Bergoglio ha desarrollado su homilía partiendo de esta imagen alegre, relatada en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo de Dios, recordó, estaba de fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa. La oración de alabanza de David, prosiguió, “lo llevó a salir de toda compostura y a danzar delante del Señor con todas sus fuerzas”. Esta, comentó, “¡era exactamente la oración de alabanza!”. Bergoglio dijo que leyendo esta cita, “pensó enseguida en Sara después de haber dado luz a Isaac: ¡El Señor me hizo bailar de alegría!”. Esta anciana, como el joven David, evidenció, ha bailado de alegría ante el Señor. Para nosotros, observó, es fácil entender la oración para pedir una cosa al Señor, también para agradecer al Señor. También entendemos bien la oración de adoración, no es tan difícil. Pero la oración de alabanza la dejamos de lado, no nos sale tan espontánea”.
‘Pero Padre, esto es para los de la Renovación en el Espíritu, no para todos los cristianos!’. No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros! En la Misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es una oración de alabanza: alabamos al Señor por su grandeza, ¡por qué es grande! Y le decimos cosas bellas, porque a nosotros nos gusta que sea así. ‘Pero Padre, yo no soy capaz… yo debo…’ ¿Eres capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no eres capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de los formalismos para cantar esto? ¡Alabar al Señor es totalmente gratis! No pedimos, no agradecemos: ¡alabamos!”.
“Debemos rezar con todo el corazón, es un acto también de justicia, ¡por qué Él es grande! ¡Es nuestro Dios!. David, recordó, era muy feliz porque volvía el arca, volvía el Señor: también su cuerpo rezaba con esa danza”.
“Una buena pregunta que nos podemos plantear hoy: ‘¿Cómo va mi oración de alabanza? ¿Sé alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o cuándo rezo el Gloria o rezo el Sanctus lo hago solo con la boca y no con todo el corazón?’ ¿Qué me dice la danza de David? ¿Y Sara, bailando de alegría? Cuando David entra en la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!”.
“La alegría de la fe nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia”. El papa recordó que cuando David entra en el palacio, la hija del rey Saúl, Mikal, lo reprende y le pregunta si no se avergüenza por haber bailado de esa manera delante de todos. Él, que es el rey. Mikal “despreció a David”.
“Yo me pregunto ¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, personas buenas que alaban al Señor, como se les ocurre, de forma espontánea, porque no son cultos, no siguen los comportamientos formales? Pero, ¡desprecio! Y dice la Biblia que Mikal quedó estéril por este motivo ¡para el resto de su vida! ¿Qué quiere decir la Palabra de Dios aquí? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en el momento grande de su fecundidad ¡a los noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor”.
“El hombre o la mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, que cuando canta el Sanctus en la Misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundos”.
Sin embargo, advirtió, “los que se encierran en la formalidad de una oración fría, medida, pueden terminar como Mikal: en la esterilidad de su formalidad”. Bergoglio ha invitado, por tanto, a imaginar a David que danza “con todas sus fuerzas ante el Señor y pensemos lo bello que puede ser hacer la oración de alabanza. Nos hará bien repetir las palabras del Salmo 23 que hemos rezado hoy: “Alzaos puertas, alzad los dinteles para que entre el Rey de la gloria. El Señor, el fuerte, el valiente, Él es el rey de la gloria!”.
Aleteia
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