Por Eric Sammons
Durante la última década, los fieles católicos se han acostumbrado a sentirse ansiosos cada vez que Francisco concede entrevistas improvisadas (no se le culparía a uno por desear que se prohibieran los viajes papales en avión). Una reciente discusión con 10 jóvenes adultos para un documental no hace sino profundizar esa ansiedad.
Como era de esperar, gran parte de la controversia tras la publicación de la entrevista gira en torno a los comentarios de Bergoglio sobre el sexo. En uno de los casos se le preguntó sobre los jóvenes que encuentran pareja en Tinder. Respondió que "es normal", demostrando que probablemente no tiene ni idea de lo que es Tinder (y si usted tampoco lo sabe, considérese afortunado).
Deténgase y considere la declaración de Bergoglio. Las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre el sexo se basan en 2.000 años de teólogos y santos, guiados por el Espíritu Santo, contemplando el misterio de la persona humana y la sexualidad humana, y esa contemplación se basa también en otros 2.000 años de antiguas enseñanzas judías. Es decir, 4.000 años de comprensión coherente y desarrollada, y sin embargo, ¿la Iglesia todavía está "en pañales" en lo que se refiere a su enseñanza sobre el sexo? Bergoglio deja de lado todo, desde los Diez Mandamientos hasta la Teología del Cuerpo, por considerarlo catequesis inmadura.
Yo diría que tal afirmación parece provenir de un fanático ateo anticatólico como Sam Harris, pero eso sería insultar al Sr. Harris.
La afirmación no viene de alguien cuya ignorancia pudiera excusarse, viene del supuesto "papa". No hay excusa. La Moral Católica con respecto a la sexualidad ha sido probada y comprobada durante milenios, y se ha demostrado una y otra vez que es la mejor -en realidad, la única- manera de vivir la propia sexualidad de forma saludable, física, espiritual y mentalmente.
Por el contrario, la sexualidad promiscua y libertina promovida en la cultura actual (exactamente lo que estos jóvenes esperaban que el papa apoyara) ha demostrado ser trágicamente destructiva para millones de almas -por no hablar de cuerpos- en las últimas décadas. La ironía aquí es que la visión de nuestra cultura moderna sobre el sexo es decididamente inmadura -nuestra sociedad trata el sexo como un chico de 15 años hormonado que ve una película pornográfica. Tenemos que acudir a la Iglesia para encontrar una enseñanza madura sobre el sexo.
¿En qué se basan las extravagantes afirmaciones de Bergoglio?
Como siempre, es difícil conocer la mente de Francisco cuando se trata de estas declaraciones improvisadas; uno se pregunta hasta qué punto están bien pensadas y si realmente quiere decir lo que dice, o si sólo está tratando de demostrar que está dispuesto a "acompañar" a sus oyentes.
Sin embargo, creo que es probable que se base en un pensamiento similar a lo que declaró el cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo hace aproximadamente un año. Preguntado por la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, Hollerich declaró: “Creo que la base sociológica-científica de esta enseñanza ya no es correcta. Creo que ha llegado el momento de una revisión fundamental de la doctrina. La Iglesia Católica Romana debe cambiar radicalmente. No podemos dar las respuestas del pasado a las preguntas del mañana. Estamos en la era digital. Y esto provocará cambios tan graves que moriremos si no nos posicionamos de forma diferente”.
Sin embargo, creo que es probable que se base en un pensamiento similar a lo que declaró el cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo hace aproximadamente un año. Preguntado por la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, Hollerich declaró: “Creo que la base sociológica-científica de esta enseñanza ya no es correcta. Creo que ha llegado el momento de una revisión fundamental de la doctrina. La Iglesia Católica Romana debe cambiar radicalmente. No podemos dar las respuestas del pasado a las preguntas del mañana. Estamos en la era digital. Y esto provocará cambios tan graves que moriremos si no nos posicionamos de forma diferente”.
En otras palabras, Hollerich está afirmando que los antiguos cristianos (y judíos) no entendían la homosexualidad como una “orientación” psicológica. Por eso se condenaba, no porque la orientación, o incluso los actos, fueran en sí mismos intrínsecamente desordenados. Ahora que los psicólogos modernos lo entienden mejor, el catolicismo debe actualizar sus enseñanzas en consecuencia.
Por supuesto, tal afirmación es ridícula, pero parece ser la nueva dirección de los intentos católicos de izquierda por socavar la Moral Católica Tradicional. En lugar de decir simplemente "esa enseñanza era errónea", ahora dicen "esa enseñanza estaba subdesarrollada" o "esa enseñanza necesita ser actualizada a nuestra moderna comprensión de la persona humana". Con ello, pretenden abusar de la enseñanza legítima sobre el desarrollo de la Doctrina en un esfuerzo por cambiar radicalmente la Doctrina.
El argumento es simple en su engaño: la Iglesia sólo condenó esos actos en el pasado porque aún no comprendía la psicología subyacente a ellos. Ahora que la "ciencia" ha revelado "la verdad sobre la homosexualidad", necesitamos "actualizar" (es decir, descartar) nuestra condena de esos actos.
Esta línea de (des)razonamiento es atractiva para el hombre moderno. Enfrenta a la ciencia, en la que se confía como "factual" y, por lo tanto, verdadera, con la religión, de la que se sospecha que no se basa en la realidad, sino en la superstición y el fanatismo. Oponerse a la homosexualidad -se dice- es como oponerse al heliocentrismo. ¡Ciencia!
Sin embargo, aunque es cierto que la Iglesia no es una autoridad en la ciencia de los cuerpos celestes, sí lo es cuando se trata de la persona humana y de la moralidad humana. Nadie conoce mejor el camino que estamos llamados a seguir para ser hombres y mujeres realizados.
Una vez más, como ya he señalado, es difícil decir que el propio Francisco quiera ir tan lejos como el cardenal Hollerich en el abandono total de la Moral Católica Tradicional, pero su comentario de que la enseñanza católica sobre el sexo está "todavía en pañales" definitivamente alienta ese abandono.
Es difícil expresar el alcance de la tragedia en tal declaración. Una de las fuerzas más destructivas del mundo actual es la revolución sexual y sus consecuencias. Innumerables personas han visto sus vidas destruidas por seguir las falsas enseñanzas de este movimiento demoníaco. Solo piense en todos los hijos de divorciados que tuvieron un padre que "siguió su corazón" para acostarse con una mujer que no era su esposa. Y hablando de pañales, si un hombre con atracción hacia el mismo sexo abrazara el estilo de vida homosexual con el que prelados como Hollerich parecen no tener ningún problema, es probable que algún día acabe llevando pañales de nuevo.
Sin embargo, la Iglesia Católica tiene el remedio para una concepción sexual tan desordenada, y lo ha tenido durante siglos. Siguiendo las enseñanzas morales de la Iglesia sobre el sexo, podemos escapar de los desamores, las enfermedades físicas y las conciencias culpables que nos rodean.
En lugar de condenar la enseñanza de la Iglesia sobre el sexo por estar "en pañales", Bergoglio debería proclamarla en toda su madurez, como el único camino que puede ayudar a la gente a escapar de la futilidad de la revolución sexual.
Crisis Magazine
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