jueves, 25 de enero de 2024

25 DE ENERO: LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

Hoy el Santoral Tradicional recuerda la Conversión de San Pablo, uno de los grandes acontecimientos de la Iglesia primitiva.


La Conversión de San Pablo

(✝ 35)

La maravillosa conversión de San Pablo la hallamos escrita en el sagrado libro de los Hechos de los Apóstoles con estas palabras: 

“En aquel tiempo, respirando todavía Saulo amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al príncipe de los sacerdotes pidiéndole despachos para las sinagogas de Damasco, a fin de conducir presos a Jerusalén cuantos hombres y mujeres hallasen profesando la religión cristiana; pero yendo de camino, sucedió que cerca de Damasco, le rodeó una luz del cielo y cayendo en tierra, oyó una voz que decía: ¡Saulo! ¡Saulo! ¿por qué me persigues?. Y él preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues: dura cosa te es cocear contra el aguijón. Y Saulo, tembloroso y despavorido, volvió a preguntar: ¿Qué quieres que yo haga? -Levántate -le dijo el Señor- entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que has de hacer. Los ministros que le acompañaban estaban pasmados al oír la voz que le hablaba, sin ver la persona. Levantóse Saulo de la tierra, y aunque abría los ojos, nada veía; de suerte que, asido de la mano le introdujeron en Damasco, donde permaneció tres días sin vista, y sin comer ni beber. Hallábase a la sazón en aquella ciudad cierto discípulo llamado Ananías, a quién el Señor en revelación llamó por su nombre y respondiendo él: aquí estoy Señor; -Levántate- le dijo, y ve al barrio que llaman Recto y busca en casa de Judas a Saulo que se llama el tarsense. - Señor, respondió Ananías, he oído a muchos cuántos males ha causado este hombre a tus santos en Jerusalén, y que tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes para aprender a todos los que invocan tu nombre. Más el Señor le replicó: Ve, porque este es mi vaso de elección que ha de llevar mi nombre ante las naciones, los reyes y los hijos de Israel, y a quien seguramente mostraré cuanto le conviene padecer por mi nombre. Con esto fuese Ananías, entró en la casa donde estaba Saulo, e imponiéndole las manos, le dijo: Hermano Saulo, me ha enviado el Señor Jesús, qué te apareció en el camino por donde venías, a fin de que recobres la vista; y levantándose fue bautizado, después de lo cual comió y quedó confortado. Permaneciendo aún algunos días con los discípulos que había en Damasco, predicaba continuamente en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. Maravillábanse todos los que le oían diciendo: ¿Por ventura no es este el que perseguía en Jerusalén a los que invocaban el nombre cristiano, y vino aquí para llevar los presos a los príncipes de los sacerdotes? Pero Saulo predicaba aún con mayor fortaleza y confundía a los judíos que moraban en Damasco, afirmando que Jesús era el Cristo y Mesías esperado. (Act. Apost. Cap. IX).


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