sábado, 4 de abril de 2009
COMPARTIENDO EL EVANGELIO: ¡BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR!
Cristo viene a reunificarnos en nuestra vida personal, familiar, social, para que seamos ¡consecuentes en lo que creemos!, ¡consecuentes en lo que pensamos!, ¡y consecuentes en lo que vivimos y logramos!
Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia
Domingo 5 de abril de 2009
Domingo de Ramos
Evangelio según San Marcos 11, 1-10 (Ciclo B)
Es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Parece que los ramos de olivo, o las palmas, son como el anuncio de la victoria, pero también parece que son el anuncio de la participación en la cruz.
Jesús sabe a dónde va. Es el misterio central. El sabe, nadie le quita la vida, no va engañado y no lo toma por sorpresa. Sabía perfectamente dónde iba y Él mismo decía “Padre, si es posible libra de mí este cáliz, pero que se cumpla tu voluntad.” Y por obediencia a Dios Padre y por amor a nosotros El se entrega libremente.
¡Que no queden dudas! La Semana Santa, que vuelve a repetir el misterio de Dios en el misterio de Cristo, es la decisión de Dios, en su Hijo Cristo, de salvarnos definitivamente a cada uno y a todos nosotros. Esta participación al misterio pascual es lo más serio que nosotros podemos vivir y lo más serio que podemos implementar en nuestra vida. Esa toma de decisión de Dios, también tiene que repercutir en nosotros para tener una toma de posición en nuestra vida personal.
¡No ser indiferentes! ¡No pensar o no mirar para otro lado!
Si alguno se va de descanso, que aproveche a vivir religiosa y santamente estos días en el Señor. Que el descanso sea en el Señor. Hay que vivirlos religiosamente ya que no son meros días de vacaciones. Son días de intensidad porque es el misterio que Dios nos permite vivir a cada uno de nosotros. La verdad de Cristo, la entrega, sabe lo que vendrá y Él lo va a pasar perfectamente
Aconsejo leer toda la Pasión, para ver la superficialidad y la cobardía de los demás personajes. Cuando digo la cobardía de todos los demás, también estoy hablando de nuestras propias cobardías; no sólo son los otros quienes pueden vivir así, también somos nosotros los que muchas veces vivimos así.
Esas palabras, esas voces, ¡hosanna, hosanna, bendito!, aclaman a Dios y a los pocos días gritarán ¡crucifícalo, crucifícalo! Las mismas voces, en las mismas bocas y con distintas palabras. ¿Ven? Esa es la versatilidad del hombre, muy grande y a la vez muy pequeño.
Cristo viene a resolver el pecado.
Cristo viene a resolver el misterio lapidario de la muerte.
Cristo viene también a reunificarnos en nuestra vida personal, familiar, social, para que seamos ¡consecuentes en lo que creemos!, ¡consecuentes en lo que pensamos!, ¡y consecuentes en lo que vivimos y logramos!
Nadie está eximido, ni nadie está excluido. Todos nosotros, en la medida que nos demos cuenta del misterio de la verdad, vamos a morir con Cristo pero también vamos a resucitar con Cristo. Y resucitar con Cristo es una vida nueva.
Esta Semana Santa, este domingo de ramos, nos introduce en el misterio central de nuestra vida. Que nos involucremos, que nos pongamos en los personajes y que nos encontremos también allí.
Pero que también tengamos la dicha de recibir el consuelo de Dios, la mirada misericordiosa de Dios. Que podamos recibir el perdón de Dios, por eso es importante esta semana que nos podamos confesar ante un sacerdote para recibir el perdón de Dios.
Tengan una buena Semana Santa. A entrar en el misterio y a dejarnos llevar por él entregándole también nosotros nuestra vida, nuestro corazón.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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