En
su reciente Asamblea Plenaria el Episcopado Argentino ha presentado un
documento cuyo título es: “Reflexiones y Aportes, sobre algunos temas
vinculados a la Reforma del Código Civil”. Lo considero un documento importante
en momentos que vamos a asistir a un hecho de “trascendencia” política en la
vida del país.
Por
Mons. José María Arancedo
El
Código Civil, por su carácter modélico, al definir obligaciones y derechos de
las personas e instituciones no es algo neutro, sino que a través de él se
expresan doctrinas o corrientes de pensamiento que van a incidir en la vida de
los argentinos.
No podemos, por ello, permanecer indiferentes
a temas que requieren de una madura reflexión y amplia participación federal.
Considero oportuna esta palabra de los obispos en un contexto de respeto,
diálogo y participación. La Iglesia ofrece estas reflexiones orientadas a
contribuir a la mejor reforma del Código Civil, en temas, concluye el
documento. “que consideramos de mayor importancia en orden a garantizar la
dignidad de la vida concebida, el valor del matrimonio y la familia, y la
protección de todos los derechos del niño”. No caben urgencias, concluye, en
temas de tanta trascendencia.
Los
temas a los que se refiere la Iglesia giran en torno a la vida del hombre. Es
un tema que compromete a la sociedad en sus diversas instancias legislativas y
jurídicas, para lograr las mejores leyes que permitan al hombre alcanzar su
plena realización y la tutela de sus derechos. La ley tiene un valor objetivo que
define derechos y obligaciones de las personas e instituciones en el marco del
bien común. Elaborar las leyes es función del Estado, no de la Iglesia.
Pero
ella tiene la obligación de colaborar con la sociedad en la búsqueda de
aquellos principios morales objetivos como fundamento de toda obra legislativa,
que son “accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación”
(Benedicto XVI). La fe no se opone a la razón, por el contrario, ambas están
llamadas a colaborar en la búsqueda de la verdad. Cuando se encuentran son
como: “la dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la
contemplación de la verdad” (Juan Pablo II). Es importante en estos temas no
caer en descalificaciones fáciles que son signo de debilidad y no permiten
crecer.
A
esta importancia que merece el cuidado de la vida del hombre, el Santo Padre lo
ejemplificaba comparándola con la ecología: “La importancia de la ecología,
decía, es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y
responder a él coherentemente. Sin embargo, (….) hay también una ecología del
hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no
puede manipular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se
crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es
espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él
respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite
que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la
verdadera libertad humana” (Benedicto XVI).
Cuando no se parte de la vida como don, como algo que he recibido, la libertad no reconoce sus límites. En este sentido el límite es un acto de sabiduría que orienta y purifica la libertad del hombre. Por otra parte, no todo lo que es técnicamente posible o deseado en el manejo de la vida, es necesariamente ético y respeta su dignidad.
Cuando no se parte de la vida como don, como algo que he recibido, la libertad no reconoce sus límites. En este sentido el límite es un acto de sabiduría que orienta y purifica la libertad del hombre. Por otra parte, no todo lo que es técnicamente posible o deseado en el manejo de la vida, es necesariamente ético y respeta su dignidad.
Les
recomiendo la lectura de este breve documento que nos ayuda a reflexionar sobre
algunos temas vinculados a la reforma del Código Civil. Reciban de su obispo
junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.
Mons.
José María Arancedo
Arzobispo
de Santa Fe de la Vera Cruz
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