miércoles, 31 de enero de 2024

31 DE ENERO: SAN JUAN BOSCO, FUNDADOR y CONF.


San Juan Bosco, Fundador y Confesor

(✝ 1888)

El ilustre Santo, en cuyo elogio, según palabras de Pío XI, es poco cuanto se diga, es un coloso de la naturaleza y de la gracia.

Fue criatura aureolada de múltiples reflejos y hecha de múltiples valores, de bondad generosa, de ingenio grande, de inteligencia clara, viva y perspicaz; de una voluntad gigante, indómita e indomable, que ni la inmensa cantidad de obras, ni el trabajo suyo extraordinario pudieron rendir jamás.

Nació en Castelnuovo de Asti (provincia de Turín, Italia) el 16 de agosto de 1815, en una modesta familia campesina.

Cuando contaba con tan solo dos años perdió a su padre. Educóle su madre Margarita Occhiena en el santo temor de Dios, consiguiendo muy pronto gran ascendiente entre sus compañeros de infancia. 

El establo donde Juan Bosco, cuando era niño, reunía a sus amiguitos vecinos para leerles

A la edad de nueve años, en un “sueño” profético, Dios le manifestó claramente su futura misión: la educación cristiana de la juventud. Y en “sueños” posteriores el Señor le fue precisando más y más el modo como había de llevar a feliz término su obra providencial.

Ingresó en el seminario, y ya ordenado sacerdote, dio comienzo en Turín a su misión con la obra de los “Oratorios festivos”, procurando atraer a los muchachos con diversos e instructivos entretenimientos. Pronto fundó un asilo-escuela, donde, recogiendo a los más pobres, les proporcionaba alimento, vestido, habitación, y un oficio o estudio.

Para perpetuar su labor fundó la Sociedad Salesiana. Ampliando el campo de acción, estableció talleres-escuelas de artes y oficios para la formación profesional de obreros y abrió escuelas e internados para alumnos de primera y segunda enseñanza.


Y para que el beneficio de la educación cristiana se extendiese también a las niñas, fundó otra congregación: el Instituto de las “Hijas de María Auxiliadora”, resultando al fin, dos providenciales congregaciones religiosas, que con la rapidez de la luz y del fuego, habían de lanzarse por el mundo entero acreditándose por doquier como educadores ideales de la niñez, merced al “método preventivo” y a la infusión en el alma juvenil de las más puras esencias evangélicas.



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