Este mundo oscuro parece fascinar a toda una horda de adolescentes, que empiezan por escuchar a un determinado grupo de rock, siguen por hacer “kedadas” a través de Internet y acaban por acudir a ritos de misas negras…
“Una ex compañera de clase decía que estaba enamorada de Satán, llenaba las paredes con su nombre y algunas veces puedo aseguraros que parecía poseída. Una vez, en clase de religión, mordiendo un pilot de color azul se tiñó toda la lengua y daba voces gritando: ¡Satán me ama, me ha dado un morreo!, fue expulsada de clase”. Lo leemos en un artículo de Mar Velasco publicado en Religión en Libertad, que reproducimos aquí.
No ha sido necesario ir muy lejos para encontrar un texto como éste en Internet. Está recogido de un foro al que cualquiera puede tener acceso desde un buscador. Los mensajes continúan: “busco un grupo de personas que son de una secta llamada SDD (Seguidores Del Diablo)…”. “Estoy buscando músicos para formar una banda de rock belzebúzica. Con actitud y sin temor a la autoflagelación pública, Proyecto serio”. Son mensajes que distan mucho de tratarse de una verdadera “amenaza satánica”, pero sirven al menos para hacerse una idea de ésta situación.
Ritos en grupo
El padre José Antonio Fortea, sacerdorte y especialista en demonología, explica que “los chicos suelen comenzar con el espiritismo y siempre en grupo. Muchos empiezan incluso en primaria. Más adelante se animan a comprar algún libro que les interesa, sobre ocultismo o esoterismo. El último grado es el satanismo, que por supuesto no se encuentra en la esquina del barrio, pero sí en Internet”, asegura. “No existe una gran secta satánica, pero si pequeños grupos. En ellos aprenden cómo hacer ritos, y terminan dando el paso. Sobre todo les gusta pedir favores sexuales, y acaban haciendo alguna barbaridad”, asegura.
El fenómeno del satanismo entre los adolescentes parte de una mezcla entre esoterismo y un tipo de música rock. Estos grupos se rodean de toda una parafernalia satánico-sangrienta que en ocasiones haría palidecer al mismísimo Marilyn Manson. Ellos aseguran que se trata simplemente de una “cuestión de estética”. “Desde luego -continúa el padre Fortea- el efecto de esas letras es claramente negativo, incita al odio y a la violencia. Quienes las escriben, suelen tener esas ideas. Y a veces los chicos pueden estar cerca de cuatro horas diarias escuchando esas consignas; es normal que acaben por aceptarlas”, sostiene.
Afortunadamente, hace tiempo que la situación no llega a los extremos de lo que ocurrió en Noruega en los años 90, cuando una serie de bandas satánicas provocaron la quema sistemática de las “Starvkirker", iglesias de madera y auténticas joyas del país, además del intento de asesinato de sacerdotes y los suicidios y homicidios entre ellos.
Pero este mundo oscuro parece fascinar a toda una horda de adolescentes, que empiezan por escuchar a un determinado grupo de rock, siguen por hacer “kedadas” a través de Internet y acaban por acudir a ritos de misas negras y convirtiéndoles en víctimas de sectas satánicas que les dejan el cuerpo roto, al mente anulada a base de drogas y consignas y el futuro en punto muerto.
Religión en Libertad/InfoRies
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