Por Javier Navascués
Nuestra Madre del Cielo aplasta la cabeza de la serpiente infernal y toda herejía e ideología. Igualmente pulveriza la lacra de la tibieza y el indiferentismo religioso. Para que Cristo vuelva a reinar en la sociedad española y se cumplan las promesas del Sagrado Corazón de Jesús al Padre Hoyos es necesario que María allane el camino tocando los corazones de muchos españoles.
La esencia de España es católica y nuestra patria tiene que despertar del letargo, que desaparezcan los católicos vergonzantes y cedan el testigo a aquellos que dan testimonio público de su fe y con su vida llevan el buen olor de Cristo a toda la sociedad.
El sábado 23 de abril, día de San Jorge, la plaza de la Villa de Madrid se convirtió en un nuevo Lepanto y las calles tibias se revistieron de fervor y se engalanaron de esperanza con el piadoso rezo del Santo Rosario por parte de varios cientos de hombres que, en su mayoría de rodillas, pese a las inclemencias del tiempo, ofrecieron a María Santísima el preciado ramillete de 50 rosas perfumadas.
A imagen y semejanza de los modelos polacos e irlandeses, las marciales formaciones, a modo de escuadra, en perfecto orden y con hileras al estilo castrense impresionaban, así como el semblante viril de los varones, de todas las edades, que rezaban con gravedad y convencimiento la oración que más a agrada a nuestra Madre del Cielo y que ha pedido sin cesar en las últimas apariciones marianas.
El acto estuvo organizado por varios jóvenes capitaneados por Fernando y Ricardo Martín de Almagro y contó con la presencia del canónigo Raúl Olazábal y varios sacerdotes del Instituto de Cristo Rey. También se sumaron sacerdotes diocesanos y seglares de diferentes parroquias y movimientos de la Iglesia.
Fueron especialmente impactantes las meditaciones al principio y final del Rosario, y entre misterio y misterio, en donde se arengaba a los presentes a buscar la santidad y a expulsar sin medias tintas toda mancha de pecado y de mundanidad de sus vidas. Ya era hora que alguien hablase así públicamente en la calle, defendiendo sin tapujos la santa doctrina católica. El Reinado Social de Cristo, aunque en incipiente semilla, ya está aquí y ha venido para quedarse.
Tras el Rosario y las letanías se acabó la oración virginiana rezando por las intenciones del Santo Padre y con el Regina Coeli, propio del tiempo pascual. El acto acabó con enardecidos Vivas a Cristo Rey y a María Santísima y con la pena de que se acabase el evento y esperando el segundo. Esperemos que los presentes contemos lo vivido con entusiasmo, como hago en esta sencilla crónica y el fervor mariano se extienda como reguero de pólvora contra las huestes del averno.
Hay que destacar la perfecta organización y que el acto se llevó a cabo sin ningún incidente. Los organizadores anunciaron que llevan la idea de hacerlo con cierta regularidad y que tal vez se pueda consolidar todos los meses. Recemos por esta intención.
Se intuye, se percibe, que tras esta toma de contacto el movimiento va ir a más y se va a extender por varias ciudades de España, según el modelo polaco e irlandés y ya podemos decir que también según el modelo de Madrid… y de España a toda la Hispanidad y al mundo entero.
Caballero del Pilar
La esencia de España es católica y nuestra patria tiene que despertar del letargo, que desaparezcan los católicos vergonzantes y cedan el testigo a aquellos que dan testimonio público de su fe y con su vida llevan el buen olor de Cristo a toda la sociedad.
El sábado 23 de abril, día de San Jorge, la plaza de la Villa de Madrid se convirtió en un nuevo Lepanto y las calles tibias se revistieron de fervor y se engalanaron de esperanza con el piadoso rezo del Santo Rosario por parte de varios cientos de hombres que, en su mayoría de rodillas, pese a las inclemencias del tiempo, ofrecieron a María Santísima el preciado ramillete de 50 rosas perfumadas.
A imagen y semejanza de los modelos polacos e irlandeses, las marciales formaciones, a modo de escuadra, en perfecto orden y con hileras al estilo castrense impresionaban, así como el semblante viril de los varones, de todas las edades, que rezaban con gravedad y convencimiento la oración que más a agrada a nuestra Madre del Cielo y que ha pedido sin cesar en las últimas apariciones marianas.
El acto estuvo organizado por varios jóvenes capitaneados por Fernando y Ricardo Martín de Almagro y contó con la presencia del canónigo Raúl Olazábal y varios sacerdotes del Instituto de Cristo Rey. También se sumaron sacerdotes diocesanos y seglares de diferentes parroquias y movimientos de la Iglesia.
Fueron especialmente impactantes las meditaciones al principio y final del Rosario, y entre misterio y misterio, en donde se arengaba a los presentes a buscar la santidad y a expulsar sin medias tintas toda mancha de pecado y de mundanidad de sus vidas. Ya era hora que alguien hablase así públicamente en la calle, defendiendo sin tapujos la santa doctrina católica. El Reinado Social de Cristo, aunque en incipiente semilla, ya está aquí y ha venido para quedarse.
Tras el Rosario y las letanías se acabó la oración virginiana rezando por las intenciones del Santo Padre y con el Regina Coeli, propio del tiempo pascual. El acto acabó con enardecidos Vivas a Cristo Rey y a María Santísima y con la pena de que se acabase el evento y esperando el segundo. Esperemos que los presentes contemos lo vivido con entusiasmo, como hago en esta sencilla crónica y el fervor mariano se extienda como reguero de pólvora contra las huestes del averno.
Hay que destacar la perfecta organización y que el acto se llevó a cabo sin ningún incidente. Los organizadores anunciaron que llevan la idea de hacerlo con cierta regularidad y que tal vez se pueda consolidar todos los meses. Recemos por esta intención.
Se intuye, se percibe, que tras esta toma de contacto el movimiento va ir a más y se va a extender por varias ciudades de España, según el modelo polaco e irlandés y ya podemos decir que también según el modelo de Madrid… y de España a toda la Hispanidad y al mundo entero.
Caballero del Pilar
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