21 de Marzo: San Benito, Abad
(✞ 543)
El gran patriarca San Benito, uno de los padres de la Sagrada Religión, era de nacionalidad italiana y nació en la ciudad de Nursia de nobles y piadosos padres.
Dejando sus estudios y sus padres, deudos, comodidades y regalos de esta vida, se fue a un desierto, donde se hizo discípulo de un santo anacoreta llamado Romano, encerrándose en una cueva abierta en la roca, que parecía una sepultura.
Cuando el demonio vio el rigor y la aspereza con que vivía, encendió en su imaginación una tentación sensual terrible y vehemente; entonces el honestísimo mancebo, desnudándose de sus vestidos, se fue corriendo a un campo lleno de espinas y abrojos, y comenzó a revolcarse en ellos, hasta que todo su cuerpo quedó lastimado y llagado, y apagó con sangre aquel ardor que Satanás había encendido en su cuerpo.
Fue tan grato al Señor este sacrificio, que de allí en adelante (como el mismo santo lo dijo a sus discípulos) nunca tuvo otra tentación semejante, y comenzó a ser Maestro de todas las virtudes.
Quedaban en el Monte Casino algunas reliquias del paganismo y había allí un templo e ídolo dedicado a Apolo, a quien adoraba la gente rústica que aún era pagana.
Una estampa antigua de la Abadía de Monte Casino antes del bombardeo de 1944
Todos aquellos campos se convirtieron en un paraíso habitado de moradores del cielo, y el Señor ilustraba la santidad del glorioso San Benito con prodigios innumerables.
Llegó a Totila, rey de los godos, la fama del santo y su don de profecía: y quiso tener una experiencia de ello. Para esto mando a un cortesano suyo, llamado Riggo que se vistiese de sus ropas reales y con gran acompañamiento fuese a visitarle.
Cuando el santo que estaba en su celda vio al fingido rey, le dijo: “Deja, hijo, ese vestido que traes, no es tuyo”.
Enterado de esto, lo visitó el rey Totila, y echándose a sus pies le reverenció como a santo; y San Benito aprovechó la ocasión para reprenderle por sus crueldades y desafueros, diciendo:
“Muchas malas obras haces, y muchas malas obras has hecho, cesad ya de la maldad; tomarás a Roma, pasarás el mar, vivirás nueve años, y al décimo morirás”.
Finalmente también profetizó el santo el día en que él mismo había de morir, y seis días antes mandó abrir su sepultura y el día sexto se hizo llevar a la iglesia, y tras recibir los Santos Sacramentos, dio su alma al Señor, que para tanta gloria le había criado.
Monte Casino tras el bombardeo de 1944
Monte Casino hoy, después de ser construido nuevamente sobre sus ruinas y nuevamente consagrado en 1964
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