Por Germán Mazuelo-Leytón
Mientras los seglares católicos en una u otra parte del mundo hemos de enfrentarnos a la defensa de la fe, en la denominada Jornada Mundial de la Juventud verificada en Panamá, la fe católica quedó desvirtuada, tomando el cariz de un encuentro mundano como tantos otros, en el que se verificaron diversos espectáculos para mantener entretenidos a los asistentes, entre éstos, el show de "sacerdotes roqueros", que fue desarrollado en 6 momentos distintos de dicha Jornada, y especialmente la blasfema «representación» del misterio de la Encarnación del Señor, en presencia del Obispo de Roma.
Ya en la «Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro de julio 2013», la novedad del espectáculo mundano introdujo el flash movie del que participaron los obispos asistentes como "una forma de rejuvenecer".
«En esta situación, lo único que nos queda -para evitar el envenenamiento del pensamiento cristiano por el marxismo, tanto del clero, como de los fieles- es denunciar concretamente la presencia del marxismo en la teología para que cada persona de buena voluntad, es decir todo cristiano que realmente desee conocer la auténtica doctrina de Cristo y la verdadera enseñanza de la Iglesia, pueda distinguir el trigo de la cizaña, la verdad de la mentira». [1]
I. Mariología igualitaria
En el artículo publicado por Adelante la Fe,[2] el 16 de julio de 2018, me referí a las escandalosas afirmaciones del Obispo de Roma respecto de Nuestra Señora, que dieron pie a mayor confusión y desorientación a raíz de los extractos publicados por el diario Corriere della Serra [3], sobre su libro-entrevista respecto de la Santísima Virgen.
Las confusas expresiones pontificias publicadas por ese diario, chocan una vez más con la enseñanza bimilenaria católica sustentada en la Sagrada Escritura, la Tradición de la Iglesia y el sentimiento común de los fieles.
Coloca Jorge Mario Bergoglio a Nuestra Reina y Madre en un concepto pseudo mariológico utilizado por las marxistas «teologías» de la Liberación, de la "Revolución" y del "Pueblo".
La piedad y el culto marianos tan arraigados en los fieles católicos, son infiltrados, desvirtuados y corrompidos por los "revolucionarios liberacionistas", en su afán de servirse de cuanto les sea útil para sus propios fines.
Uno de los más preclaros exponentes de la TL, Leonardo Boff, en su escrito Jesús Cristo Liberador, se atreve a afirmar -ridiculizando y destruyendo los dos mil años de la devoción mariana de la Iglesia- que la devoción mariana durante toda la historia de la Iglesia, es nada más que una «instrumentalización del cristianismo por la burguesía».
Como dice el Padre Poradowski, para la «mariología marxista» de Boff no existe ninguno de los dogmas tradicionales marianos de la fe cristiana. Despoja a María Santísima, no solamente de todos los títulos tradicionales -que para todos cristiano expresan la profundidad de los dogmas, como la Theotokos. Madre de Dios, la Inmaculada Concepción (concebida sin mancha de pecado original), la Asunta (en cuerpo y alma llevada al cielo), la Virgen Santísima (antes y después del parto de Cristo), etc.- sino que incluso rechaza todas las virtudes naturales y sobrenaturales, de las cuales la Santísima Virgen es modelo para los cristianos.
Para Leonardo Boff, la Santísima Virgen "vive en estado de opresión, porque es virgen"… Cada uno de sus razonamientos se halla dentro del esquema de la lógica marxista, es decir, dentro de la lucha de los opuestos: opresión-liberación. [4]
Así podemos colegir, que esa "nueva mariología" Jorge Mario Bergoglio la aplica en su exposición de Nuestra Señora.
Francisco afirma que el pecado que «más agrada a Satanás es el pecado de la élite», explicando que «la élite no sabe lo que significa vivir en la gente, y cuando hablo de élite, no me refiero a una clase social. Estoy hablando de una actitud del alma», e imagina a Santa María de Nazareth «desde su nacimiento hasta el momento de la Anunciación, el momento del encuentro con el ángel de Dios, como una niña normal, una niña de hoy, una niña que no puedo decir de una ciudad, porque es de un pueblo, pero normal, normalmente educada, abierta a casarse, a formar una familia» y «la normalidad es vivir en la gente y como la gente».
El 21 de diciembre de 2018, Francisco dijo que María Santísima «no nació santa» negando claramente el dogma de la Inmaculada Concepción. [5]
El sacerdote brasileño Alexandre Awi, ha escrito un libro «sobre la espiritualidad mariana del Papa» que lleva por título «Ella es mi Mamá». Afirma el ahora colaborador de Francisco: «él es un latinoamericano y se hace eco de la experiencia de religiosidad popular que allí se vive. Cuestión que es reflexionada además especialmente por una corriente de la teología latinoamericana que es la Teología del Pueblo en Argentina».
Como resorte, en la JMJ 2019 en Panamá, se ridiculiza el misterio de la Encarnación, presentando a una chica normal en apretados pantalones, que usa zapatillas y teléfono móvil, vulgar más que normal.
Una teatralización sacrílega del misterio de la Encarnación del Verbo
II. Mariología católica
El primer hecho histórico que nos refieren los Evangelios sobre la Virgen lo leemos en el precioso texto de la Anunciación narrada por San Lucas: (2, 26-38). Es incomparable por la belleza de la descripción, la sobriedad de los detalles, la inefable dulzura que resuma.
La Anunciación a María es decisiva para toda la historia de la humanidad, sobre todo para el pueblo de Israel. La elección de María, su encumbramiento, su concepción milagrosa, su maternidad del Mesías y Salvador, es un rosario de singulares gracias concedidas a su persona. Pero no solamente eso: es el cumplimiento de las más profundas profecías, la concesión de inigualables gracias divinas prometidas y anunciadas a Israel.
María Santísima conoce la tradición con sus promesas de Dios a su pueblo, y sabe que la visita del arcángel es uno de los más trascendentales episodios de la historia de Israel. Cuanto el arcángel anuncia que se ha de cumplir no es puramente el engrandecimiento de una persona sino toda la elevación del Pueblo que Dios había mimado desde la creación de los primeros padres. María es consciente de la importancia colectiva de su hora, por eso en el Magníficat, tras haber exaltado la bondad y misericordia divinas, alude a las promesas antiguas que por Ella comienzan a brotar: Acogió a Israel su siervo, recordando la misericordia, conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre (Lc 1, 54-55).
Para los Padres, la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, fue el comienzo de un acto divino unificado de redención que vio su misericordioso clímax en la Pasión y Muerte del Redentor en la Cruz. La Encarnación es la Redención iniciada y anticipada (Incarnatio redemptiva redemptio inchoativa) y la cooperación física y moral de la Virgen en la Encarnación redentora por sí sola merece los títulos patrísticos de ser, en su debida manera subordinada, la causa de nuestra salvación[6], el precio de la redención de los cautivos[7], y aquella que dio a luz a la redención para la raza humana[8].
Dios pudo haber constituido a María Santísima, Madre de su Hijo sin mandarle el anuncio y aun sin pedirle el consentimiento como lo hizo. Este gran Señor, siempre independiente y suficiente a Sí mismo, ni ha tenido ni tiene ahora necesidad alguna de la Santísima Virgen para hacer su voluntad Santísima y manifestar su gloria; pues basta que Él lo quiera, para que todo se haga. [9] Habiendo querido Dios comenzar y acabar sus más grandes obras por la Santísima Virgen desde que la formó [10] fue de suma conveniencia que tan gran prodigio fuera anunciado a María. Los Santos Padres y Doctores razonan esta conveniencia aduciendo muchos motivos.
1. En primer lugar, era de todo punto conveniente, escribe San Buenaventura, que María concibiera a Jesús antes por el afecto del alma, por la santidad y el amor. [11]
2. La Anunciación instruía a Nuestra Señora sobre el misterio de la Encarnación hasta el mínimo detalle, el primero de los detalles, a fin de ser testigo irrefutable del mismo.
3. Además, resultaba muy digno de la divina Sabiduría, que en la reparación de la caída y pecado del primer hombre se llevase el mismo orden que ésta tuvo: como el ángel malo propuso a Eva el pecado y la incitó a él solicitando el consentimiento, así el ángel del Señor propone a la Virgen, la nueva Eva, es decir, Madre de todos los vivientes, los planes de Dios, y solicita su consentimiento, y por el mismo atrae a su seno al Hijo de Dios, como explica el Doctor Seráfico.
4. Finalmente con la Encarnación, Dios entabla con los hombres una desusada comunicación, estableciendo tal alianza y amistad que, sin dejar de ser Dios, se hacía uno más entre los hombres.
De las palabras: «No conozco varón» se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no sólo la más perfecta fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto, sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en nada su docilidad (v. 38), la perfecciona. [12]
«Una mujer puede conservar su virginidad por uno de estos tres motivos: por no haber tenido ocasión de casarse; por no haberlo querido hacer; por haber prometido a Dios mantenerse pura, aun teniendo mil ocasiones de casarse. María, la Madre de Dios, fue virgen por el tercer motivo. Se enamoró de Dios en su primera infancia. Fue un amor bello y absoluto, primero y último, principio y fin.
De la Anunciación se desprende una de las verdades más sublimes del mundo: la vocación de la mujer para los supremos valores religiosos.
María vino al mundo para restablecer la primitiva misión de la mujer, la de ser portadora de Dios a la humanidad».[13]
Dios Padre comunicó a María su fecundidad, en cuanto una pura criatura era capaz de recibirla, a fin de darle poder para engendrar a su Hijo y a todos los miembros de su cuerpo místico. [14]
Uno de los grandes méritos de San Luis María de Montfort es centrarnos en el «primer misterio de Jesucristo… compendio de todos los misterios». El misterio de la Encarnación está en el corazón mismo de la salvación. Para el Santo, la Encarnación no es sólo un misterio esencial, es EL misterio fundamental de la economía de la salvación.
Dice Montfort: «Como el tiempo no me permite detenerme aquí para explicar las excelencias y grandezas del misterio de Jesús mientras vivió y reinó en María, o de la Encarnación del Verbo, me contentaré con decir en dos palabras, que éste es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más elevado y el menos conocido; que en este misterio fue cuando Jesús, de acuerdo con María, en su seno (que por eso fue llamado por los santos la sala de los secretos de Dios) escogió a todos los elegidos; que en este misterio obró todos los misterios de su vida que vinieron después, por la aceptación que hizo de ellos: Por eso Jesús, al entrar en el mundo, dice: Mira que vengo a hacer tu voluntad; y, por consiguiente, que este misterio es un resumen de todos los misterios, que encierra la voluntad y la gracia de todos; en fin, por este misterio es el trono de la misericordia, de la liberalidad y de la gloria de Dios».[15]
«La lengua de la Virgen -dice San Bernardino de Sena en su Sermonario- llave fue del paraíso. Habló y quedó abierta la puerta del cielo. Hágase en mí según tu palabra. Por la virtud de esta frase, bajó de la gloria el Hijo de Dios. Y el Verbo se hizo carne».
[1] PORADOWSKI, P. MIGUEL, El marxismo en la teología.
[2] MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, ¡Salve María, llena eres de Gracia!https://adelantelafe.com/salve-maria-llena-eres-de-gracia/
[3]https://www.corriere.it/cronache/18_ottobre_07/papa-francesco-chiesa-popolo-elite- peccato-2ab8a8ce-ca64-11e8-8417-701d201b7018.shtml
[4] Cf.: PORADOWSKI, P. MIGUEL, El marxismo en la teología.
[5] MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, Nuevas blasfemias y ataques a la Madre de Dios.https://adelantelafe.com/nuevas-blasfemias-y-ataques-a-la-madre-de-dios/
[6] SAN IRENEO, Aedversus Haereses, I, c. 22, n. 44.
[7] SAN EFREN, Assemani, ed., Opera Omnia, vol 3, Roma 1832.
[8] SAN AMBROSIO, De Mysteriis, c. 3, n. 13; PL 16, 410.
[9] DE MONTFORT, San LUIS MARÍA, Tratado de la Verdadera Devoción, 14.
[10] Ibíd. 15.
[11] Cf.: Comentarios a las sentencias.
[12] Cf.: STRAUBINGER, Mons. JUAN, Comentarios.
[13] SHEEN, Arzobispo FULTON J., La Señora.
[14] DE MONTFORT, San LUIS MARÍA, Tratado de la Verdadera Devoción, 17.
[15]Ibíd., 248.
Adelante la Fe
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