jueves, 17 de mayo de 2001

EXORCISMO CONTRA SATANAS Y LOS ANGELES APOSTATAS PUBLICADO POR ORDEN DE LEÓN XIII

Tomado del Rituale Romomanum, Titulus XI, Caput III


Sobre la recitación de los fieles laicos: “El Santo Padre exhorta a los sacerdotes a rezar esta oración con mucha frecuencia, como un exorcismo simple para contener el poder del demonio e impedir que haga daño. El fiel, asimismo, puede también decirla en su propio nombre, con el mismo propósito, como oración aprobada. Se recomienda su uso donde se sospeche que esté actuando el demonio, ya sea causando la maldad de los hombres, inspirando violentas tentaciones, y hasta produciendo tormentas y calamidades públicas.

Puede usarse como un exorcismo solemne, en una ceremonia oficial y pública en latín, para expulsar al diablo.

Un sacerdote sólo la puede decir en nombre de la Iglesia si ha recibido el permiso de su Obispo”. 


Exorcismo

En el nombre de Jesucristo Dios y Señor nuestro, mediante la intercesión de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios; de San Miguel Arcángel, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,

si tiene el Orden de Exorcista, recite esto a continuación:

y apoyados en la sagrada autoridad que nuestro ministerio nos confiere, 

los fieles omitiendo lo anterior: 

procedemos con ánimo seguro a rechazar los asaltos que la astucia del demonio mueve en contra de nosotros.

Salmo 67

Levántese Dios, y sean dispersados sus enemigos,
huyan ante su faz los que le odian.
Cual se disipa el humo, los disipas;
como la cera se derrite al fuego, perecen los impíos ante Dios.

℣. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

℟. Venció el león de la tribu de Judá, el hijo de David.

℣. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.

℟. Como lo esperamos de Ti.

Os exorcizamos, espíritus de inmundos, poderes satánicos, 
ataques del enemigo infernal, legiones, reuniones, sectas diabólicas, en el nombre y por virtud de Jesucristo , nuestro Señor, os arrancamos y expulsamos de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a la imagen de Dios y rescatadas por la preciosa sangre del Cordero divino 

No oses más, pérfida serpiente, engañar al género humano ni perseguir a la Iglesia de Dios, ni sacudir y pasar por la criba como el trigo a los elegidos de Dios  

Te manda Dios Altísimo , a quien por tu gran soberbia aún pretendes asemejarte y cuya voluntad es que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad. 

Te manda Dios Padre  Te manda Dios Hijo  Te manda Dios Espíritu Santo 

Te manda Cristo, Verbo eterno de Dios hecho carne,  que para salvar nuestra raza perdida por tu envidia, se humilló y fue obediente hasta la muerte, que ha edificado su Iglesia sobre firme piedra, prometiendo que las puertas del infierno no prevalecerán jamás contra ella, y que permanecería con ella todos los días hasta la consumación de los siglos. 

Te manda la santa señal de la Cruz  y la virtud de todos los misterios de la fe cristiana 

Te manda el poder de la excelsa Madre de Dios, la Virgen María , que desde el primer instante de su Inmaculada Concepción, aplastó tu muy orgullosa cabeza por virtud de su humildad. 

Te manda la fe de los Santos Apóstoles, Pedro y Pablo, y la de los demás Apóstoles 

Te manda la sangre de los Mártires y la piadosa intercesión de todos los santos y santas 

Así pues, dragón maldito y toda la legión diabólica, te conjuramos por el Dios  vivo, por el Dios  verdadero, por el Dios  Santo, por el Dios que tanto amó al mundo, que llegó hasta darle su Hijo Unigénito, a fin de que todos los que creen en Él no perezcan, sino que vivan vida eterna. 

Cesa de engañar a las criaturas humanas y brindarles el veneno de la condenación eterna: cesa de perjudicar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. 

Huye de aquí, Satanás, inventor y maestro de todo engaño, enemigo de la salvación de los hombres. 

Retrocede delante de Cristo, en quien nada has encontrado que se asemeje a tus obras; retrocede ante la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica, que Cristo mismo compró con su sangre. 

Humíllate bajo la poderosa mano de Dios, tiembla, desaparece ante la invocación hecha por nosotros, del Santo y terrible Nombre de Jesús, ante el cual se estremecen los infiernos; a quien están sometidas las virtudes de los cielos; las Potestades y Dominaciones, a quien los Querubines y Serafines alaban sin cesar en sus cánticos diciendo: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los Ejércitos! 

℣. Señor, escucha nuestra oración. 

℟. Y llegue a ti nuestro clamor. 

℣. El Señor esté con vosotros. 

℟. Y con tu espíritu. 


Oración 

Dios del cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo; porque no hay otro Dios delante de ti, ni puede haber otro sino tú mismo. 

Creador de todas las cosas visibles e invisibles, cuyo reino no tendrá fin: humildemente suplicamos a la majestad de tu gloria se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. 

Por Jesucristo nuestro Señor, Amén. 

℣. De las asechanzas del demonio, 

℟. Líbranos Señor. 

℣. Que te dignes conceder a tu Iglesia la seguridad y la libertad necesarias para tu servicio, 

℟. Te rogamos, óyenos. 

℣. Que te dignes humillar a los enemigos de la Santa Iglesia, 

℟. Te rogamos, óyenos. 

(Se rocía con agua bendita el lugar ).


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