martes, 25 de octubre de 2011
MONS. AGUER: EL PUDOR Y NUESTRA TV
Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, se refirió a “un valor importantísimo y olvidado, que es el pudor” aclarando que “no hay que confundir el pudor con la mojigatería, con el ocultamiento puritano” que son “más bien deformaciones hipócritas o enfermizas del pudor” y lo aplicó al estado de nuestra Televisión.
Tras afirmar que “el pudor es un sentimiento natural, no convencional, que poseen todas las personas honestas y del cual carecen los descarados, los desvergonzados, los degenerados, que se complacen en ostentar sus vicios y perversiones”, sostuvo que “todo lo contrario del pudor es esa especie de banalización de la sexualidad que se encuentra en tantos programas de televisión y en uno especialmente, del cual se ha hablado mucho en las últimas semanas. Es una especie de sex shop donde se ventila desvergonzadamente la intimidad física, donde se trata el cuerpo humano como un objeto; se lo degrada a la categoría de objeto y se hace con él lo que se quiere. Sobre todo, se exhibe como objeto el cuerpo femenino”.
Consideró que “en ese programa se acumula la fealdad, la grosería, la indecencia, la pornografía…” y lo consideró “un signo de la decadencia cultural que estamos viviendo y soportando; especialmente si uno toma en cuenta que, según dicen, tiene 25 o 30 puntos de rating”. Añadió que al cumplirse “el sexagésimo aniversario de la televisión argentina” es “una buena ocasión para reflexionar sobre esto” y se peguntó: “¿A qué grado de estupidización ha sometido a nuestro pueblo?”.
También destacó que “estos programas que tienen, al parecer tanta aceptación popular” son los que “medran con la degradación cultural del pueblo argentino” y “aquí el problema de si lo ven menores o no lo ven menores me parece en cierto modo secundario, porque esto deshonra a todo el que lo mira. Y lo terrible es que el que lo mira es deshonrado por ello y no se da cuenta. Quiere decir que se produce un adormecimiento de la conciencia”.
En el final subrayó que “aquí no hay mojigatería ninguna en oponerse a esa desmesura sino que aquí se trata de un valor fundamental de decencia sin el cual no se puede vivir seriamente aquello que es más íntimo en la persona humana”, y consideró que “este exhibicionismo tiene que tener algún freno, tiene que tener algún limite y me parece que el límite lo tiene que poner, espontáneamente, la opinión general”.
Y dirigiéndose a los televidentes dijo: “Por eso este discurso va dirigido a ustedes, porque es necesario reaccionar. Si no se reacciona y si no se reacciona colectivamente, como una especie de toma de conciencia de “hasta aquí llegamos pero no podemos seguir así”, entonces esta decadencia cultural de nuestro pueblo va a continuar hasta un abismo insondable. Y eso sería una hipoteca de la esperanza que podríamos abrigar para el futuro argentino”.
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