Es fácil entender las dos clases de cansancio. ¡Si lo sabrá la mujer en su oficio eterno de ser madre! Y mucho más en el mundo de hoy, donde además de la responsabilidad de la casa, también ha tenido que salir afuera del hogar para ayudar a llegar más cómodo a fin de mes.
Por Salvador Casadevall
Llega a casa y es natural que cuando termina de hacer las cosas que inevitablemente le esperan --aún que tenga ayuda-- y atender a los hijos con sus múltiples exigencias, es natural que esté cansada.
Hay dos clases de cansancio: un cansancio bueno y un cansancio malo.
El bueno es estar cansada de hacer las obligaciones, como son las cosas de la casa: pasar el plumero, cocinar, lavar, ver si los chicos hicieron los deberes, si hicieron las camas, etc. Es bueno que los chicos empiecen ayudando en casa haciéndose la cama.
Es bueno estar cansada de atender a los hijos.
Porque una de las cosas por las cuales uno los trae al mundo es con la obligación de atenderlos, por eso es bueno que hijos y marido colaboren.
El hacer las cosas de la casa y atender a los hijos, es todo un ciclo de vida.
De vida casera, pero que en definitiva hay que vivirla si o si.
¿Por qué lo llamamos cansancio bueno? Porque estar cansada por haber hecho lo que toda madre tiene el deber de hacer, no tiene nada de malo. Es natural.
Ya que hemos mencionado el cansancio bueno, ¿cuál es el malo?
El cansancio malo, es estar cansada sin haber hecho nada. Va muy ligado al cansancio del alma. Quizás, sin habernos dado cuenta.
El primero, el bueno, es un cansancio físico: el segundo, el cansancio malo, es un cansancio de alma. Tenemos el alma cansada, el espíritu cansado.
Y esto es malo.
El bueno con irse a descansar y dormir bien, se te pasa.
El segundo es malo porque por más que descanses, sigues cansada.
Hay que vivir esforzándose en no cansarse de alma.
¿Y cuál es el camino? Hay que reflexionar que si fuiste madre, no terminaron las obligaciones de madre en el parto. En realidad en el parto podrán haber terminado los dolores que acompañan todo parto, pero empezaron tus obligaciones de madre. Y esto ya te causaran otra clase de dolores: pero piensa que gracias a ti, gracias a la voluntad de ser madre, el mundo sigue caminando.
Pobre del mundo si un día las madres se cansaran de ser madres.
Pobre del mundo si un día no hubiera más madres.
Richard Bach en su libro Juan Salvador Gaviota escribe una frase que creo que plasma muy bien lo que es toda madre. Nos dice: Hay gente que obedece a sus propias reglas, porque se sabe en lo cierto: gente que cosecha un especial placer en hacer algo bien: gente que adivina algo más que lo que sus ojos ven: gente que prefiere volar a comprar y comer.
Solamente hay que cambiar la palabra gente por la de madre y verán que la reflexión es perfecta. Hagamos la traslación y lo verán.
Hay madres que obedecen a sus propias reglas, porque se saben en lo cierto: madres que cosechan un especial placer en hacer algo bien: madres que adivinan algo más que lo que sus ojos ven: madres que prefieren volar a comprar y comer.
Quizás lo único que podríamos suprimir es lo de comprar. Creo difícil que pueda existir una mujer que no le guste comprar por más madre que sea.
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