29 de Septiembre: La fiesta de San Miguel, Arcángel
Celebra hoy la Santa Iglesia una fiesta particular, no sólo de San Miguel que es el príncipe de toda la milicia celestial, sino también es honra de todos los Santos Ángeles.
Estos soberanos espíritus, cuya muchedumbre excede, como dicen algunos Doctores, al número de las estrellas del cielo y de las gotas del mar y de los átomos del aire, fueron criados antes que todas las criaturas o con las primeras de todas, y son incorruptibles e inmortales.
Su inteligencia entiende el discurso todas las cosas que naturalmente se pueden saber: su voluntad es tan constante que, según dice Santo Tomás, nunca se aparta de lo que una vez escogió; su memoria nunca se olvida de lo que una vez aprendió; su poder es grande sobre toda fuerza de la naturaleza corpórea, y su agilidad es tan admirable, que no hay velocidad en la tierra ni en los cuerpos celestes que con la suya pueda compararse.
Enseña el Doctor Angélico que no hay ningún ángel que no difiera en especie de todos los demás; y con todo, son distintos en tres jerarquías: Suprema, Media e Ínfima, y cada jerarquía dividida en tres coros, como se saca de las Divinas Letras y Santos Doctores.
En la suprema jerarquía hay tres órdenes: Serafines, Querubines y Tronos, en la segunda hay tres coros: Dominaciones, Virtudes y Potestades; en la tercera: Principados, Arcángeles y Ángeles.
Se llaman todos estos soberanos espíritus con el nombre de Ángeles, porque como dice San Pablo, son Ministros del Señor para bien de los que han de heredar la bienaventuranza eterna.
Todos ellos están vestidos con la estola de la gracia que nunca perdieron, y son la familia lucidísima de criados que sirven a Dios y de Ministros que ejecutan su voluntad soberana en la gobernación del mundo y en la particular providencia que tienen de la Iglesia, y también de cada uno de los hombres, así fieles y cristianos, como infieles y pecadores, pues todos tienen su Ángel de Guarda.
Por estas excelencias de los Santos Ángeles y por los beneficios que de sus manos recibimos, los debemos honrar, y señaladamente, al gloriosísimo Príncipe de ellos, San Miguel, que es soberano protector de la Iglesia.
Su nombre significa ¿Quién como Dios? Porque cuando el príncipe de los ángeles Lucifer, envanecido con la grandeza de sus dones y gracias, se negó a adorar el misterio de la humana naturaleza tan ensalzada en la persona de Cristo, y atrajo a su rebelión a muchos ángeles, el fidelísimo San Miguel volvió por la honra de Dios, y de su Unigénito, y con gran poder arrojó de los cielos a los ángeles rebeldes.
Entonces fue exaltado San Miguel al Trono que perdió Lucifer, y recibió el Principado de todos los Ejércitos Celestiales, y la representación de la divina autoridad en la tierra, y la protección de la Iglesia de Cristo a la cual defenderá de todos los poderes del mundo y del infierno, hasta el fin de los siglos.
Reflexión:
Entiendan bien todos los católicos que esa actual rebelión de los hombres que ensoberbecidos por los progresos materiales, apostatan de la fe, no son otra cosa que una imitación de la rebeldía de los ángeles malos, que inspira Lucifer a los pobres hijos de Adán, para que no logren la dicha de reinar en el cielo con los ángeles buenos, sino que se condenen y padezcan eternamente con los demonios.
Oración:
¡San Miguel Arcángel! Defiéndenos en la batalla, sé nuestra protección contra la malicia y las acechanzas del diablo. Reprímale Dios, suplicamos humildemente; y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, arroja a los infiernos a Satanás y a otros espíritus malignos que andan sueltos por el mundo, para causar la perdición de las almas. Amén.
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