decían que Jesús era Elías, o Jeremías, o alguno de los profetas.


VI

TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

1. Promesa de Jesús. Jesús había predicho a sus discípulos su Pasión Muerte y Resurrección; también les había hablado de la necesidad de seguirle, llevando la cruz, y había terminado con estas palabras: “En verdad os digo que aquí hay algunos que no han de morir antes que vean al hijo del hombre aparecer en el resplandor de su reino” (Mat. 17, 28). Seis días después cumplió su promesa, haciendo ver a Pedro, Santiago y Juan un rayo de aquella gloria con lo que vendrá al fin del mundo.

Cumplimiento en la transfiguración. Jesucristo, que, desde el primer instante de su concepción, impidió que la gloria de su alma apareciese en su cuerpo pasible, reveló en la Transfiguración, aunque transitoriamente, la claridad de su alma, comunicándosela al cuerpo, a la manera que el sol, iluminando el espacio, sumerge en un mar de luz a la atmósfera y a toda la tierra.

Cuatro cosas notables nos ofrece la Transfiguración: la aparición de Moisés y Elías, la nube luminosa que envolvió a los tres Apóstoles, la voz del Padre Eterno y el repentino cese de la visión sobrenatural.

2. Fines de la Transfiguración. Jesús quiso aparecer transfigurado, para mostrar a los hombres su gloria, y para excitar en ellos el deseo de experimentar idéntica Transfiguración. Serán elevados a la gloria de Jesucristo, no solo los que vivieron después de Él, sino también los que le precedieron. Convenía, por lo tanto, que la transfiguración fuese testificada no sólo por los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, sino también por Moisés y Elías que vivieron antes de Jesús.

Asimismo es de notar que, “Jesús no invitó a ninguno de los escribas y fariseos, que siempre le exigían una señal en el cielo, sino que llamó a los Apóstoles, y para confirmarlos en la fe, hizo que apareciesen Moisés y Elías” (San Jerón.)

Por qué fueron llamados los apóstoles. Muchos motivos tuvo Jesús para llamar a los Apóstoles, pues los hombres decían que Jesús era Elías, o Jeremías, o alguno de los profetas. Para destruir esta hipótesis, aparecen en su presencia Moisés y Elías, éste, el gran celador de la gloria de Dios, aquél, el célebre legislador del Antiguo Testamento. Moisés y Elías, más que ningún otro, estaban en condiciones de deshacer la calumnia, levantada contra Jesús, de que era transgresor y despreciador de la ley y usurpador de la gloria divina. Jesús llama a Moisés, que había muerto, y a Elías, que aún vivía, para mostrar que es juez de vivos y muertos.

Elección de Pedro, Santiago y Juan. De entre los doce Apóstoles, solo Pedro, Santiago y Juan acompañaron a Jesús al monte Tabor, no porque fueran los más íntimos de Jesús, sino porque poseían cualidades y méritos que los elevaban por encima de los demás Apóstoles. Pedro había dado pruebas indudables de su amor al Maestro. Juan gozaba de particular estima por parte de Jesús, a causa de su pureza angelical y de su doctrina evangélica. Santiago estaba predestinado para hacer entre los Apóstoles el primero en dar su vida por Jesucristo.

Prohibición. Jesús prohibió a estos tres elegidos que contaran aquella visión, antes de que él resucitara. Jesucristo quería evitar, sin duda, el escándalo que en espíritus débiles pudiera causar la subsiguiente Pasión y Muerte. Hubiera podido también acontecer que el pueblo, convencido de su misión divina, resistiese con energía a los sacerdotes y fariseos, frustrando con su oposición el plan divino de la redención del mundo.

3. Divinidad y Trinidad. En la Transfiguración, lo mismo que en el Bautismo, el Eterno Padre manifiesta solemnemente la eterna afiliación del Verbo Divino. En la Transfiguración, al igual que en el Bautismo, se muestra la obra de la Santísima Trinidad. En el Bautismo del Hijo Encarnado, aparece el Espíritu Santo en forma de paloma, y se oye la voz del Padre. En la Transfiguración, se oye también la voz del Padre, aparece el Hijo en su humanidad, y el Espíritu Santo en figura de una nube blanca. Análoga a la afiliación natural del Verbo es nuestra adopción como hijos de Dios. Esta semejanza y conformidad con la naturaleza divina la obtenemos de un modo imperfecto acá en la tierra por la gracia, y de un modo perfecto en el cielo. “Carísimos, nosotros somos ya ahora hijos de Dios; más lo que seremos algún día no aparece aún. Sabemos sí que cuando se manifestara claramente Jesucristo, seremos semejantes a Él en la gloria, porque le veremos como Él es” (I Juan 3: 2).

Significaciones. El Bautismo de Jesús significa nuestro bautismo, el misterio de nuestra regeneración por medio de la gracia, bien simbolizada en las sencillez de la paloma. En la Transfiguración de Jesús significa el misterio de nuestra segunda regeneración por medio de la gloria, cuando Dios nos conceda aquella claridad inmortal, que excede a todo sentido y facultad humana; aquella claridad que hizo caer a los Apóstoles en tierra, y que nuestra humana fragilidad no podría aguantar, si Jesucristo no nos ayudase y animase con estas palabras: “Nada temáis, levantaos” (Mat. 17: 7). “Como la claridad que despedía el cuerpo de Jesucristo representaba la futura claridad del cuerpo inmortal e impasible, así también la claridad de sus vestiduras simbolizaba la futura claridad de los santos, que no será superada sino por la gloria y magnificencia de Jesucristo, más refulgente y blanca que la nieve y el sol” (Sto. Tomás de Aquino).

BERTETTI




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