Por Charles d'Arbieu
Hoy en día, los cristianos implicados en la política o en la vida de la ciudad, preocupados por el bien común de su nación y de sus conciudadanos, sólo pueden sentirse consternados por la mala calidad de la prensa “católica”...
Es cuando la información está en su peor momento y reina la desinformación, cuando los periodistas católicos deben redoblar su celo para que triunfe la verdad.
Sería malsano despreciar su actividad, porque los grandes hombres de la Iglesia en el pasado no han hecho más que alentarlos. Este apostolado periodístico no debe referirse sólo a las noticias sobre la Iglesia, sino a las noticias en su conjunto, vistas y analizadas a través del tamiz de la fe, siendo la primera de las deficiencias de la información... la omisión, que a menudo toma la forma de censura, arma abundantemente utilizada por algunos de nuestros colegas liberales.
“¡Si San Pablo volviera hoy, se convertiría en periodista!”
Las palabras del obispo Ketteler son bien conocidas: “¡Si San Pablo volviera hoy, sería periodista!” Y esta opinión es tanto más significativa cuanto que la expresa un sumo pontífice, el propio Papa León XIII: “Un periódico católico es una misión perpetua en una parroquia”.
Notemos también que el cardenal Sarto, entonces Patriarca de Venecia y futuro San Pío X, tenía pensamientos parecidos: “En vano -decía- construiréis iglesias, predicaréis misiones, fundaréis escuelas; todas vuestras obras y todos vuestros esfuerzos serán destruidos, si no sabéis al mismo tiempo empuñar el arma defensiva y ofensiva de la prensa leal y sincera”.
Si no tenemos medios económicos para sostener la impresión, la distribución y el apoyo comercial de los diarios católicos -¡de los que hubo tantos en el pasado! -no nos desanimemos y utilicemos todos los demás medios a nuestro alcance, empezando por el digital.
Si no tenemos medios económicos para sostener la impresión, la distribución y el apoyo comercial de los diarios católicos -¡de los que hubo tantos en el pasado! -no nos desanimemos y utilicemos todos los demás medios a nuestro alcance, empezando por el digital.
Sobre todo, no dudemos en corregir los errores, en perseguir a los lobos disfrazados de corderos y en neutralizar a los adeptos de la comunicación al estilo neolengua.
Corresponde a todas las personas de buena voluntad trabajar en este sentido y aportar su granito de arena.
MPI
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