Por Martino Mora
Releyendo "I profeti dell'illuminismo" (Los profetas de la Ilustración) del historiador Vincenzo Ferrone (editorial Laterza, 2000) descubro en la página 230 que en el siglo XVIII el culto a la Pachamama (y Pachacamac) había sido introducido en la masonería napolitana por Raimondo di Sangro, Príncipe de Sansevero (1710-1771) el esotérico italiano más conocido, junto con Cagliostro, del siglo XVIII, Gran Maestro y máximo representante del Rito Egipcio Tradicional, el rito más mágico, ocultista y misterioso de la masonería.
La Iglesia de Bergoglio ha hecho, pues, aparentemente una elección tercermundista "amazónica" (que ya es horrenda de por sí), pero en realidad ha adorado abiertamente a entidades que se veneran en las más oscuras logias masónicas desde hace casi tres siglos, como explica en tiempos insospechados Ferrone (el libro es del año 2000), un historiador laicista que no tiene ningún prejuicio hacia la masonería.
Bergoglio lo hizo impunemente, a la luz del día.
Bergoglio como el Gran Maestro. O más bien peor.
Chiesa e Postconcilio
La Iglesia de Bergoglio ha hecho, pues, aparentemente una elección tercermundista "amazónica" (que ya es horrenda de por sí), pero en realidad ha adorado abiertamente a entidades que se veneran en las más oscuras logias masónicas desde hace casi tres siglos, como explica en tiempos insospechados Ferrone (el libro es del año 2000), un historiador laicista que no tiene ningún prejuicio hacia la masonería.
Bergoglio lo hizo impunemente, a la luz del día.
Bergoglio como el Gran Maestro. O más bien peor.
Chiesa e Postconcilio
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