jueves, 30 de septiembre de 2021

¿POR QUÉ EL "BUENISMO" ES LO OPUESTO A BONDAD?

El buenismo es el mayor enemigo de la bondad. Ser bueno a toda costa, olvidando el castigo y las consecuencias, es volverse malo e injusto.

Por Corrado Gnerre


Por buenismo entendemos esa actitud según la cual debemos evitar castigar y penalizar.

Se sabe, sin embargo, que las deformaciones extremas de la realidad siempre se traducen en una negación de la realidad misma; así como la extremización de algo bueno siempre se traduce en su contrario, es decir, en algo malo.

Lo mismo ocurre con la bondad; de hecho, el buenismo es el mayor enemigo de la bondad. Ser bueno a toda costa, olvidando el castigo y las consecuencias, es volverse malo e injusto.

Cuando sucede algo trágico, por ejemplo, un accidente en el cual se mata atropellando a un niño, o un ladrón que mata a un padre de una familia, etc., los periodistas suelen preguntar a las familias de las víctimas: ¿están dispuestos a perdonar? Pregunta que en las intenciones del entrevistado tiene un significado muy específico: confundir el perdón con el deseo de no enfurecerse, de no esperar que el culpable pague por sus culpas...

La doctrina católica, por otro lado, nos presenta una diferencia importante, la que existe entre el perdón y el castigo.

El perdón es perdón; pero esto no excluye la pena, al contrario. El Sacramento de la Reconciliación (Confesión) absuelve al pecador, pero no elimina totalmente la pena que debe ser cumplida en esta vida o, si esta vida no es suficiente, en el Purgatorio.

Por lo tanto, el mismo Dios, que es amor y justo juez, cuando perdona y absuelve, no elimina la pena. No es cristiano, por lo tanto, confundir el perdón con el hecho de que el culpable no tiene que "pagar"; tampoco se puede acusar de vengativo a quien pretenda que el culpable cumpla su condena.

Pero, ¿cuál es el origen del buenismo?

La respuesta no es fácil. Sin embargo, se puede identificar un origen filosófico. Bastaría referirse al pensamiento de Jean Jacques Rousseau, quien dijo que el hombre nacería bueno y que lo que lo haría malo serían las condiciones sociales, como cierto tipo de progreso. Por lo tanto, las causas de la maldad humana no se encuentran en el hombre y en su libertad, sino en lo que está fuera de él: la sociedad, el medio ambiente, la educación, etc. En resumen, una verdadera inmaculada concepción del hombre. Dicho sea de paso: esta antropología ha sido avalada por todas las doctrinas progresistas y materialistas y, por lo tanto, también por el positivismo filosófico. Así fue como en la segunda mitad del siglo XIX (año 1858) se apareció la Virgen en Lourdes (en Francia, patria del positivismo) confirmando la solemne definición de su Inmaculada Concepción, precisamente para recordar que, excepto ella, todo hombre nace con el pecado original.


El Camino de los Tres Caminos


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