Antes que nada, lo queramos reconocer o no, la catequesis y de la enseñanza religiosa en los últimos cincuenta años es un rotundo fracaso.
Por el padre Jorge González Guadalix
Tenemos una muchedumbre de gente que no practica su fe, pero que además no tiene ni idea de las cuestiones más básicas de la fe, lo que tratándose de un país de honda tradición cristiana, tiene sus bemoles.
Este servidor se preparó para la primera comunión con el catecismo nacional de primer grado. Una cosa sencillísima: oraciones básicas, 106 preguntas y respuestas y algunas devociones. Cualquier niño que se aprendiera el catecismo tenía más formación católica que la inmensa mayoría de nuestros jóvenes confirmandos de hoy. No digamos si uno pasó al catecismo de segundo grado, ese ya con 304 preguntas y respuestas y que muchos nos aprendimos sin mayor complicación. Hoy, saberse el catecismo de segundo grado es tener una formación católica superior a la gran mayoría de catequistas y no pocos sacerdotes.
Cincuenta años de “compartir”, de “la misa es una fiesta muy alegre”, “tu amigo Jesús”, todo vale y qué más da, nos han regalado una generación de analfabetos católicos. Agarren a un grupo de niños que van a hacer su primera comunión o que acaban de hacerla, y pregunten, pregunten si se atreven. Salvo contadas excepciones no saben nada. Pero nada de nada.
Bien. Lo sabemos. Lo constatamos. Nuestros templos vacíos y la incultura religiosa son muestra de ello. La gente se jacta de no saber nada de religión católica. País de burros. Nos da igual. Seguimos con las mismas, es decir, con la inútil pedagogía de colorear, cantar chorradas, dar por buena cualquier cosa que se les ocurra a los niños y una forma de enseñar que se mueve entre canciones noñas y ridículas con gesticulación vergonzante en cuanto tengan dos años más, mucho rotulador, hacer sopas de letras y un colegueo absurdo entre niños, catequistas y sacerdotes, al que añadimos el reparto de golosinas. ¿Objetivo de la catequesis? Que vengan a gusto y “lo pasen bien”. Para eso, mejor el parque de atracciones.
Me hago preguntas. Por ejemplo, si gracias a esta nueva metodología catequética, tan nueva que llevamos con ella más de cincuenta años, nuestros niños son más piadosos, rezan más y conocen mejor la doctrina. La verdad es que no. ¿Entonces qué hacemos? Pues lo mismo que hemos hecho los últimos cincuenta años, pero añadiendo refrescos. Fabuloso.
Yo volvería a sistemas contrastados. El catecismo de la doctrina cristiana, el llamado nacional, es prácticamente Astete y Ripalda con alguna pequeña adaptación de lenguaje.
Pues nada, la catequesis es aprenderse el catecismo bien explicado y enseñar el valor y la práctica de la oración, los sacramentos y las obras de misericordia.
Total, si no vuelven, estamos en las mismas. No vuelven ni los del plan antiguo ni los del modernísimo. Pero con una diferencia. Los del plan antiguo, al menos, se aprendieron la doctrina.
De profesión, cura
Total, si no vuelven, estamos en las mismas. No vuelven ni los del plan antiguo ni los del modernísimo. Pero con una diferencia. Los del plan antiguo, al menos, se aprendieron la doctrina.
De profesión, cura
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