Para vivir adecuadamente el tiempo libre, hay que pensar antes en las actividades a realizar, favoreciendo aquellas que permitan cultivar relaciones de amistad, de servicio o ayuda, sin dejar por eso de ser relajantes y divertidas.
Por el Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El beato Juan Pablo II exhortaba a las familias para que potenciaran y valoraran el tiempo libre de los hijos. Pero esta invitación no se limita a los hijos, sino que nos concierne a cada uno. Es preciso saberlo aprovechar. Es un tiempo en el que se pone en juego la propia libertad de un modo más consciente. También el tiempo dedicado a la labor cotidiana, sea estudio, trabajo o actividades caseras, son libres, pero de alguna manera ya están determinadas. Sin embargo, en el “tiempo libre” se toman decisiones muy personales: aficiones atrayentes, estar con determinadas amistades, ejercitar un deporte que gusta, ver un programa favorito o leer un libro seleccionado.
Si la persona fue educada para que aprenda a usar la libertad, el “tiempo libre” se presenta como una oportunidad para desarrollarse favorablemente.
En ocasiones los padres solo se interesan en la calificación de sus hijos y se desentienden de su “tiempo libre”, dejando escapar una ocasión para ayudarles a conseguir su mejoramiento. Sin una buena educación, fácilmente se dejarán llevar por la comodidad o la pereza, descansando de un modo que no les exija esfuerzo como suele ser la televisión o los videojuegos, abusando de ellos.
2) Para pensar
Se cuenta que un viajero, cruzando el desierto, vio a un árabe preocupado sentado al pie de una palmera. A poca distancia reposaban sus caballos.
Se aproximó y le preguntó: “¿Puedo ayudarte en algo?” El árabe se quejó con tristeza: “¡Ay!, estoy muy afligido porque acabo de perder la más preciosa de las joyas”.
El viajero preguntó interesado: “Pues, ¿qué de especial tenía esa joya?” Le respondió su interlocutor: “Era una joya única como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del tiempo. La adornaban veinticuatro valiosos brillantes alrededor de los cuales se agrupaban otros sesenta más pequeños, pero no menos valiosos. Ahora ves cómo tengo razón al decir que joya igual no podrá producirse jamás”.
El viajero le dijo: “Efectivamente, vuestra joya debía ser muy preciosa y de gran valor. ¿Pero no crees que con mucho dinero pueda hacerse otra semejante?” Respondió el árabe, volviendo a quedar pensativo: “Imposible. La joya perdida era un día con sus 24 horas: y un día que se pierde no vuelve a encontrarse jamás. Esta es una gran verdad. No dejes que se pierda ni una hora en tu vida”.
Es momento de pensar en qué ocupamos nuestro tiempo, si no pudiéramos invertirlo mejor: primero con Dios, luego con la familia y en tercer lugar creciendo como personas.
3) Para vivir
Para vivir adecuadamente el tiempo libre, hay que pensar antes en las actividades a realizar, favoreciendo aquellas que permitan cultivar relaciones de amistad, de servicio o ayuda, sin dejar por eso de ser relajantes y divertidas. Se evitará consumir un tiempo inmoderado en la televisión o el internet, pues suelen llevar fácilmente al aislamiento y al egoísmo. Tampoco se trata de llenar el tiempo de tantas actividades que dificulten el descanso debido. Es preciso lograr un equilibrio.
San Josemaría nos aconseja en Camino: “Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. –Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es gloria!” (n. 355).
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