Por Antonio Socci
Los promotores de la ley sustentan que la libertad de expresión no se ve afectada (¡bondad la suya!), no obstante los opositores sustenten que no es así. Según el Senador Quagliariello “el proyecto de ley prevé un delito de opinión… de quien expresa una opinión sin usar violencia y por ofender puede ser acusado o incriminado”. Y el Cardenal Ruini está de acuerdo con él: “Este es un ejemplo típico de dictadura del relativismo”.
En efecto la tipificación del delito, en este proyecto de ley, es algo tan genérico que, por ejemplo, la crítica al matrimonio homosexual o a la teoría del género u otras exigencias LGBT, pueden ser impugnadas y juzgadas como “discriminación” o “instigación al odio”.
El relator Alessandro Zan (PD) en absoluto no disipa las dudas. El declaró: “Las polémicas de una parte de la derecha sobre la libertad de expresión son frívolas, porque cuando esta última se convierte en instigación al odio no puede más constituir un principio absoluto”. Sin embargo, precisamente aquí está el problema: ¿cuándo es que la libertad de crítica se transforma en instigación al odio? Cada uno lo decidirá a su entender. ¿Cuándo un juicio negativo se transforma en odio o discriminación? No son cuestiones secundarias al haber incluso un riesgo penal.
Para la Iglesia Católica está en juego su propia libertad. ¿Qué pasará con los textos bíblicos que no son suaves con la homosexualidad: se censurará la Biblia? ¿Y el Catecismo de la Iglesia Católica?
El papa Bergoglio, ciertamente, siempre manifestó comprensión y respeto con relación a las personas homosexuales, condenando la discriminación y la violencia en perjuicio de las mismas. Sin embargo, sobre las cuestiones relativas a la homosexualidad y al género, se expresó con palabras que podrían herir la susceptibilidad del mundo lgbt.
Por ejemplo, el 25 de mayo de 2018, el sitio “Vatican Insider” del diario “La Stampa” publicó un artículo titulado: “El Papa: ‘Si hay dudas de homosexualidad, mejor no dejar entrar al seminario’”. El Pontífice –se lee en el artículo– “mencionó explícitamente los casos de personas homosexuales que deseaban, por motivos diversos, entrar al seminario. Por consiguiente invitó a los obispos a un ‘discernimiento cuidadoso’, agregando: ‘Si tienen la menor duda, es mejor que no los dejen entrar’”.
¿Todo esto podrá mañana ser considerado discriminatorio? ¿Será quitado a la Iglesia el derecho de elegir a quien admite en el seminario?
Existen muchos otros pronunciamientos del papa. En la exhortación post-sinodal “Amoris laetitia” (2016), tan elogiada por el mundo progresista, el papa exaltó «la dignidad y la misión de la familia» destacando que «los Padres sinodales han hecho notar que en los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.»
El 1° de octubre de 2016, durante el viaje a Georgia y Azerbaijan, en el encuentro con los sacerdotes, el papa los puso en guardia contra “un gran enemigo del matrimonio hoy en día: la teoría del 'género'. Hoy hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy existen colonizaciones ideológicas que destruyen, pero no con las armas, sino con las ideas. Por lo tanto, es preciso defenderse de las colonizaciones ideológicas”.
En aquel viaje volvió sobre estos argumentos: “Cuando se habla del matrimonio como la unión del hombre y de la mujer, como los ha hecho Dios, es hombre y mujer… Esta es la verdad (…). Hombre y mujer que son una sola carne cuando se unen en matrimonio. Cuando se destruye esto, se ‘ensucia’ o se desfigura la imagen de Dios”.
Después narra: “Yo acompañé en mi vida de sacerdote a personas con tendencia y con práctica homosexual. Los he acompañado, los he acercado al Señor… Esto es lo que hay que hacer. Las personas deben ser acompañadas como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega frente a Jesús, Jesús ciertamente no le dirá: ‘¡Vete porque eres homosexual!’, no. Lo que dije fue acerca de la maldad que hoy se hace con el adoctrinamiento de la teoría de género. Me contaba un papá francés que en la mesa conversaba con sus hijos – él, su mujer y sus hijos católicos, débiles, pero católicos – y preguntó al niño de diez años:
- ‘Y tú ¿qué serás cuando seas grande?’
– ‘Una chica’- respondió el niño.
Y el padre se dio cuenta de que en los libros de la escuela se enseñaba la teoría de género. Y esto está contra la naturaleza de las cosas.”
En la misma “Amoris laetitia” el papa escribe:
“Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada 'género', que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sexo) y el papel sociocultural del sexo (género), se pueden distinguir pero no separar”.
El 19 de enero de 2015, durante el viaje a Filipinas volvió a levantar la voz contra “la colonización ideológica”, dando un ejemplo “que yo he visto”. Se refería a un Ministro de Instrucción Pública que había obtenido fondos para la escuela de los pobres, pero a “a condición de que en la escuela existiera un libro para los niños de cierto nivel. Era un libro de escuela, un libro bien preparado didácticamente en el cual se enseñaba la teoría de 'género' […]. Esta es la colonización ideológica: entra en un pueblo con una idea que nada tiene que ver con el pueblo… y colonizan al pueblo con una idea que cambia o quiere cambiar una mentalidad o una estructura. Durante el Sínodo los obispos africanos lamentaban esto, que es lo mismo que para ciertos préstamos (se impongan) ciertas condiciones […]. Los pueblos no deben perder la libertad”.
¿Se podrán decir aún estas cosas?
Adelante la Fe
En efecto la tipificación del delito, en este proyecto de ley, es algo tan genérico que, por ejemplo, la crítica al matrimonio homosexual o a la teoría del género u otras exigencias LGBT, pueden ser impugnadas y juzgadas como “discriminación” o “instigación al odio”.
El relator Alessandro Zan (PD) en absoluto no disipa las dudas. El declaró: “Las polémicas de una parte de la derecha sobre la libertad de expresión son frívolas, porque cuando esta última se convierte en instigación al odio no puede más constituir un principio absoluto”. Sin embargo, precisamente aquí está el problema: ¿cuándo es que la libertad de crítica se transforma en instigación al odio? Cada uno lo decidirá a su entender. ¿Cuándo un juicio negativo se transforma en odio o discriminación? No son cuestiones secundarias al haber incluso un riesgo penal.
Para la Iglesia Católica está en juego su propia libertad. ¿Qué pasará con los textos bíblicos que no son suaves con la homosexualidad: se censurará la Biblia? ¿Y el Catecismo de la Iglesia Católica?
El papa Bergoglio, ciertamente, siempre manifestó comprensión y respeto con relación a las personas homosexuales, condenando la discriminación y la violencia en perjuicio de las mismas. Sin embargo, sobre las cuestiones relativas a la homosexualidad y al género, se expresó con palabras que podrían herir la susceptibilidad del mundo lgbt.
Por ejemplo, el 25 de mayo de 2018, el sitio “Vatican Insider” del diario “La Stampa” publicó un artículo titulado: “El Papa: ‘Si hay dudas de homosexualidad, mejor no dejar entrar al seminario’”. El Pontífice –se lee en el artículo– “mencionó explícitamente los casos de personas homosexuales que deseaban, por motivos diversos, entrar al seminario. Por consiguiente invitó a los obispos a un ‘discernimiento cuidadoso’, agregando: ‘Si tienen la menor duda, es mejor que no los dejen entrar’”.
¿Todo esto podrá mañana ser considerado discriminatorio? ¿Será quitado a la Iglesia el derecho de elegir a quien admite en el seminario?
Existen muchos otros pronunciamientos del papa. En la exhortación post-sinodal “Amoris laetitia” (2016), tan elogiada por el mundo progresista, el papa exaltó «la dignidad y la misión de la familia» destacando que «los Padres sinodales han hecho notar que en los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.»
El 1° de octubre de 2016, durante el viaje a Georgia y Azerbaijan, en el encuentro con los sacerdotes, el papa los puso en guardia contra “un gran enemigo del matrimonio hoy en día: la teoría del 'género'. Hoy hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy existen colonizaciones ideológicas que destruyen, pero no con las armas, sino con las ideas. Por lo tanto, es preciso defenderse de las colonizaciones ideológicas”.
En aquel viaje volvió sobre estos argumentos: “Cuando se habla del matrimonio como la unión del hombre y de la mujer, como los ha hecho Dios, es hombre y mujer… Esta es la verdad (…). Hombre y mujer que son una sola carne cuando se unen en matrimonio. Cuando se destruye esto, se ‘ensucia’ o se desfigura la imagen de Dios”.
Después narra: “Yo acompañé en mi vida de sacerdote a personas con tendencia y con práctica homosexual. Los he acompañado, los he acercado al Señor… Esto es lo que hay que hacer. Las personas deben ser acompañadas como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega frente a Jesús, Jesús ciertamente no le dirá: ‘¡Vete porque eres homosexual!’, no. Lo que dije fue acerca de la maldad que hoy se hace con el adoctrinamiento de la teoría de género. Me contaba un papá francés que en la mesa conversaba con sus hijos – él, su mujer y sus hijos católicos, débiles, pero católicos – y preguntó al niño de diez años:
- ‘Y tú ¿qué serás cuando seas grande?’
– ‘Una chica’- respondió el niño.
Y el padre se dio cuenta de que en los libros de la escuela se enseñaba la teoría de género. Y esto está contra la naturaleza de las cosas.”
En la misma “Amoris laetitia” el papa escribe:
“Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada 'género', que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sexo) y el papel sociocultural del sexo (género), se pueden distinguir pero no separar”.
El 19 de enero de 2015, durante el viaje a Filipinas volvió a levantar la voz contra “la colonización ideológica”, dando un ejemplo “que yo he visto”. Se refería a un Ministro de Instrucción Pública que había obtenido fondos para la escuela de los pobres, pero a “a condición de que en la escuela existiera un libro para los niños de cierto nivel. Era un libro de escuela, un libro bien preparado didácticamente en el cual se enseñaba la teoría de 'género' […]. Esta es la colonización ideológica: entra en un pueblo con una idea que nada tiene que ver con el pueblo… y colonizan al pueblo con una idea que cambia o quiere cambiar una mentalidad o una estructura. Durante el Sínodo los obispos africanos lamentaban esto, que es lo mismo que para ciertos préstamos (se impongan) ciertas condiciones […]. Los pueblos no deben perder la libertad”.
¿Se podrán decir aún estas cosas?
Adelante la Fe
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