Los mismos que se llenan la boca con “el respeto por la libertad de expresión de todos, piensen lo que piensen”, clamando contra “todo tipo” de censura, censuran sin problemas este tipo de videos.
Recientemente, he sido objeto de dos actos de censura por parte de Youtube y Facebook que deseo detallar a los efectos de mostrar la absoluta arbitrariedad con la que estas personas se manejan, de forma tal que abandonemos cualquier tipo de esperanza romántica de “ecuanimidad” por parte de ellos (todavía hay gente engañada). Esperar “justicia” de esta gente sería un error estratégico grave: relato estas anécdotas a los efectos de ilustrar cómo procede el enemigo, y para que no nos tiemble el pulso a la hora de responder con energía a sus ataques.
Ayer, hacia las 17:45 hs., publiqué en mi canal de Youtube un video realmente muy crudo sobre la realidad del aborto. No llegó a estar disponible más de 12 horas, y fue suprimido bajo el pretexto de que el contenido “infringía las normas” de Youtube.
Hoy mismo, por la tarde, subí el mismo video a Facebook. Esta vez actuaron aún más rápido: menos de 12 minutos después, el video ya no podía verse dado que se mostraban “imágenes de desnudos”.
Esto gatilló dos reflexiones: la primera es evidente. La imagen es lo que más les duele a estos apologistas del asesinato y del genocidio prenatal. La imagen no puede ser discutida, y todo pseudo argumento abortero se estrella contra esa roca que es la imagen. Que estén tan nerviosos y se apresuren para sacarlas es un signo de que EXACTAMENTE AHÍ es donde debemos seguir pegando. Es su punto débil, y es imperdonable no seguir martillando sobre él (para conocer otros puntos débiles del discurso, aquí).
La segunda reflexión versa sobre la hipocresía de estos personajes. Los mismos que se llenan la boca con “el respeto por la libertad de expresión de todos, piensen lo que piensen”, clamando contra “todo tipo” de censura, censuran sin problemas este tipo de videos. Los mismos que no tienen escrúpulo alguno en filmar, grabar, mostrar, exhibir y promover todo tipo de imágenes –a través de series, películas, videos–, sean estas obscenas, violentas, irreverentes, ofensivas, inhumanas, ahora se rasgan las vestiduras y censuran (otra palabra no hay) un video que muestra un aborto en plena pantalla. Semejante hipocresía sólo desnuda la horrenda mentira que carcome las almas de estos miserables agentes del Demonio.
Finalmente, esto me llevó a recordar lo que pasó a finales de julio del 2018. El 1 de agosto de 2018, en pleno debate sobre la legalización del aborto en la Argentina, publiqué un artículo titulado “No quieren ver”, donde relataba el escándalo que tuvo lugar cuando la Dra. Chinda Brandolino exhibió ante los senadores un video de un aborto.
Se los dejo a ustedes:
No quieren ver – A propósito de la censura del video de la Dra. Chinda Brandolino en el Senado
No quieren ver
“Por favor, ¿lo puede cortar? ¿Lo corta?” – A propósito de la censura del video de la Dra. Chinda Brandolino en el Senado
Por Juan Carlos Monedero (h)
Ayer, 31 de julio, en el Senado, quien oficiaba de moderador censuró el video –mostrado por la Dra. Chinda Brandolino– de un aborto realizado posteriormente a las 22 semanas.
Estaban sentados los senadores, los asesores de los mismos y el público invitado. No habían pasado ni 30 segundos del video y la gente comenzó a levantar la voz. Protestas. Indignaciones. Murmullos. Gente que se va. Todos se mosquean, se incomodan, respingan. Se retuercen ante las imágenes. “Paralo un minutito” dice el moderador, y el video se detiene. Fue patético verlo intentar, con desesperación, sortear el momento.
Balbucea entonces unas frases que no van a nada, pero llega a decir con claridad: “No pasemos el video”. A los pocos segundos, nervioso, dice levantando la voz: “ayúdenme todos”. Visiblemente tironeado entre la indignación de la gente y la necesidad de VER aquello sobre lo cual se está hablando: el aborto.
“Por favor, ¿lo puede cortar? ¿Lo corta?”.
“Lo corta, por favor. Ya está”.
“Ya está”.
Y el video es interrumpido. Nunca mejor usada la palabra.
Se puede hacer, no se puede ver.
Se puede legalizar, no se puede observar.
“Todos somos tolerantes” pero ellos no toleran ver un video.
Ellos no soportan verlo pero el país entero debe garantizar que sea “legal, seguro y gratuito”.
Saben que lo que hace es inhumano, por eso no quieren verlo.
Si se ve el video, no les queda margen. Si se ve el video, están perdidos.
Esto es hipocresía, ya no podemos seguir mirando para otro lado. Dejemos de pensar que hay buena voluntad pero error de ideas. Acá no hay errores de ideas, acá hay manipulación y degradación humana. Hay una voluntad empecinada en No querer ver, no quieren ver, quieren apagar el video, quieren destruir el video. Odian esa claridad, odian esa luz insobornable que son las imágenes. Al igual que los culpables de un delito, odian esa evidencia que los señala como criminales. Porque tratándose de palabras, siempre pueden porfiar. Siempre se pueden refugiar en conceptos ideológicos, siempre pueden mentirse a sí mismos. Con un video no.
Si buscasen la justicia, si realmente les preocupase la vida de las mujeres, buscarían la verdad. Abrirían los ojos. Que hayan censurado el video de la Dra. Brandolino es la prueba acabada de que están haciendo precisamente lo contrario. No quieren ver. Nosotros, ¿queremos ver? ¿Tomaremos nota de que ellos no quieren ver, actuando en consecuencia?
JCMonedero
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