A pesar de su joven edad, la Orden, que no se estableció hasta principio de los años 90, destacaba por el gran número de vocaciones a la vida religiosa y al sacerdocio, incluso en Europa, donde la mayoría de las Órdenes se lamentan por la falta de vocaciones.
Rito antiguo y misión
Mientras gran parte de la Iglesia y, también, muchos miembros de la orden, sobre todo durante y después del Concilio, estaban entusiasmados por “cortar con el pasado” e introducir todo tipo de innovaciones en nombre de las nuevas “libertades”, desde dejar de lado el nombre de la Orden hasta abandonar el hábito, desde la conveniente ampliación de las celdas a la disminución de las horas de oración comunitaria, dos frailes menores fueron en dirección contraria. Pidieron abandonar la compañía de sus hermanos “progresistas” y retirarse a un monasterio abandonado, para recuperarlo, en el que no pretendían someter su regla religiosa a un “aggiornamento”, sino construirla sobre la regla original de la orden franciscana y profundizar la espiritualidad mariana.
A los dos frailes, padre Stefano Maria Manelli y padre Gabriele Pellettieri, se les unieron otros, y se convirtieron en los fundadores de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, una Orden Mariana y Tradicional. Cuando el Papa Benedicto XVI liberó la práctica de la forma extraordinaria del rito romano con el Motu proprio Summorum Pontificum y le proporcionó un lugar en la iglesia, la joven comunidad religiosa no dudó en seguirle. Los Franciscanos de la Inmaculada se convirtieron en la primera y, por ahora, única Orden Religiosa que ha vuelto al Rito Tradicional, pero siendo pastoral y bi-ritual. El carisma especial que distinguía a esta orden de otras comunidades altruistas fue su fervor misionero.
Benedicto XVI puso su mano protectora sobre esta Orden, que parecía estar convirtiéndose en un modelo único interesante para los miembros jóvenes de otras Órdenes.
El comisario
Entonces llegó la renuncia inesperada de Benedicto XVI y la elección del papa Francisco. En la orden, una pequeña minoría de cinco hermanos descontentos y progresistas se habían quejado al Vaticano del cambio a la forma extraordinaria del rito romano. Bajo el pontificado de Benedicto XVI, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada no se atrevió a emprender acciones, pero con Francisco como papa, inmediatamente vio en la queja de esa pequeña minoría una oportunidad para tomar medidas enérgicas y drásticas contra ese modelo, al que rechazaba.
Manelli fue destituido como Superior general y puesto en arresto domiciliario. Quienes guiaban la Orden fueron obligados a dejar sus cargos y a los sacerdotes se les prohibió celebrar en la forma extraordinaria. Se nombró un comisario apostólico. Contra lo que se establece en Summorum Pontificum, cada sacerdote tuvo que pedir, de manera individual, un permiso especial para celebrar en esta forma.
Para exorcizar el carisma de la Orden, se cerraron los monasterios y el seminario de la orden y se llevaron a cabo deshaucios. Se prohibió su transformación en una comunidad Ecclesia Dei, como también la fundación de una nueva Orden. Se amenazó a los obispos, prohibiéndoles que aceptaran a Franciscanos de la Inmaculada que habían abandonado la Orden.
Durante ese verano de 2013 se llevó a cabo una campaña verdaderamente destructiva. La consecuencia fue la desaparición de las vocaciones.
Ninguna razón
Hasta la fecha, el Vaticano no ha dado razones de esta interferencia radical, mucho menos sobre los cargos de acusación. Los Franciscanos de la Inmaculada no han tenido la posibilidad de defenderse contra las medidas opresivas del papado o, simplemente, de defenderse. Las peticiones y consultas del padre Manelli para ser recibido y escuchado por el papa han sido ignoradas por parte de Francisco.
La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada nombró como comisario al capuchino padre Fidenzio Volpi, hombre sin ninguna simpatía por la Tradición o la forma extraordinaria y que, por consiguiente, sentía verdadera animadversión hacia la Orden. De manera no oficial, aludía crípticamente a una “deriva lefebvrista” de la Orden. Posteriormente, incluso declaró que la Orden había sido intervenida temporalmente cuatro meses después de la elección del papa Francisco porque quería “derrocar” al papa. Cada vez estaba más claro que la Tradición y la forma extraordinaria del rito romano eran el enemigo real.
En mayo de 2013, el fundador, padre Manelli, celebró su octogésimo cumpleaños (ver Father Stefano Maria Manelli is 80 – success story of the Franciscans of the Immaculate: Old Rite and Missionary) sin ser consciente de la tormenta que se abatiría pronto sobre su trabajo. Ahora el padre Manelli tiene 85 años y ha estado en arresto domiciliario casi cinco años, como ordenó el Vaticano.
En cambio, hace mucho que el padre Volpi ha fallecido. Actualmente sigue en funciones el segundo comisario, algo más reservado que su predecesor. Volpi murió en medio de un contencioso civil y criminal ante los tribunales italianos. El camino ante los tribunales estatales está, por lo menos, abierto para el padre Manelli y los representantes de las organizaciones laicas afiliadas a la Orden, porque el Vaticano no tiene acceso.
Un tribunal italiano había condenado a Volpi, acusado de difamación, al pago de daños, pero la ejecución de la sentencia no pudo llevarse a cabo debido a su fallecimiento.
Loredana Volpi, una sobrina del comisario fallecido, vio la reputación de su tío dañada y, junto a Mario Castellano, escribió un libro: Verità e giustizia per padre Fidenzio Volpi, Una oscura vicenda nel Pontificato di Papa Francesco [Verdad y justicia para el padre Fidenzio Volpi. Un hecho oscuro en el pontificado del Papa Francisco]. Ahora, acaba de admitir que ha acusado a la Orden sin pruebas, difamando también a quienes estaban en la dirección de las organizaciones religiosas laicas.
“Mientras los Frailes Franciscanos de la Inmaculada llevan cinco (!) años intervenidos, sin que se vea por ahora una posible solución a este extraordinario caso que será, junto a otras acciones que rozan la arbitrariedad (véase el caso de la Orden de Malta), una de las manchas de este Pontificado, hay que resaltar un hecho importante en el castillo de acusaciones y difamaciones que han envenenado esta historia”, escribe el vaticanista Marco Tosatti.
Mario Castellano, el coautor con Loredana Volpi, fue asesor del comisario Volpi. Numerosas insinuaciones, consejos y “recomendaciones” del padre Alfonso Bruno, el principal detractor del padre Manelli, convertido en el principal beneficiario de la administración provisional de la Orden, fueron incluidas en el libro.
En cada país hay palabras clave que funcionan como códigos. Si quieres difamar a alguien, basta incorporar una de estas palabras clave y dejar caer algunas alusiones que se entiendan. En su libro, Castellano y Volpi vincularon la Orden y las organizaciones laicas con la camorra, la mafia napolitana. En Italia, si quieres difamar a alguien, basta aludir a la mafia.
Por su aparente mérito en la lucha contra los Franciscanos de la Inmaculada, Loredana Volpi fue incluso recibida en audiencia por el papa Francisco, al que entregó una copia del libro.
La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada nombró como comisario al capuchino padre Fidenzio Volpi, hombre sin ninguna simpatía por la Tradición o la forma extraordinaria y que, por consiguiente, sentía verdadera animadversión hacia la Orden. De manera no oficial, aludía crípticamente a una “deriva lefebvrista” de la Orden. Posteriormente, incluso declaró que la Orden había sido intervenida temporalmente cuatro meses después de la elección del papa Francisco porque quería “derrocar” al papa. Cada vez estaba más claro que la Tradición y la forma extraordinaria del rito romano eran el enemigo real.
En mayo de 2013, el fundador, padre Manelli, celebró su octogésimo cumpleaños (ver Father Stefano Maria Manelli is 80 – success story of the Franciscans of the Immaculate: Old Rite and Missionary) sin ser consciente de la tormenta que se abatiría pronto sobre su trabajo. Ahora el padre Manelli tiene 85 años y ha estado en arresto domiciliario casi cinco años, como ordenó el Vaticano.
El libro de la calumnia
En cambio, hace mucho que el padre Volpi ha fallecido. Actualmente sigue en funciones el segundo comisario, algo más reservado que su predecesor. Volpi murió en medio de un contencioso civil y criminal ante los tribunales italianos. El camino ante los tribunales estatales está, por lo menos, abierto para el padre Manelli y los representantes de las organizaciones laicas afiliadas a la Orden, porque el Vaticano no tiene acceso.
Un tribunal italiano había condenado a Volpi, acusado de difamación, al pago de daños, pero la ejecución de la sentencia no pudo llevarse a cabo debido a su fallecimiento.
Loredana Volpi, una sobrina del comisario fallecido, vio la reputación de su tío dañada y, junto a Mario Castellano, escribió un libro: Verità e giustizia per padre Fidenzio Volpi, Una oscura vicenda nel Pontificato di Papa Francesco [Verdad y justicia para el padre Fidenzio Volpi. Un hecho oscuro en el pontificado del Papa Francisco]. Ahora, acaba de admitir que ha acusado a la Orden sin pruebas, difamando también a quienes estaban en la dirección de las organizaciones religiosas laicas.
“Mientras los Frailes Franciscanos de la Inmaculada llevan cinco (!) años intervenidos, sin que se vea por ahora una posible solución a este extraordinario caso que será, junto a otras acciones que rozan la arbitrariedad (véase el caso de la Orden de Malta), una de las manchas de este Pontificado, hay que resaltar un hecho importante en el castillo de acusaciones y difamaciones que han envenenado esta historia”, escribe el vaticanista Marco Tosatti.
Mario Castellano, el coautor con Loredana Volpi, fue asesor del comisario Volpi. Numerosas insinuaciones, consejos y “recomendaciones” del padre Alfonso Bruno, el principal detractor del padre Manelli, convertido en el principal beneficiario de la administración provisional de la Orden, fueron incluidas en el libro.
En cada país hay palabras clave que funcionan como códigos. Si quieres difamar a alguien, basta incorporar una de estas palabras clave y dejar caer algunas alusiones que se entiendan. En su libro, Castellano y Volpi vincularon la Orden y las organizaciones laicas con la camorra, la mafia napolitana. En Italia, si quieres difamar a alguien, basta aludir a la mafia.
Por su aparente mérito en la lucha contra los Franciscanos de la Inmaculada, Loredana Volpi fue incluso recibida en audiencia por el papa Francisco, al que entregó una copia del libro.
La disculpa
Sin embargo, los dos autores cometieron un error. En el libro lanzan acusaciones graves contra los representantes de los dirigentes laicos, citados con nombre y apellidos, y estos han presentado una denuncia criminal por difamación. Para evitar el enjuiciamiento, Loredana Volpi ha decidido llegar a un acuerdo con los demandantes fuera de los tribunales y ha escrito una carta de disculpa para que sea publicada en el periódico más importante del sur de Italia, Il Mattino, y en el periódico nacional La Repubblica. Este periódico progresista no ha sido el único en participar en la campaña contra los Franciscanos de la Inmaculada, pero es el único que el papa Francisco lee a diario, según ha declarado él mismo.
No obstante, para que el mensaje le llegue al papa reinante, que tiene la responsabilidad de todo el caso, Volpi también debe enviarle a él la carta.
Tosatti ha publicado algunos pasajes de la carta de disculpa:
“Es absolutamente cierto que las frases utilizadas no tenían razón de ser, porque no eran verdaderas y, por este motivo, deben considerarse gratuitas y totalmente injustificadas. A la luz de todo lo expuesto anteriormente, renuevo mis disculpas formales por la deplorable e injustificada conducta tenida hacia usted, y le informo que transmitiré la presente a los medios de comunicación, y que será publicada también en internet para que se dé adecuada difusión y reparar el daño causado”.
A cambio, las personas afectadas han retirado la querella criminal.
Este caso demuestra, “una vez más”, según Tosatti, que todo el asunto, que llevó a una Orden joven, extraordinariamente floreciente, al borde de la aniquilación, está basado en una serie de alegaciones no demostradas, rumores, alusiones sin ningún fundamento, numerosas agresiones verbales y difamaciones increíbles. En resumen: es una intriga. Y los intrigantes, es seguro, parecen estar motivados, en parte, por algo personal, pero también por cuestiones ideológicas.
La responsabilidad última de todo esto recae sobre el papa Francisco, no sólo porque aprobó la intervención de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, sino también porque puso a las ramas masculina y femenina, que también ha sido intervenida sin saberse por qué, en dos casos separados, negándose a que las religiosas apelaran al Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica contra las medidas dictadas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Es decir, decidió, en virtud de sus poderes, como un monarca absoluto. ¿Por qué esta insistencia con una Orden con la que nunca ha tenido contacto directo? Un proceso legal ordinario hubiera aclarado la legalidad y validez de las medidas tomadas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y, sobre todo, habría revelado de qué va todo. Esto no era (y no es) lo que, claramente, se desea.
La disculpa de Loredana Volpi, según Marco Tosatti, “arroja una sombra oscura sobre la credibilidad del partido de la fronda [de los detractores]”, muy activo contra el padre Manelli y su Orden.
The Eponymous Flower
No obstante, para que el mensaje le llegue al papa reinante, que tiene la responsabilidad de todo el caso, Volpi también debe enviarle a él la carta.
Tosatti ha publicado algunos pasajes de la carta de disculpa:
“Es absolutamente cierto que las frases utilizadas no tenían razón de ser, porque no eran verdaderas y, por este motivo, deben considerarse gratuitas y totalmente injustificadas. A la luz de todo lo expuesto anteriormente, renuevo mis disculpas formales por la deplorable e injustificada conducta tenida hacia usted, y le informo que transmitiré la presente a los medios de comunicación, y que será publicada también en internet para que se dé adecuada difusión y reparar el daño causado”.
A cambio, las personas afectadas han retirado la querella criminal.
El papa Francisco, responsable principal
Este caso demuestra, “una vez más”, según Tosatti, que todo el asunto, que llevó a una Orden joven, extraordinariamente floreciente, al borde de la aniquilación, está basado en una serie de alegaciones no demostradas, rumores, alusiones sin ningún fundamento, numerosas agresiones verbales y difamaciones increíbles. En resumen: es una intriga. Y los intrigantes, es seguro, parecen estar motivados, en parte, por algo personal, pero también por cuestiones ideológicas.
La responsabilidad última de todo esto recae sobre el papa Francisco, no sólo porque aprobó la intervención de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, sino también porque puso a las ramas masculina y femenina, que también ha sido intervenida sin saberse por qué, en dos casos separados, negándose a que las religiosas apelaran al Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica contra las medidas dictadas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Es decir, decidió, en virtud de sus poderes, como un monarca absoluto. ¿Por qué esta insistencia con una Orden con la que nunca ha tenido contacto directo? Un proceso legal ordinario hubiera aclarado la legalidad y validez de las medidas tomadas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y, sobre todo, habría revelado de qué va todo. Esto no era (y no es) lo que, claramente, se desea.
La disculpa de Loredana Volpi, según Marco Tosatti, “arroja una sombra oscura sobre la credibilidad del partido de la fronda [de los detractores]”, muy activo contra el padre Manelli y su Orden.
The Eponymous Flower
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