jueves, 16 de enero de 2020

CORONILLA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL: ORACIÓN PARA LA LUCHA ESPIRITUAL

El Papa Pío IX aprobó esta oración en 1851 después de que San Miguel Arcángel se apareció a la monja carmelita portuguesa Antónia d’Astónaco. La oración invoca a San Miguel, los arcángeles y los nueve coros de ángeles.

San Miguel prometió que otorgaría una “escolta de nueve ángeles elegidos de cada uno de los nueve coros al recibir la Sagrada Comunión” a la persona que reza esta corona.

También prometió que la persona que rece la coronilla diariamente recibe “asistencia continua y la de todos los santos ángeles durante la vida, y después de la muerte, la liberación del purgatorio para ellos y sus relaciones”.

Pasos para rezar la coronilla de San Miguel:

V. Oh Dios, ven en mi ayuda.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, etc.

1) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del celeste coro de Serafines, suplicamos al Señor nos haga dignos de una llama de perfecta caridad.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

2) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de Querubines, quiera el Señor concedernos la gracia de abandonar el camino del pecado, y de correr por el de la perfección cristiana.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

3) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del sagrado coro de los Tronos, infunda el Señor en nuestros corazones un espíritu de verdadera y sincera humildad.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

4) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de las Dominaciones, quiera el Señor concedernos la gracia de poder dominar nuestros sentidos y corregir las pasiones depravadas.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

5) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del celeste coro de las Potestades, dígnese el Señor librar nuestras almas de las asechanzas y tentaciones del demonio.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

6) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro de las admirables Virtudes celestiales, no permita el Señor que caigamos en las tentaciones, sino que nos libre de todo mal.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

7) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los Principados, dígnese Dios llenar nuestras almas del espíritu de verdadera y sincera obediencia.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

8) Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los Arcángeles, quiera el Señor concedernos el don de la perseverancia en la fe y en las obras buenas, para que podamos conseguir la gloria del paraíso.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

9) Ángeles, dígnese el Señor concedernos que nos guarden en la presente vida mortal, y después nos conduzcan a la gloria eterna de los cielos.

Padre Nuestro…

Dios te salve, María … (3 veces)

A continuación se rezan cuatro Padrenuestros:

el primero a San Miguel,

el segundo a san Gabriel,

el tercero a san Rafael, y

el cuarto a nuestro Ángel Custodio.

Se concluye este ejercicio con la siguiente antífona y oración final:

Antífona


Gloriosísimo príncipe san Miguel arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, doméstico en la real morada de Dios, nuestra guía admirable después de Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro Dios.

V. Ruega por nosotros, oh gloriosísimo San Miguel arcángel, príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oración

Omnipotente y sempiterno Dios, que con un prodigio de bondad y misericordia para la salvación de todos los hombres elegiste por príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo san Miguel arcángel; te suplicamos nos hagas dignos de que con su benéfica protección nos libre de todos nuestros enemigos, para que ninguno de ellos nos moleste en la hora de nuestra muerte, sino que seamos conducidos por él a la presencia de tu divina Majestad. Por los méritos de Nuestros Señor Jesucristo. Amén.


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