Por Norman Fulkerson
Se está volviendo casi imposible encontrar un lugar tranquilo en nuestro mundo frenético. Sin embargo, aquellos que buscan refugio del ruido y la intemperancia todavía pueden encontrarlo. Solo necesitan saber dónde buscar.
Esto me quedó claro en un reciente viaje para visitar a amigos en Carolina del Norte. Tienen la bendición de tener una capilla de adoración en su parroquia local donde las personas pueden adorar a nuestro Señor verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento. Como de costumbre, pasé tiempo allí en oración, estudio y reflexión. El silencio era ensordecedor.
En esta ocasión, una mujer entró, se sentó, cerró los ojos y no hizo "nada". Mientras otros adoradores iban y venían, ella mantuvo una quietud parecida a la de una estatua. Se me ocurrió que ella estaba haciendo algo más que rezar. Su habilidad para permanecer quieta era sorprendente. Era como si estuviera bebiendo a nuestro Señor, respirando al Dios Todopoderoso.
Esta escena me impresionó tanto que ocupó mis pensamientos cuando más tarde conduje a un restaurante cercano que es conocido por su cocina casera y local. Al entrar, fui recibido por esta misma mujer, convertida en una anfitriona sonriente en medio del ineludible ruido de la música ensordecedora.
¡Qué marcado contraste con lo que acababa de presenciar en la capilla!
Le pregunté amablemente al gerente si podía bajar el ruido. Si bien a regañadientes cumplió, noté a dos caballeros sentados en la mesa de al lado que parecían tener unos ochenta años. No habían crecido con el tipo de música que se estaba reproduciendo.
La capacidad de los octogenarios para coexistir con tal "música" nunca deja de sorprenderme. El mundo ha cambiado radicalmente durante sus vidas, pero las necesidades humanas básicas siguen siendo las mismas. Tenemos almas inmortales y racionales que requieren al menos un poco de calma para asimilar innumerables impresiones diarias. Sin embargo, las personas de todas las edades se adaptan a un mundo cambiante en lugar de buscar estas necesidades humanas. En el caso de los señores ancianos, aceptaron cosas que habrían condenado en su juventud.
Ahora somos testigos de pantallas que nos ofrecen aún más ruido y tonterías. Con toda la distracción y apenas un lugar para escapar, no deberían sorprendernos las tasas de suicidio, depresión, ansiedad, soledad e infelicidad en todas partes.
Si esto te describe, no te desanimes. La forma de encontrar descanso para tu alma cansada es imitando a la señora de la capilla de adoración. Su capacidad para sentarse en silencio en un lugar es un ejemplo para todos nosotros. Mientras el resto de la humanidad corre de aquí para allá, ella puede quedarse quieta. En este sentido, ella toma muy en serio las palabras paternas de Nuestro Salvador, quien dijo: "Vengan a mí todos ustedes que trabajan y están agobiados, y yo les daré descanso".
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