jueves, 3 de febrero de 2022

"¡PERMANEZCAN FIRMES EN LA CASA DE DIOS!

No se trata de portarse bien por protocolo, sino de desarrollar en nuestros hijos la fe en la presencia de Dios. He aquí algunos consejos para los educadores.

Por las Hermanas de la Sociedad de San Pío X

¡Qué formidable es este lugar! Esta es la casa de Dios, esta es la puerta del cielo. (Introducción a la Misa de la dedicación de una iglesia).
Estas palabras nos hacen pensar en el que habita en nuestras iglesias... Y nos convencen de que debemos transmitir a nuestros hijos este respeto debido a la presencia de Dios, enseñándoles a comportarse correctamente en la iglesia. La actitud del cuerpo ayudará al alma a producir los actos de adoración que debe a su Dios. Para educarles en esto, nos quedaremos con tres puntos: el silencio, la vestimenta y el ejemplo.


El Silencio

Dios creó nuestra alma en silencio. En el bautismo, todavía lo llena de un silencio inviolable. Por lo tanto, ayudemos al bebé a permanecer en silencio en la iglesia. Si está despierto en su cochecito y permanece tranquilo, dejémoslo así; si hace algunos ruidos, pongamos suavemente la mano sobre su boca... Poco a poco, entenderá que debe permanecer en silencio. Para mantener este silencio, evitemos jugar con él, porque entonces adquiriría el hábito de agitarse y, para llamar la atención, el niño comprenderá rápidamente que basta con ser ruidoso. Por lo tanto, como norma general, no lleve a los niños en brazos o, si es necesario, sosténgalos sin divertirse imitándolos o acariciándolos... Cuando el silencio parezca imposible, salga de la iglesia (¡cuando haya una sala disponible o fuera si el tiempo lo permite!)


La Vestimenta

Este primer hábito, el silencio, ayudará al niño en crecimiento a estar tranquilo. Tampoco veremos a niños de seis años abrazándose en la iglesia, porque desde los primeros meses se les habrá enseñado que en la iglesia la familia no está para ellos sino para Dios. Cuando sea lo suficientemente mayor como para quedarse en el cochecito, nuestro pequeño se pondrá de pie en el banco. Allí exigiremos un apoyo firme, no flácido: ¡el reposabrazos no servirá de almohada! Por supuesto, no podremos conseguir esta postura varonil si nuestro hijo no se ha acostumbrado a ella en la vida cotidiana. El niño debe aprender a controlar su cuerpo. Esta lucha contra la flojera contribuirá a la formación de su voluntad. Cabe destacar que el código de vestimenta (traje y corbata para los varones) favorece esta postura noble del hijo de Dios.


El ejemplo

Este es el tercer factor para ayudar al niño a comportarse bien en la iglesia. Porque el pequeño adivina rápidamente, por la actitud orante de sus padres, que hay que portarse bien en la iglesia. Lo importante para la educación es encontrar el equilibrio entre el ejemplo de oración que hay que dar y la supervisión que hay que ejercer. Si ve a sus padres recogidos, el niño querrá tal vez imitarlos durante un tiempo, pero pronto cederá a sus propios deseos... Por eso, hay que saber guiarle, corregirle cuando hay que corregirle, y si basta con una mirada o un gesto, no nos extendamos demasiado en palabras, sino que mantengamos nuestra seriedad y recogimiento. No dejemos que nuestros hijos se acomoden y jueguen como si estuvieran en su habitación, esperando que todo termine.


Atención al niño

Algunas formas prácticas pueden ayudar a nuestros hijos, jóvenes y mayores, a comportarse como dignos hijos de Dios. Es una buena idea preparar la entrada a la iglesia pidiendo silencio y calma, o diciendo unas palabras: "Estamos entrando en la casa de Dios". Luego hay que procurar hacer todo al ritmo del niño, para que camine tranquilamente y pueda hacer la genuflexión correctamente. Para los más pequeños, en este momento, podemos susurrarles al oído: "Jesús, te adoro". Si es posible, nos colocaremos en los bancos delanteros para que los niños puedan ver el altar. Velaremos por el lugar que ocupan los niños entre sí, para evitar que se diviertan o discutan. Cuando lleguemos a nuestro lugar, nos arrodillaremos y daremos la buena costumbre de adorar al buen Dios en seguida. Si es necesario, ayudaremos a los más pequeños a realizar bien este primer acto. Por nuestra parte, presentaremos estas pequeñas almas a Nuestro Señor, pidiéndole que las bendiga, que las prepare bien para seguir la Misa, que sea un ejemplo para ellas, que nos ayude a enseñarles a comportarse bien... Entonces el niño podrá tomar su misal. Durante el Santo Sacrificio, estaremos atentos a mantenerlo erguido, le recordaremos su atención con un gesto, una mirada, le daremos algunas explicaciones si es necesario, pero nos mantendremos sobrios en nuestras palabras... Los niños menores de diez años no deben ser abandonados habitualmente. Hagamos que amen estos momentos pasados en la iglesia, esta hermosa liturgia...

Insistamos en que no se trata de portarse bien por protocolo, sino de desarrollar en nuestros hijos la fe en la presencia de Dios. Y a la inversa, cuanto más crezca esta fe, este sentido de Dios florecerá, más este buen comportamiento se volverá espontáneo para ellos. La actitud externa revela una actitud interna. Para ello, es deseable que nuestros hijos adquieran el hábito de visitar la iglesia fuera de la misa dominical, por ejemplo, cuando llevamos a los niños a la escuela del priorato. Estas breves visitas son momentos privilegiados para enseñar a nuestros pequeños a realizar con cuidado los primeros gestos litúrgicos (la señal de la cruz con agua bendita, la genuflexión) y, sobre todo, para iniciarlos en este corazón a corazón con Jesús en el sagrario. Es por eso por lo que deben comportarse bien: para aprender a rezar bien.


La Porte Latine


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