Seamos serios. Iglesias vacías, la gente que pasa, el catolicismo en caída libre, el relativismo campando a sus anchas, desplome de la vida sacramental y resulta que el gran problema está en el celibato opcional, el sacerdocio de la mujer y que se dialoga poco
Por el padre Jorge González Guadalix
Algún día me cansaré de hablar del sínodo, pero hasta ahora no es el caso.
No sé de qué han han hablado en los grupos ni cómo se han elaborado las propuestas. Si sé lo que está llegando a la prensa, no sé por qué vías, y lo que llega y se publica es que se pide el celibato opcional, que es disciplina eclesiástica, y sacerdocio femenino, cuestión cerrada definitivamente por san Juan Pablo II.
Algunas cosas.
Primera. Que eso del celibato opcional y el sacerdocio femenino no es ni mucho menos un clamor del pueblo de Dios. Lo que pasa es que en esta Iglesia nuestra se juntan cuatro a reflexionar y se arrogan la portavocía de la Iglesia universal. No sé qué porcentaje de católicos en España, por ejemplo, habrá participado en los grupos sinodales. Si digo el 1 % no creo que me equivoque demasiado, y sus reflexiones representan a lo que representan. A nadie. Pocos y parece que de edad más que provecta.
El problema es que en la Iglesia hay una minoría muy minoritaria de autoproclamados profetas y lectores de los signos de los tiempos de hoy que llega cualquier reunión y se apuntan, qué boda sin la tía Juana, para pontificar, con infalibilidad que ya hubiera querido tan radical el Vaticano I, lo que el pueblo de Dios exige y necesita.
Pregunten a Rafaela, Joaquina, la gente que va a misa de doce a santa Veneranda, las religiosas de Teresa de Calcuta, los jóvenes de san José de Barcelona, los adoradores de la capilla de la Beata Mogas, los feligreses de Braojos o a los lectores de este blog. Pregunten. Lo último que pedirán será justamente el celibato opcional y el sacerdocio femenino. Piden otras cosas. Pero claro, qué se va a esperar de ellos, de gente con un catolicismo tan tradicional. Ni caso.
Segunda. Negro futuro. Los jóvenes no se apuntan al sínodo. Nada. Son datos de la propia conferencia episcopal. Un sínodo para el futuro, digo yo, que a lo mejor es para dar carta de naturaleza a lo más viejo y rancio, donde los jóvenes no aparecen. Tal vez habría que pensar un poco.
Tercera. Me parece tristísimo que lo más novedoso y rompedor que tengan que ofrecen los reflexionantes del sínodo sean el sacerdocio femenino y el celibato opcional. Exactamente lo mismo que vienen pidiendo desde hace cincuenta años. Echo en falta de lo vender el Vaticano, que hace tiempo estaba tan de moda.
Seamos serios. Iglesias vacías, la gente que pasa, el catolicismo en caída libre, el relativismo campando a sus anchas, desplome de la vida sacramental y resulta que el gran problema está en el celibato opcional, el sacerdocio de la mujer y que se dialoga poco. Hay que jorobarse. Nos pasamos el día reunidos en consejos, congresos, plataformas, equipos, tertulias, círculos y parlamentos diversos y resulta que cada vez somos menos. Eso sí, nos falta diálogo.
Vamos a ser serios. Supongamos, no creo que la cosa pase de ahí aunque ya nunca se sabe, que mañana se deroga la norma del celibato, se reinterpreta torticeramente la “Ordinatio sacerdotalis” de Juan Pablo II, se crean nuevos foros de diálogo y nos montamos un parlamento católico universal con capacidad decisoria, por supuesto. Y en pocos años las Iglesias llenas y la gente pidiendo confesión. O somos unos ingenuos o vamos directamente a cargarnos el chiringuito. Prefiero no pensar.
De profesión, cura
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