Por el padre Jorge González Guadalix
Reconozco que hay personas especialmente chismosas, felices correveidiles, expertos es rebuscar motivaciones ocultas hasta en el cambio de purificador para la misa cotidiana. Los hay y Dios nos libre de caer en estas cosas. Dicho esto, me van a perdonar si digo que una muy buena parte del chismorreo tiene su origen en el mismo santo padre, en los obispos y en las curias diocesanas.
Dicen los expertos, por ejemplo en asuntos vaticanos, y decimos otros desde nuestros humildísimos puestos eclesiales, que jamás habíamos visto los católicos, y desde luego los sacerdotes, tanta opacidad en las cuestiones eclesiásticas. Aquí nadie sabe nada, no se cuenta nada, no se explica nada. Hagan el esfuerzo de buscar en los portales de su diócesis información medio interesante, o pregunten directamente en sus obispados.
Busquen o pregunten cosas tan simples como reuniones, temas o acuerdos del consejo pastoral diocesano. O por el consejo presbiteral, que nos representa, se supone, a todos los sacerdotes. Pidan información sobre nombramientos de sacerdotes. Soliciten la contabilidad detallada de un obispado cualquiera y si tienen acceso a mirar tranquilamente las cuentas. Indaguen discretamente sobre la razón de ese cambio sacerdotal en mitad del curso o qué ha pasado con el movimiento Tal. Reclamen explicaciones de por qué tal acontecimiento o por qué ese justamente no, o por el motivo de que en su parroquia no haya misa más que el domingo y no siempre.
Y si vamos más arriba… quizá haya algún chismoso que se haga preguntas y comience a comparar. Por ejemplo, el diferente trato al padre Rupnik, al padre Roberto Juan Yannuzzi y al padre Pavone. O que pida explicaciones por la rápida aceptación de la renuncia de Reig Pla mientras que otros obispos permanecen en sus sedes años y años.
El problema es que mientras se mantiene un discurso de una iglesia “sinodal”, “de todos”, “transparente” y “abierta”, luego vas y preguntas cualquier cosa y resulta que nadie sabe nada, nadie dice nada, nadie explica nada. La conclusión es obvia: aumenta el chismorreo.
No me vale que invoquen la prudencia. Desde que existen las redes sociales la gente se entera de muchas cosas, y desde que nos vienen repitiendo lo de la “sinodalidad” y una Iglesia “transparente y de todos”, la gente se lo cree y pregunta, para encontrar por respuesta que bueno, que son cosas delicadas, que hay que ser prudentes.
¿La conclusión? Sencilla.
- ¿Fulanito? ¿Padre Mengánez? ¿Es verdad eso que me han contado de….
- No sé nada, a ver si pregunto a Manolo, que suele estar informado, a ver qué pasa...
Insisto. Chismosos, siempre. Pero si en lugar de callar se diera más información, que para eso se supone que existen las páginas web y tantos medios de comunicación, se reduciría mucho el problema. Y pongo un ejemplo:
- Oye, Perengánez, me han dicho que Don Serenín va de párroco a santa Veneranda. ¿Y qué va a pasar con su parroquia de san Társilo? Porque mira que tenían un problema gordo…
Es sencillísimo acabar con estas cosas. Nombramiento firmado y publicación en la web inmediatamente. Menos chismes.
De profesión, cura
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