La perversa
ideología de género encuentra en la destrucción de la familia un paso necesario
para lograr su meta revolucionaria: la utópica sociedad comunista.
Muchos
identificaron la caída del marxismo con la caída del Muro de Berlín; pero China
sigue bajo un régimen marxista y en Cuba no se ha visto aún “La Hora Final de
Castro”. Con la caída del Muro de Berlín, lo único que cayó fue la Unión
Soviética; pero el marxismo, como materialismo histórico ateo que es, sigue
gozando de muy buena salud. Porque si bien el marxismo como régimen de gobierno
totalitario y como modelo económico se hizo pedazos en la vieja URSS, nadie
puede negar que vestido de hedonismo, renace en una cultura, sino dominante, al
menos influyente en muchos ambientes.
Es
imponente el paralelismo encontrado entre la descripción del marxismo de
Gramsci realizada por el Dr. Rafael Gambra en su libro Historia Sencilla de la
Filosofía (Editorial RIALP, pág. 213, 21ª edición) y un documento publicado por
la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) titulado “Perspectiva de género: sus
peligros y alcances”.
“Las
últimas décadas han conocido (…) una evolución importante en la ideología (y la
praxis) del marxismo. Se trata de la obra que el marxista Antonio Gramsci
(1891-1937) escribió durante sus últimos años en las cárceles de la Italia
fascista. En ella se da una moderación de las tesis rigurosas del materialismo
histórico con fines más bien tácticos. Para Gramsci las ideas y creencias no
son simple emanación pasajera de la economía, sino que poseen una realidad que
constituye la cultura en que cada hombre y cada pueblo vive inmerso.
La
idea propulsora del pensamiento gramsciano es que la Revolución nunca se realizará verdaderamente mientras no se produzca,
de un modo orgánico y dialéctico, dentro de lo que Gramsci llama una cultura. Esta es la que habrá que
desmontar y sustituir al propio tiempo que se utiliza.
“Quienes luchan por la vida y la familia, conocen los peligros de la perspectiva de género, y saben a qué se refiere Gramsci cuando habla de “desmontar y sustituir una cultura al mismo tiempo que se utiliza”: en efecto, los promotores del género, proponen “desconstruir la familia y -por extensión- la sociedad”, para luego rearmar la sociedad con parámetros marxistas. De acuerdo el folleto de la C.E.P., “para las ‘feministas de género’, éste ‘implica clase’, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género ‒los roles socialmente construidos‒ llevará mucho más rápidamente a la meta”.
Esta meta consiste en “llegar a una sociedad sin clases de sexo”. Meta que coincide, obviamente, con los fines de la revolución marxista.
“Quienes luchan por la vida y la familia, conocen los peligros de la perspectiva de género, y saben a qué se refiere Gramsci cuando habla de “desmontar y sustituir una cultura al mismo tiempo que se utiliza”: en efecto, los promotores del género, proponen “desconstruir la familia y -por extensión- la sociedad”, para luego rearmar la sociedad con parámetros marxistas. De acuerdo el folleto de la C.E.P., “para las ‘feministas de género’, éste ‘implica clase’, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género ‒los roles socialmente construidos‒ llevará mucho más rápidamente a la meta”.
Esta meta consiste en “llegar a una sociedad sin clases de sexo”. Meta que coincide, obviamente, con los fines de la revolución marxista.
Lo
increíble del caso, es que todo esto lo
hacen con la complicidad de algunos sectores más bien “conservadores” o
considerados “de derecha” por algunos. El concepto “desconstrucción” es
considerado por los activistas de género, como “la tarea de denunciar las ideas
y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente como naturales),
con el fin de persuadir a la gente para que crea que sus percepciones de la
realidad son construcciones sociales”.
En
el análisis que Gambra realiza sobre la obra de Gramsci y su marxismo cultural,
señala que una revolución violenta siempre será efímera. Esto se debe a que el
hombre vive dentro de una cultura, que “es un entramado de convicciones,
sentimientos, emociones e ideas”1.
“No hay un sólo defensor o defensora del género que no pase por pacifista, por víctima o por defensor/a de todas las víctimas de ataques y discriminaciones que impone la injusta sociedad en la que viven. La agenda de lucha, pasa por no violenta, pero en los hechos violenta las conciencias, lo cual es mucho peor. Queda claro asimismo, que para Gramsci, todo es creación histórica (“construcción cultural” en código de “género”) y no naturaleza.
En
este sentido, cabe recordar que las feministas de género, consideran que el
hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser
humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer.
Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello,
las feministas proponen depurar la
educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen
específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a
trabajos “sexo-específicos”. Por eso hablan también de “roles socialmente
construidos” cuando se refieren a las ocupaciones que una sociedad asigna a uno
u otro sexo.
Sigue el Dr. Gambra: “De aquí el interés de Gramsci por el cristianismo, al que considera germen vital de una cultura histórica, que penetra la mente y la vida de los hombres, sus reacciones profundas. Será preciso, para que la revolución sea orgánica y “cultural”, adaptarse a lo existente y, por la vía de la crítica y la autoconciencia, desmontar los valores últimos y crear así una cultura nueva. El ariete para esa transformación será el Partido, voluntad colectiva y disciplinada que tiende a hacerse universal. Su misión será la infiltración en la cultura vigente para transformarla en otra nueva materialista, al margen de la idea de Dios y de todo valor trascendente.
De
acuerdo con Gambra, “su arma principal
será la lingüística (la gramática normativa) que penetre en el lenguaje
coloquial, alterando el sentido de las
palabras y sus connotaciones emocionales, hasta crear en quien habla una nueva
actitud espiritual. Si se cambian los valores, se modifica el pensamiento y
nace así una cultura distinta.”
Cómo no representarse inmediatamente al llegar a este punto, los términos “interrupción del embarazo”, “salud sexual y reproductiva”, “anticoncepción de emergencia”, “preembrión”; así como los cambios aparentemente inocuos de la palabra “amante” o “concubina/o” por la palabra “compañero” o “pareja” y muchos más. El denominador común es que todos esos términos llevan al error y a la confusión a grandes masas de personas que, como neófitos en estos temas, dejan de llamar a las cosas por su nombre sin la más mínima capacidad crítica y se tragan “lo que dice la tele”. Comenta el documento de la Conferencia Episcopal Peruana que para desconstruir la sociedad, las feministas de género “proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas.
Cómo no representarse inmediatamente al llegar a este punto, los términos “interrupción del embarazo”, “salud sexual y reproductiva”, “anticoncepción de emergencia”, “preembrión”; así como los cambios aparentemente inocuos de la palabra “amante” o “concubina/o” por la palabra “compañero” o “pareja” y muchos más. El denominador común es que todos esos términos llevan al error y a la confusión a grandes masas de personas que, como neófitos en estos temas, dejan de llamar a las cosas por su nombre sin la más mínima capacidad crítica y se tragan “lo que dice la tele”. Comenta el documento de la Conferencia Episcopal Peruana que para desconstruir la sociedad, las feministas de género “proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas.
Estos
cambios en el lenguaje son posibles, si se dan cambios en la educación: “La educación es una estrategia importante
para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la
sociedad. La perspectiva del ‘género’ debe integrarse en los programas.
Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y concienciar en este
sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección
profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el
‘género’”.
Después,
que nadie se asombre si María Pía se “casa” con Ana Inés, o Ramón con Lorenzo,
pues éste es el objetivo: “El final de la familia biológica eliminará también
la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el
lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma
liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal, en
vez de esto, hasta las categorías de
homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma ‘institución
de las relaciones sexuales’, en que hombre y mujer desempeñan un rol bien
definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad
polimorfamente perversa natural”.
Prosigue
el Dr. Gambra: “El medio en que esta metamorfosis puede realizarse es el
pluralismo ideológico de la democracia, que deja indefenso el medio cultural
atacado, porque en ella sólo existen “opiniones” y todas son igualmente
válidas. La labor se realizará actuando sobre los “centros de irradiación
cultural” (universidades, foros públicos, medios de difusión, etc.) en los que,
aparentando respetar su estructura y aún sus fines, se inoculará un criticismo
que les lleve a su propia destrucción.
Si se logra
infiltrar la democracia y el pluralismo en la propia Iglesia (que tiene en
esa cultura el mismo papel rector que el Partido en la marxista), el éxito será fácil. La democracia
moderna será como una anestesia que imposibilitará toda reacción en el
paciente, aun cuando esté informado del sistema por el que está siendo
penetrada su mente.“Vaya si son conocidos los nefastos resultados de la implantación del pluralismo y la tolerancia
como valores absolutos en nuestras sociedades: nada se puede criticar si es
políticamente correcto; todo se debe criticar si es políticamente incorrecto.
Nuestras endebles democracias se ven amenazadas día tras día por los personeros
de la mentira y de la muerte, por el terrorismo ideológico y por sus
principales aliadas, las mafias de la desinformación. El odio a la Iglesia, es
capaz de unir en este “pluralismo”, a un individuo como Ted Turner, paradigma
del capitalista liberal, con el marxismo cultural, a cuyo servicio pone
diariamente la CNN. Este odio se verifica también diversas organizaciones
pseudocatólicas, como las “Católicas por el Derecho a Decidir” de triste
memoria.
Y
termina Gambra: “De aquí la revolución
cultural, meta principal del actual marxismo, y movimientos como “cristianos
para el socialismo” y otros semejantes que jalonan esto que se ha llamado la
autodemolición de la Iglesia. Es deber de todos los cristianos contribuir a
evitar esa “autodemolizione” de la Iglesia ‒cuya estabilidad
gracias a Dios, no depende de la voluntad humana‒, tan buscada
por el marxismo cultural que ahora se
viste con ropaje de “género”: otra alteración del lenguaje, esta vez para
no asustar.
Fuente: Álvaro
Fernández, Catholic.net (El artículo original ha sido resumido)
1 “Si la revolución brota de un hecho violento
o de una ocupación militar, siempre será superficial y precaria, y se mantendrá
asimismo en un estado violento. El hombre no es una unidad que se yuxtapone a
otras para convivir, sino un conjunto de interrelaciones activas y conscientes.
Todo hombre vive inmerso en una cultura que es organización mental, disciplina
del yo interior y conquista de una superior conciencia a través de una
autocrítica, que será motor del cambio. La vida humana es un entramado de
convicciones, sentimientos, emociones e ideas; es decir, creación histórica y
no naturaleza”.
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