Exulta el órgano de la Archidiócesis de Madrid, Alfa y Omega, por boca de Juan Vicente Boo, del carácter de ‘líder mundial’ del papa Francisco según encuestas. Lo que no sabemos es por qué.
“Una vez más, la encuesta de valoración de líderes mundiales realizada anualmente por Gallup International sitúa en primer lugar al papa Francisco, seguido por Angela Merkel y Enmanuel Macron, los únicos que obtienen saldos positivos (opinión favorable menos opinión desfavorable) en esta época de descontento global”, escribe Boo.
Lo que plantea, realmente, dos preguntas distintas pero relacionadas: ¿qué es un líder? Y: ¿por qué es tan bueno que el papa sea un líder mundial?
‘Líder’ es una palabra, especialmente cuando se usa en casos como este, extraordinariamente vaga. En principio, literalmente, un líder es un guía, alguien que lleva a la gente en determinada dirección, que les hace adoptar -por imposición o persuasión- determinadas posturas. Y lo que tenemos aquí es una encuesta de popularidad. Ahora, imagino que incluso quienes la llaman un día sí y otro también “la Iglesia de Francisco” entienden que su legitimidad y exclusiva gloria es ser la Iglesia de Cristo. Y en las únicas elecciones a las que se presentó el Maestro, al único ‘concurso de popularidad’ al que fue expuesto, fracasó estrepitosamente. La gente prefirió a Barrabás por abrumadora mayoría.
Francisco ha sido elegido Vicario de Cristo, no ‘líder mundial’. Si, como papa, su carisma personal, su popularidad, lleva a la gente a la Iglesia, único medio de salvación dogmáticamente definido, será ‘líder’ en un sentido del que podríamos alegrarnos los fieles, aunque quizá la palabra adecuada aquí sería la de ‘pastor’. No parece ser el caso, a juzgar por esas aguafiestas, las malditas estadísticas.
También podría ser ‘líder’ en otro sentido, aunque ya no del mundo sino de la Iglesia, si fomenta la unidad y la cercanía a Cristo y la claridad en el depósito de la fe del que, al fin, es custodio.
Pero no parece que vayan por ahí los tiros, a juzgar por las palabras de Boo: “El mundo admira La alegría del Evangelio, Laudato si, o su defensa tenaz de los pueblos maltratados. Desde los rohinyá de Myanmar a los indígenas de la Amazonia”. Los cristianos perseguidos en China o en los países islámicos, imagino, no entran dentro de esta categoría.
Pero ser admirado no es ser un líder. Un escritor o un actor pueden ser admirados y no ser líderes en absoluto, es decir, no llevar a la gente en una dirección, no guiarla. Y esa gente que ha votado por Su Santidad, no parece haberlo hecho por la única razón por la que puede interesarnos a los católicos: porque es el Siervo de los Siervos de Dios.
El papa tiene una jurisdicción universal, pero no una misión generalista. Su misión específica es “confirmar a los hermanos en la fe” y gobernar la Iglesia, custodiando fielmente el depósito inalterable del mensaje cristiano. Lo demás son añadiduras sin relevancia alguna para el cristiano. Lo que piense el Santo Padre de economía, climatología y política migratoria es absolutamente irrelevante. Uno puede coincidir o puede oponerse a sus ideas: no entran dentro de su mandato, ni está en estos asuntos especialmente autorizado.
Pero es en estos aspectos en los que es ‘líder mundial’ en la encuesta que tanto alboroza a Boo. Si fuera en su seguimiento de Cristo, la situación de la Iglesia sería muy otra, y en vez de cerrar iglesias habría que levantar otras nuevas. Solo significa que cae especialmente bien a gente que no parece dispuesta a entrar dentro de su rebaño, algo que, en principio, no parece ser exactamente lo que se nos profetizó con las palabras de Cristo: “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí primero”.
InfoVaticana
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