jueves, 1 de abril de 2021

PRESAGIOS DE UNA CRISIS TERMINAL: LAS AMBIGÜEDADES INTENCIONALES DE FRANCISCO Y EL 'VATICANO III'

Sin una intervención divina directa, la Iglesia católica desaparecerá en la próxima década, transformada en una multinacional religiosa, desfigurada en su carácter original y transformada en una furiosa perseguidora de los pocos católicos que se mantienen fieles al depositum fidei.


Hace décadas que sabemos que la Iglesia está en crisis. Sin embargo, en los últimos años y, sobre todo, en los últimos meses, en mi opinión estamos asistiendo a la manifestación de presagios que indican la inminencia del desenlace final. La crisis es terminal, es decir, irreversible. No hay forma de volver atrás. Sin una intervención divina directa, la Iglesia católica desaparecerá en la próxima década, transformada en una multinacional religiosa, desfigurada en su carácter original y transformada en una furiosa perseguidora de los pocos católicos que se mantienen fieles al depositum fidei.

Cuando el papa nos reveló los amores de Laetitia hace unos años [nota del editor: una referencia sarcástica a Amoris Laetitia], comenzamos a ver que la pregunta ya no se reduce al latín o al uso de guitarras en la liturgia. Se estaba socavando la doctrina.

En los últimos días hemos sido testigos de los cómicos desarrollos provocados por la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que niega la posibilidad de dar bendiciones a las parejas homosexuales, cuestión que para un católico normal que ha aprendido el catecismo es una verdad obvia. Bueno, lo que debería haber sido una respuesta casi superflua y obvia ha provocado un gran debate. Por poner sólo dos ejemplos, un grupo de sacerdotes austríacos ha dejado claro que no obedecerán, y muchos sacerdotes alemanes han dicho lo mismo, mientras que un importante obispo belga, Johan Bonny, ha dicho que se avergüenza de la Iglesia porque de este tipo de documento, y se ha disculpado con todas las parejas homosexuales, así como con sus padres y abuelos.

Hasta el momento, la Santa Sede no ha reaccionado a estos signos de rebelión contra la doctrina de la fe católica, mientras que muchos otros obispos continúan sancionando a sacerdotes y fieles por dar y recibir la Comunión en la lengua. No sé si somos conscientes de la situación de apostasía en la que nos encontramos, o si nos parece que todo es normal.

No repetiré aquí la historia del documento de la FCD y los posteriores avances y retrocesos que han sido suficientemente documentados en otros lugares, pero vale la pena hacer un análisis.

1- El episodio pinta una imagen completa de Bergoglio. Su principio es: nunca firmar nada que esté en contra de la doctrina, sino aprobar y fomentar cambios mediante gestos y operaciones de imprenta. Es la vieja táctica jesuita y peronista. Un amigo ha recordado convenientemente un cuento de Marco Denevi El gran Tamerlán de Persia. Y Algunos medios italianos se han preguntado si todo esto es una señal del desequilibrio psicológico de Bergoglio. En mi opinión, fue una maniobra perfectamente planificada.

2. Es claro e indiscutible que la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue publicada con la autorización expresa del Pontífice. El mismo documento dice: “El Sumo Pontífice Francisco, en el curso de una Audiencia concedida al suscrito Secretario de esta Congregación, ha sido informado y ha dado su asentimiento a la publicación del ya mencionado Responsum ad dubium, con la Nota explicativa adjunta”. Las jesuíticas explicaciones del jesuita Pino Piva no tienen ningún sustento.

3. Pocos días después de la publicación del documento y de la sucesiva polvareda, el matrimonio periodístico integrado por Gerard O’Donnell y nuestra conocida compatriota Elizabetta Piqué, publicaba en medios internacionales (American Magazine y La Nación) que según una fuente reservada del Sacro Palacio, el papa Francisco estaba muy disgustado por esa nota prueba de lo cual debían considerarse las palabras que pronunció en el Angelus del domingo pasado. Las notas periodísticas aparecieron apenas después que terminara ese rezo, con lo cual estimo que el escrito ya estaría preparado desde hacía un buen rato. Muchos se preguntaron quién sería esa fuente autorizada. A mí no me cabe duda: fue el mismo Bergoglio. Él es amigo personal de la pareja y la ha utilizado en otras ocasiones, incluso siendo arzobispo de Buenos Aires, para sus operaciones de prensa.

Bergoglio, por el motivo que sea, quiere cambiar la práctica de la Iglesia hacia las personas homosexuales, no sólo permitiendo sino incluso bendiciendo sus conductas. No puede o no quiere firmar un cambio doctrinal oficial que sería catastrófico para la ya endeble unidad de la Iglesia y lo haría pasar a la historia como un apóstata documentado. Lo que hace, entonces, es lograr su objetivo con insinuaciones y discursos ambiguos que cada uno entiende como quiere, y que él se asegura que sean entendidos en el peor de los sentidos a través de la prensa internacional con él alineada.

Es por esto que tengo mis dudas acerca de las noticias que hablan de una feroz interna dentro de la Curia a favor y en contra de las bendiciones homosexuales. Las “altísimas presiones” estaba planificadas. Todo ha sido cuidadosamente previsto por Francisco.


4. Por si la ambigüedad de las palabras del Angelus no hubieran sido suficientes, el martes, en un discurso pronunciado en ocasión de un aniversario nada menos que de San Alfonso María de Ligorio, dio pistas mucho más clara, y su ambigüedad pasó casi desapercibida. Dijo:
Invito a los teólogos morales, a los misioneros y a los confesores a entrar en una relación viva con los miembros del pueblo de Dios, y a mirar la vida desde su perspectiva, para comprender las dificultades reales que encuentran y ayudar a curar sus heridas. […] La teología moral no puede reflexionar sólo sobre la formulación de principios, de normas, sino que necesita hacerse cargo propositivamente de la realidad que supera cualquier idea. Esto es prioritario porque el conocimiento de los principios teóricos por sí solo, como nos recuerda el mismo San Alfonso, no es suficiente para acompañar y apoyar las conciencias en el discernimiento del bien que hay que hacer.
Bergoglio, parafraseando a Perón, dice: “No miren lo que firmo sino lo que digo”. Luego de estas palabras, ¿con qué autoridad podrá reprochársele, por ejemplo, al sacerdote salesiano que hace pocas semanas bendijo públicamente a una pareja homosexual en Ushuaia. Él no fue más que “un buen pastor que supo mirar la realidad” y, tomando distancia de los principios teóricos, acompañó las conciencias y curó a los heridos.

5. Estos acontecimiento no hacen más que recordar y confirmar la intuición que Ludovicus tuvo en los primeros meses del pontificado bergogliano acuñando la expresión canibalismo institucional. La Piqué publicaba en La Nación  hace unos días: “Si bien la carta de hoy -como en el Angelus del domingo pasado-, no tuvo referencia alguna al “responsum” de la CDF –documento que contó con el “asentimiento” del Santo Padre-, el mensaje dejó claro la contrastante visión del papa Francisco y de la Iglesia en cuanto a su contenido y lenguaje”. Me pregunto cómo puede haber un contraste entre la visión del papa y de la Iglesia. El mensaje de la periodista, y que es el mensaje que Bergoglio quiere transmitir, es que “el papa es el bueno” y “la Iglesia es la mala” que impide sus buenas intenciones y acciones.

6. Finalmente, y como fue advertido hace pocos días, Francisco no es, como muchos creímos, la encarnación del Vaticano II. Esa malhadada asamblea no lanzó la piedra tan lejos. Francisco es el Vaticano III.


Wanderer





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