Carta de cuaresma del Obispo de Posadas - 4to domingo de cuaresma – 22.03.09 (4ta. Parte)
Por Mons. Juan Rubén Martínez
El documento “Navega mar adentro”, avanza sobre este desafío de evangelizar la búsqueda de Dios, señalando el problema contrario a esta exaltación de lo extraordinario y sobrenatural, que es una suerte de religión diluida, sin sentido de lo trascendente, casi natural y que subraya las energías y capacidades humanas, sin considerar suficientemente el obrar de Dios y su gracia. El texto nos dice: “Además existen grupos seudo religiosos y “programas televisivos” que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno, fuertemente orientada a la búsqueda del bienestar y sin experimentar lo que significa adorar a Dios. Ocurre, por lo general, que sorprendidos en la buena fe, poco formados por la Iglesia, algunos cristianos entran en círculos difíciles de abandonar cuando la desilusión, la mentira quedan en evidencia” (31).
En nuestra reflexión señalábamos que una espiritualidad cristiana debe tener claro aquella afirmación teológica que “la gracia supone la naturaleza”, pero también tener en claro que la naturaleza necesita de la gracia. Mucha literatura que encontramos en diversas librerías, incluso católicas, presentan una sobrecarga en el tema de “la autoayuda”. Si bien es cierto que uno tiene que ser protagonista de su vida y tenemos libertad para realizar nuestras opciones, también es cierto que si analizamos algunos de estos textos nos encontraremos con propuestas que se inscriben en un profundo individualismo y carecen de todo sentido de la trascendencia, de la gracia y de un Dios que es Alguien, y no un todo, algo genérico y que por lo tanto no puede ser Padre. El sincretismo religioso abunda y es promovido por quienes diluyendo todo compromiso y profundidad en la espiritualidad, dejan la dimensión religiosa totalmente expuesta a una suerte de mero consumismo.
Navega mar adentro también señala, por supuesto, los muchísimos signos alentadores de la religiosidad de nuestro pueblo. Religiosidad que deberemos acompañar para que no se extinga en manos de la mediocridad materialista y excesivamente burguesa y mercantil. Como signos alentadores el documento señala: “El catolicismo popular hunde sus raíces en una profunda devoción mariana, en el culto a los santos y a la oración por los difuntos… Cada vez más personas, movidas por una auténtica búsqueda de Dios alimentan su fe en los grupos bíblicos, de oración y en diversos movimientos. Al mismo tiempo, muchos mantienen las vivencias religiosas manifestadas en la frecuencia de los Sacramentos, la vida contemplativa, y la espiritualidad vivida en la cotidianidad de los compromisos temporales” (33). Durante este tiempo de cuaresma en nuestro examen de conciencia será clave que revisemos como vivimos nuestra búsqueda de Dios y espiritualidad de discípulos y misioneros.
Algunas sugerencias pastorales
Será fundamental subrayar que en el centro de nuestra espiritualidad debe estar la Persona de Jesucristo, el Señor, así como el misterio de “la Encarnación” y “la Pascua” como hemos señalado durante esta reflexión. Por lo tanto para internalizar y madurar nuestra fe necesitamos introducirnos en una formación permanente o camino de discipulado.
Es importante recordar que la formación y misión del discipulado, requerirá que no identifiquemos formación o seguimiento con algún curso o sólo algunos estudios. Es cierto que esto es indispensable, pero no es solamente formarnos en este sentido. “Estar con Él” es otra cosa, es internalizar sus propuestas en un proceso personal que no es individualista o intimista. Es un proceso personal que requiere la comunidad, la relacionalidad, requiere a los otros. Es un encuentro en el que experimentamos el amor de Dios, su amor pascual y eucarístico, y que nos lleva a la donación, a salir, a testimoniar “el Amor”. Este es un proceso personal que debe implicar la propia conciencia, y deberemos reconocer que los procesos espirituales en general para ser profundos, son lentos y que, a veces, requieren la vida.
Por eso la espiritualidad madura del discípulo no se logra de un día para otro. Durante nuestra vida tendremos que ir haciéndonos discípulos y misioneros. Es importante señalar que por este motivo debemos desconfiar y discernir sobre las conversiones rápidas, porque muchas veces terminan dejándonos con las manos vacías. Sin agotar los numerosos caminos posibles que el Espíritu Santo promueve en la vida espiritual para transitar el camino de discipulado y misión, hay algunos como “la liturgia” que deberemos revisar y potenciar en nuestras comunidades porque es habitual que no la dimensionemos suficientemente.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
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Por Mons. Juan Rubén Martínez
El documento “Navega mar adentro”, avanza sobre este desafío de evangelizar la búsqueda de Dios, señalando el problema contrario a esta exaltación de lo extraordinario y sobrenatural, que es una suerte de religión diluida, sin sentido de lo trascendente, casi natural y que subraya las energías y capacidades humanas, sin considerar suficientemente el obrar de Dios y su gracia. El texto nos dice: “Además existen grupos seudo religiosos y “programas televisivos” que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno, fuertemente orientada a la búsqueda del bienestar y sin experimentar lo que significa adorar a Dios. Ocurre, por lo general, que sorprendidos en la buena fe, poco formados por la Iglesia, algunos cristianos entran en círculos difíciles de abandonar cuando la desilusión, la mentira quedan en evidencia” (31).
En nuestra reflexión señalábamos que una espiritualidad cristiana debe tener claro aquella afirmación teológica que “la gracia supone la naturaleza”, pero también tener en claro que la naturaleza necesita de la gracia. Mucha literatura que encontramos en diversas librerías, incluso católicas, presentan una sobrecarga en el tema de “la autoayuda”. Si bien es cierto que uno tiene que ser protagonista de su vida y tenemos libertad para realizar nuestras opciones, también es cierto que si analizamos algunos de estos textos nos encontraremos con propuestas que se inscriben en un profundo individualismo y carecen de todo sentido de la trascendencia, de la gracia y de un Dios que es Alguien, y no un todo, algo genérico y que por lo tanto no puede ser Padre. El sincretismo religioso abunda y es promovido por quienes diluyendo todo compromiso y profundidad en la espiritualidad, dejan la dimensión religiosa totalmente expuesta a una suerte de mero consumismo.
Navega mar adentro también señala, por supuesto, los muchísimos signos alentadores de la religiosidad de nuestro pueblo. Religiosidad que deberemos acompañar para que no se extinga en manos de la mediocridad materialista y excesivamente burguesa y mercantil. Como signos alentadores el documento señala: “El catolicismo popular hunde sus raíces en una profunda devoción mariana, en el culto a los santos y a la oración por los difuntos… Cada vez más personas, movidas por una auténtica búsqueda de Dios alimentan su fe en los grupos bíblicos, de oración y en diversos movimientos. Al mismo tiempo, muchos mantienen las vivencias religiosas manifestadas en la frecuencia de los Sacramentos, la vida contemplativa, y la espiritualidad vivida en la cotidianidad de los compromisos temporales” (33). Durante este tiempo de cuaresma en nuestro examen de conciencia será clave que revisemos como vivimos nuestra búsqueda de Dios y espiritualidad de discípulos y misioneros.
Algunas sugerencias pastorales
Será fundamental subrayar que en el centro de nuestra espiritualidad debe estar la Persona de Jesucristo, el Señor, así como el misterio de “la Encarnación” y “la Pascua” como hemos señalado durante esta reflexión. Por lo tanto para internalizar y madurar nuestra fe necesitamos introducirnos en una formación permanente o camino de discipulado.
Es importante recordar que la formación y misión del discipulado, requerirá que no identifiquemos formación o seguimiento con algún curso o sólo algunos estudios. Es cierto que esto es indispensable, pero no es solamente formarnos en este sentido. “Estar con Él” es otra cosa, es internalizar sus propuestas en un proceso personal que no es individualista o intimista. Es un proceso personal que requiere la comunidad, la relacionalidad, requiere a los otros. Es un encuentro en el que experimentamos el amor de Dios, su amor pascual y eucarístico, y que nos lleva a la donación, a salir, a testimoniar “el Amor”. Este es un proceso personal que debe implicar la propia conciencia, y deberemos reconocer que los procesos espirituales en general para ser profundos, son lentos y que, a veces, requieren la vida.
Por eso la espiritualidad madura del discípulo no se logra de un día para otro. Durante nuestra vida tendremos que ir haciéndonos discípulos y misioneros. Es importante señalar que por este motivo debemos desconfiar y discernir sobre las conversiones rápidas, porque muchas veces terminan dejándonos con las manos vacías. Sin agotar los numerosos caminos posibles que el Espíritu Santo promueve en la vida espiritual para transitar el camino de discipulado y misión, hay algunos como “la liturgia” que deberemos revisar y potenciar en nuestras comunidades porque es habitual que no la dimensionemos suficientemente.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
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