Por Rodrigo Paz
Un 10 de septiembre de 1586, el Papa Sixto V colocaba en el centro de la plaza vaticana de San Pedro un obelisco de origen egipcio de unos 25 metros y medio de altura. Un monumento cuya historia comenzó siglos antes.
En el año 37 d.C, uno de los dirigentes romanos más conocidos de la historia, el emperador Calígula, decidió adornar su circo privado con un enorme obelisco de origen egipcio. El obelisco se colocó en el centro del circo, que en tiempos del emperador Calígula todavía se encontraba en construcción. El circo estaba situado a las afueras de la capital romana, en la colina vaticana, y sería conocido con el tiempo como “el circo de Nerón”, ya que sería con este emperador romano cuando se terminaría la construcción. Circo en el que se cree que fue torturado y crucificado el apóstol San Pedro, precisamente al lado de este monumento. Motivo por el cual se le comenzó a llamar a este obelisco, el ‘testigo mudo’.
El obelisco sobrevivió a la caída del imperio romano y se mantuvo en el mismo lugar hasta el año 1586. Es en esta época cuanto el arquitecto napolitano Domenico Fontana bajo las órdenes del Papa Sixto V reubicó el obelisco hasta su lugar actual, en el centro de la plaza de San Pedro. El traslado del monumento de más de 300 toneladas no fue nada fácil. Duro un año y se necesitó el trabajo de 900 hombres, 75 caballos, innumerables poleas y centenares de metros de cuerda.
La esfera de bronce que se encontraba en lo alto del obelisco y que durante mucho tiempo se pensaba que conservaba las cenizas de Julio César, fue quitada por el arquitecto napolitano, quien comprobó que no guardaba dichas cenizas en su interior. El Papa decidió poner en su lugar una cruz para poner fin a aquella superstición y grabar en la base del obelisco una antigua fórmula de exorcismo.
La esfera se puede contemplar a día de hoy en los museos capitolinos. Cuenta con numerosas abolladuras que datan del S. XVI. Abolladuras propiciadas por balas de las tropas de Carlos I de España y V de Alemania durante el saqueo de Roma en el año 1527.
En 1817, el obelisco fue convertido en un reloj de sol. Alrededor de él se pusieron varios discos de mármol en el suelo de la plaza formando la rosa de los vientos y una meridiana. La meridiana muestra por un lado las horas del día que son indicadas por la forma del mismo obelisco según la posición del sol y por otro, los puntos que indican los solsticios de invierno y de verano.
En la actualidad, el obelisco de la plaza de San Pedro es el único de la capital italiana que se mantiene intacto. Además, su antigua ubicación cuenta con una placa cuadrada con la inscripción Sito dell Obelisco Vaticano fino all Anno MDLXXXVI, que recuerda el lugar original del obelisco que a día de hoy se erige en el centro de la plaza vaticana de San Pedro.
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