viernes, 6 de marzo de 2020

EL BRASIL DE BOLSONARO: MÁS EVANGÉLICOS Y MAS CATÓLICOS DEFRAUDADOS

Los evangélicos en Brasil hacen todo lo que la Iglesia hizo siempre, pero –a diferencia del actual “modo de predicar católico”– no sólo dan testimonio con “el ejemplo, sino que predican con la palabra; es decir, hacen proselitismo; no tienen miedo.

Por el P. Javier Olivera Ravasi, SE

Eligen gobernantes, extienden su presencia por todos los poderes del Estado, dirigen empresas, tratan enfermos, educan y se encuentran en el deporte, en la cultura, la música, etc.

Viven y trabajan en barrios ricos y pobres y hasta llegan a centenares de localidades desperdigadas por la Amazonia, sin tener que rendir culto a la Pachamama.

Sus templos brotan de norte a sur, de este a oeste; tanto en territorios rurales como en áreas metropolitanas.

No, no son los católicos de la Edad Media, sino los evangélicos brasileños, es decir, los católicos defraudados de la Iglesia, hartos de la “teología de la liberación”, del progresismo y del “no proselitismo”.

Así lo señala el mismísimo diario Clarín en un reciente artículo.

“Crecemos porque predicamos, sin ninguna timidez y sin miedo. Predicamos en la calle, en la TV, en la radio. Predicamos para el vecino. Hablamos del amor de Dios para nuestros parientes… Cuando te conviertes a la fe evangélica, somos estimulados a cumplir el camino de Jesús, que dice ‘id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura’. Entonces predicamos, por eso el crecimiento vertiginoso del movimiento evangélico”, dijo el influyente pastor y diputado Marco Feliciano, interlocutor habitual del presidente Bolsonaro.

Se trata de un fenómeno que se cuadruplicó en los últimos 40 años.

A fines de los años ‘70, cuando el auge de los movimientos pentecostales tomó velocidad, la Iglesia católica estaba sacudida en América latina por la teología de la liberación y las llamadas comunidades eclesiales “de base”, que tenían como principio central la “opción preferencial por los pobres”, no por Cristo.

Y la gente se cansó de no escuchar hablar de Dios, sino de los “oprimidos”, los “marginados”, los “fuera del sistema”, los ricos vs. los pobres, etc.; estaba sedienta de Dios, no de Marx. Eran las épocas de los Helder Cámara, los Leonardo Boff, los Paulo Freire, etc.

Mientras los teólogos de la liberación católica hacían una “opción por los pobres”, los pobres hacían la opción por Cristo.

Así lo declara el mismísimo ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Ernesto Araújo:

Cuando la teología de la liberación apareció, más del 90% de los brasileños eran católicos. Hoy son 50% y cayendo. Los brasileños -principalmente los pobres- rechazaron su teo-marxismo y corrieron para las iglesias evangélicas, donde pueden alabar a Jesucristo”.

El avance evangélico también se verifica fuertemente en la política. En las elecciones del 2018 fueron electos 91 parlamentarios evangélicos, 13 más que en el 2014. Con esa elección, el número de legisladores evangélicos en la Cámara de Diputados pasó a 112 (21% de los 513 diputados), mientras que en la Cámara alta hay 15 senadores evangélicos, un 18,5% de los 81 miembros del cuerpo legislativo.

Un cuarto de siglo atrás, apenas 4% de los diputados eran evangélicos.

Hoy los templos protestantes ofrecen servicios de consuelo espiritual, adoración, lectura y enseñanza de la biblia y actividades sociales, de caridad y de recreación para niños, adolescentes y adultos. Hay también hospitales evangélicos, universidades evangélicas, colegios evangélicos, medios de comunicación evangélicos, editoriales evangélicas, productos alimenticios evangélicos y hasta moda evangélica.

“Somos millones de cristianos. Desde ricos hasta albañiles y empleadas domésticas. Estamos en todos lados. Llegamos donde el Estado no está. Trabajamos en presidios, con las familias de los presos, en orfanatos, tenemos casas de sopa, asilos para ancianos, albergues para mendigos, para mujeres en riesgo” contó Fernando Larini, pastor de la Iglesia Evangélica Cristiana Pentecostal, que funciona en el sureño estado de Rio Grande do Sul.

“Claro –se dirá–, pero son herejes, tienen una fe incompleta, predican la teología de la prosperidad y no están dentro de la Iglesia”, entre otras cosas.

Y es verdad pero, ¿cuántos católicos, incluso encumbrados y hasta en cargos jerárquicos, están dentro de la Iglesia sin estarlo? Porque "no todos los que están en la Ciudad de Dios son de la Ciudad de Dios", decía San Agustín.

Los evangélicos en Brasil hacen todo lo que la Iglesia hizo siempre, pero –a diferencia del actual “modo de predicar católico”– no sólo dan testimonio con “el ejemplo, sino que predican con la palabra; es decir, hacen proselitismo; no tienen miedo. Predican con parresía.

Dios quiera que aprendamos de una vez lo que hay que hacer para recuperar lo que hemos perdido.


P. Javier Olivera Ravasi, SE


Que no te la cuenten…


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