El arzobispo de Toledo (España), Francisco Cerro Chaves, ha dirigido el pasado mes de octubre un escrito a los sacerdotes, miembros de la vida consagrada y fieles laicos de la archidiócesis en la que anuncia la creación de una “Casa Diocesana Contemplativa”, en La Rinconada de Tajo, que tiene como finalidad “crear en nuestra Iglesia diocesana un espacio y un tiempo permanente para la contemplación”. El pasado 6 de noviembre, don Francisco presidió la oración de vísperas, lo que sirvió de inauguración. Lo leemos en el diario ABC.
En su escrito, el prelado parte de la premisa de que “en un mundo donde tantas veces el quehacer y las circunstancias adversas empujan y desnortan nuestra vida, necesitamos encontrar espacios y tiempos de contemplación donde aprender a mirar el mundo desde el Corazón de Dios”. Y esto no solo en lo que se refiere a nuestra vida personal, sino que también afecta a nuestra vida comunitaria, porque “también como familia creyente, como Iglesia, hemos de buscar sosiego en nuestros múltiples proyectos pastorales para encontrarnos con Él”.
El arzobispo constata en su escrito que “algunos de nuestros hermanos cristianos viven como ovejas sin pastor, comiendo en pastos y bebiendo en fuentes de 'meditaciones' que están de moda y que verdaderamente a un bautizado no pueden saciar plenamente. Muchas veces se nos brindan ofertas novedosas, fáciles y rápidas para alcanzar la paz interior ante estados de depresión o estrés. Son ofertas de auto-medicación espiritual, de remedios milagrosos sin Dios. Son métodos, fuentes de energía, 'divinidades' moldeables según nuestros intereses y necesidades”.
En este sentido enumera algunas de esas 'ofertas': “Unas veces es algún sucedáneo del yoga (práctica de origen hinduista), otras veces son experiencias difusas recogidas bajo la nebulosa llamada New Age (Nueva Era), otras es el Reiki (con base sintoísta y budista), etc.”. En este contexto, don Francisco afirma que “como pastor, me da pena ver el gran desconocimiento que podemos llegar a tener dentro de nuestra propia Iglesia de la rica espiritualidad cristiana que viene manando y fluyendo desde el siglo primero y que ofrece verdaderos encuentros personales con nuestro Creador, auténtico remanso de Paz y de Salud que nos lleva hasta la Vida Eterna”.
El primado afirma en su escrito que “para los que somos bautizados, no puede haber verdadera espiritualidad cristiana si Dios mismo no es su fuente, su camino y su meta. No hay verdadera interioridad si no ocupa nuestro centro el mismo Espíritu Santo, auténtica Medicina saludable”.
“Una contemplación antropocéntrica es un simple placebo que sólo genera una falsa curación interior, una esterilidad espiritual, que desemboca en una muerte espiritual por asfixia. Para un bautizado, todo esto es cisterna agrietada que no sólo no sacia la sed, sino que incluso puede ser causa de muerte de su fe”.
En este contexto, don Francisco constata que “en la mayoría de nuestras instituciones diocesanas (parroquias, movimientos y asociaciones apostólicas, etc.) intentamos fomentar un encuentro sincero, fiel y perseverante con Cristo Jesús, fuente de agua viva. Pero, sobre todo, en nuestra querida diócesis, la Presencia de Cristo-Eucaristía contemplado, amado, alabado y adorado ha marcado nuestro ser, nuestra historia antigua y presente. Toledo es tierra de Pan de Vida. Es tierra de adoración. No hay parroquia en que la custodia no se haya convertido en foco de contemplación y oración fervorosa. Para un cristiano de corazón, ninguna de esas fuentes orientales sin Dios puede saciar su sed”.
Añade el arzobispo que “en nuestra Iglesia en Toledo que ha de afanarse sin descanso por anunciar la Buena Nueva en todos los rincones de nuestra diócesis, hasta alcanzar las periferias existenciales de tantos hermanos nuestros que sufren”. Y anima a “la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte, la defensa de la familia como institución natural, bendecida por Dios, la defensa del niño, del joven y del adolescente, la dignidad de la mujer, el valor y el cuidado de nuestros mayores”.
Por todo ello, el arzobispo de Toledo explica su deseo “de crear en nuestra Iglesia diocesana un espacio y un tiempo permanente para la contemplación. Es cierto que las comunidades de vida contemplativa ya cumplen esta misión, pero también nuestra Iglesia local, nuestra Iglesia diocesana necesita un espacio propio donde todos sus hijos e hijas tomen conciencia de la llamada urgente a ser contemplativos en la acción. En estos tiempos de evangelización de periferias, necesitamos espacios y tiempos donde los que estamos en el siglo acudamos con frecuencia a los pies del Maestro”.
Se trata de “erigir una Casa Diocesana Contemplativa en que se viva este espíritu para ofrecerlo a toda la gran familia diocesana, a todos los bautizados. Estas tres palabras: 'casa', 'diocesana', 'contemplativa', por sí solas e interrelacionadas entre sí, expresan lo que espero de ella. Ha de ser como una 'familia eclesial', abierta a sacerdotes, seglares de todo tipo, matrimonios, religiosos y religiosas de vida activa, hombres y mujeres con deseo de vivir esa presencia silenciosa y amorosa de Cristo en medio de nuestra Iglesia diocesana”.
Esta experiencia estará ubicada en la casa parroquial de La Rinconada de Tajo, perteneciente al municipio de La Puebla de Montalbán, un “paraje único” que “ofrece silencio y sosiego, necesarios para ese encuentro personal y comunitario con Dios. Entre todos los que se encuentren en la casa, acogerán también a los que vengan por unas horas o una jornada. Será una casa de oración donde se procurará el silencio exterior e interior que facilita vivir en la presencia consciente y amorosa de Dios. La idea es meditar, orar, contemplar, vivir el espíritu que mueve el día a día de nuestra Iglesia diocesana”, finalizó el prelado.
Un envío de InfoRies
En este contexto, don Francisco constata que “en la mayoría de nuestras instituciones diocesanas (parroquias, movimientos y asociaciones apostólicas, etc.) intentamos fomentar un encuentro sincero, fiel y perseverante con Cristo Jesús, fuente de agua viva. Pero, sobre todo, en nuestra querida diócesis, la Presencia de Cristo-Eucaristía contemplado, amado, alabado y adorado ha marcado nuestro ser, nuestra historia antigua y presente. Toledo es tierra de Pan de Vida. Es tierra de adoración. No hay parroquia en que la custodia no se haya convertido en foco de contemplación y oración fervorosa. Para un cristiano de corazón, ninguna de esas fuentes orientales sin Dios puede saciar su sed”.
Añade el arzobispo que “en nuestra Iglesia en Toledo que ha de afanarse sin descanso por anunciar la Buena Nueva en todos los rincones de nuestra diócesis, hasta alcanzar las periferias existenciales de tantos hermanos nuestros que sufren”. Y anima a “la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte, la defensa de la familia como institución natural, bendecida por Dios, la defensa del niño, del joven y del adolescente, la dignidad de la mujer, el valor y el cuidado de nuestros mayores”.
Por todo ello, el arzobispo de Toledo explica su deseo “de crear en nuestra Iglesia diocesana un espacio y un tiempo permanente para la contemplación. Es cierto que las comunidades de vida contemplativa ya cumplen esta misión, pero también nuestra Iglesia local, nuestra Iglesia diocesana necesita un espacio propio donde todos sus hijos e hijas tomen conciencia de la llamada urgente a ser contemplativos en la acción. En estos tiempos de evangelización de periferias, necesitamos espacios y tiempos donde los que estamos en el siglo acudamos con frecuencia a los pies del Maestro”.
Se trata de “erigir una Casa Diocesana Contemplativa en que se viva este espíritu para ofrecerlo a toda la gran familia diocesana, a todos los bautizados. Estas tres palabras: 'casa', 'diocesana', 'contemplativa', por sí solas e interrelacionadas entre sí, expresan lo que espero de ella. Ha de ser como una 'familia eclesial', abierta a sacerdotes, seglares de todo tipo, matrimonios, religiosos y religiosas de vida activa, hombres y mujeres con deseo de vivir esa presencia silenciosa y amorosa de Cristo en medio de nuestra Iglesia diocesana”.
Esta experiencia estará ubicada en la casa parroquial de La Rinconada de Tajo, perteneciente al municipio de La Puebla de Montalbán, un “paraje único” que “ofrece silencio y sosiego, necesarios para ese encuentro personal y comunitario con Dios. Entre todos los que se encuentren en la casa, acogerán también a los que vengan por unas horas o una jornada. Será una casa de oración donde se procurará el silencio exterior e interior que facilita vivir en la presencia consciente y amorosa de Dios. La idea es meditar, orar, contemplar, vivir el espíritu que mueve el día a día de nuestra Iglesia diocesana”, finalizó el prelado.
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