14 de Marzo: Santa Matilde, Reina
(✞ 967)
Diez años después, Enrique se convirtió en rey de Germania y ella, en su guía y consejera.
Matilde y Enrique eran un solo corazón. "En ambos, dice un biógrafo, reinaba el mismo amor a Cristo, una misma unión para el bien, una voluntad igual para la virtud, la misma compasión para los súbditos y el mismo afecto entrañable para todos. Los dos merecieron las alabanzas del pueblo".
Influyó en suavizar el violento talante del monarca. "Tú mitigaste mis cóleras y me apartaste a menudo de la iniquidad" le dijo en el lecho de muerte.
Tuvo como hijos a Otón el Grande, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; san Bruno I “el Grande”, arzobispo de Colonia; Gerberga, esposa de Luis de Outremer, y reina de Francia; Eduvigis, madre de Hugo Capeto.
Aprendió de memoria el Psalterio, y todos los días lo rezaba de rodillas. La reina se recogía en una estrecha y pobre celda de su palacio, oía por la mañana todas las Misas que se celebraban, y se consagraba después a todos los oficios de caridad. Fundó un hospital junto a su palacio para mujeres pobres, y en sus enfermedades las visitaba todos los días, acompañada de sus damas, les ordenaba las camas, barría las habitaciones y no se desdeñaba de curar y tocar con sus blancas y delicadas manos, llagas y miserias a que un cuerpo humano está sujeto. Visitaba también a los enfermos de las casas particulares, los cuales recibían gran consuelo con su presencia angelical, y los socorría con sus manos, y tanto en la ciudad como fuera de ella, no había una sola necesidad a la que no acudiese la cristiana piedad de la reina.
Por su orden y mandato ardían todas las noches de invierno muchas hogueras en las plazas y caminos, para que se calentasen los pobres, y no se perdiesen los caminantes.
A sus criadas y criados domésticos, les hizo enseñar variedad de artes en que ejercitarse y letras en que aprovechase en el camino de la salvación para sí y para otros, guiado cada uno por su particular ingenio, para que de esa suerte, siguiendo su voluntad saliesen eminentes en el arte, facultad o ciencia que aprendían.
Después de muerto su marido, en 936, entró en un monasterio de Religiosas Benedictinas de Nordhausen, que ella había fundado, y así pasaba las noches en vigilias y oraciones, dormía sobre una tabla sin desnudarse, vestida de cilicio, y solo comía lo que era forzoso para no morir.
Estando próxima a la muerte se retiró al monasterio de Quendlinburg (también fundado por la reina Santa Matilde), y el obispo de Maguncia, que era su nieto, le administró los santos Sacramentos, mandando ella que le diesen un paño con que habría de cubrir su túmulo, pero diciendo que él lo necesitaría antes que ella, como sucedió, pues el obispo falleció al día siguiente.
El día de su muerte, mandó que le cantasen los salmos, y la pusieran en tierra sobre una mortaja; y ella con sus propias manos se echó ceniza en la cabeza, y haciendo la señal de la Cruz, descansó en la paz del Señor cuando contaba con 70 años de edad.
A ella se debe la fundación de la abadía de Pochlde, y además los monasterios antes citados, también fundó, en 929, los monasterios de San Servacio y San Wicperto en Quedlinburg.
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