viernes, 11 de marzo de 2011

BENEDICTO XVI: "LA CUARESMA NO DEBE SER UN TIEMPO DE TRISTEZA, SINO DE CONVERSIÓN"

Benedicto XVI presidió en la colina romana del Aventino la procesión penitencial que abre el tiempo litúrgico de la Cuaresma y ofició la misa de las Cenizas, en la que dijo que la cuaresma no debe ser un tiempo de tristeza y que el mundo actual necesita convertirse.     

"La opinión común es que la Cuaresma es un tiempo de tristeza, grisáceo. Sin embargo es un don precioso de Dios, un tiempo fuerte y denso de significados en el camino de la Iglesia hacia la Pascua", afirmó el pontífice ante varios miles de personas que asistieron al rito en la basílica de Santa Sabina.

El papa manifestó que la cuaresma es un tiempo de conversión y que el mundo necesita "ser convertido por Dios, necesita su perdón, su amor, ya que necesita un corazón nuevo". El obispo de Roma dijo también que todos los hombres necesitan la gracia de Dios, para iluminar sus corazones y mentes.

En una tarde soleada, Benedicto XVI se trasladó desde el Vaticano al Aventino, una de las siete colinas de Roma, para recorrer en procesión el trayecto que va desde la basílica de San Anselmo hasta la de Santa Sabina, para recibir e imponer las cenizas, en este miércoles que marca el comienzo de la Cuaresma.

El papa Ratzinger presidió la procesión acompañado de numerosos cardenales, obispos, los monjes benedictinos de San Anselmo y los dominicos de Santa Sabina, sacerdotes y miles de fieles.

Una vez en Santa Sabina, el papa, que vestía paramentos morados, recibió la ceniza, señal de conversión y penitencia, de manos del cardenal Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y titular de ese templo.
Después, impuso las cenizas a Tomko, así como a otros cardenales, obispos, religiosos y fieles.

Antes, durante la audiencia pública de los míercoels, el Papa resaltó que la Cuaresma es un tiempo de conversión caracterizado por el ayuno, la limosna y la oración, pero que el ayuno es algo más que abstenerse de comer, ya incluye también otras formas de privaciones para llevar una vida más sobria.

"Con la imposición de la ceniza, damos inicio al tiempo de Cuaresma, un itinerario espiritual que en la tradición de la Iglesia está caracterizado por el ayuno, la limosna y la oración, que con la ayuda de Dios deben dar vida a una realidad interior: nuestro compromiso sincero por vivir el Evangelio", afirmó el Pontífice ante varios miles de fieles que asistieron en el Aula Pablo VI del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles.

El obispo de Roma, que dedicó la catequesis de la audiencia a la Cuaresma, que comienza hoy, dijo que las cenizas nos recuerdan nuestra condición de criaturas, al mismo tiempo que nos invitan a la penitencia y la conversión.

Sobre el ayuno, el papa manifestó que significa abstenerse de comer, pero que comprende otras formas de privaciones, como es llevar una vida más sobria, y aseguró que no ayuna verdaderamente quien no sabe nutrirse de la palabra de Dios.

El papa teólogo agregó que el ayuno está ligado estrechamente a la limosna y pidió a los fieles realizar obras buenas y gestos de generosidad "para dar a los pobres y necesitados el fruto de nuestras privaciones".

El Pontífice añadió que la Cuaresma es un tiempo privilegiado para la plegaria. Recordó que san Agustín decía que el ayuno y la limosna son las dos alas de la plegaria e invitó a los fieles a rezar de manera más intensa y prolongada en este tiempo litúrgico.

Benedicto XVI exhortó a los creyentes a seguir a Cristo de manera "más decidida y coherente, renovando la gracia y los compromisos bautismales".

El Papa acudirá está tarde a la basílica romana de santa Sabina, en la colina del Aventino, para presidir los ritos del Miércoles de Ceniza, que abren el tiempo de Cuaresma.

Con motivo de la Cuaresma 2011, Benedicto XVI envió un mensaje a los católicos en el que afirmó que la avidez de dinero insidia nuestras vidas, provoca violencia, prevaricación y muerte y, por ello, durante este tiempo litúrgico la Iglesia invita a la conversión del hombre para que se libere de su egoísmo y del instinto de dominio sobre los demás y se abra a la caridad.



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