domingo, 12 de abril de 2009

ES TIEMPO DE RESUCITAR


Algunos quisieron en vano ligar su figura a la política y dijeron que fue socialista, otros, liberal, pero no fue ni una cosa ni la otra. El pregonó la solidaridad, que es un sentimiento íntimo y personal, que debe llevar cada uno dentro de sí en función de su semejante. Es lo único que nos lleva a la unión, a la fraternidad y a la concordia.

Por Eduardo Juan Salleras


Un hombre fue condenado a muerte.

Su delito fue predicar la paz.

Sentenciado a morir en la cruz, por haber curado a los enfermos y resucitado a los muertos; por haber perdonado los pecados. En definitiva por haber hecho el bien.

El haber sido bueno, produjo un gran odio en aquellos que no lo comprendieron o tuvieron celos de su bondad.

Todos esperaban que fuera un salvador, un libertador.

Sin embargo les dijo, que para que ellos se salven, Él debía morir.

No lo entendieron.

Menos aún cuando dijo que además de amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo, debían amar a sus enemigos. Rezar por ellos y desearles el bien.

Qué distinto a muchos que predican el odio, el resentimiento y la división.

Él propuso el amor a todos y para todos.

No fue un subversivo ni un represor.

Tampoco dijo: revolución o muerte.

No obstante, lo jóvenes de hoy, llevan en sus remeras las caras de violentos o viciosos.

La sociedad actual, cada vez, se aparta más de aquel que suspiró su último aliento clavado en la cruz, a la que se entregó por la salvación del mundo.

Hoy hay abominables personajes del horror, capaces de crucificar mil veces al Hijo de Dios.

Pero, tampoco hacemos nada por defenderlo.

Lo negamos a cada pecado que cometemos, y cuando llega el momento de poner la cara, no solamente por Él sino también por la verdad y la justicia, huimos a escondernos del compromiso.

¿Cuántos clavos hemos clavado en sus manos, en sus pies, o cuántas veces punzamos su costado?

Él fue un manso, y propuso la benevolencia a la sociedad como norma de conducta.

¿Cuántos hoy nos proponemos ser buenos, en todo y para todo?

Algunos quisieron en vano ligar su figura a la política y dijeron que fue socialista, otros, liberal, pero no fue ni una cosa ni la otra. El pregonó la solidaridad, que es un sentimiento íntimo y personal, que debe llevar cada uno dentro de sí en función de su semejante. Es lo único que nos lleva a la unión, a la fraternidad y a la concordia.

Fue flagelado, torturado, denigrado y crucificado.

Ha muerto un justo.

Al final, resucitó, pero ¿quién entendió su resurrección?

La Semana Santa es un período, un tiempo en el año en que Dios nos pide, unos pocos días nada más, para que reflexionemos sobre cuántas veces llevamos a nuestra alma hacia el calvario por el pecado, por nuestros malos hábitos, por nuestras malas conductas, y cómo, luego debemos resucitarla en el perdón.

Es momento de recogimiento y de examen interno, de replantearnos la vida y el comportamiento.

No son días de turismo, ni de diversiones y mucho menos, de exagerados jolgorios.

Respetemos a Dios, respetándonos a nosotros mismos.

Dejemos resucitar a Jesús en nosotros.

FELICES PASCUAS.


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