Por John Horvat II
Cuba fue mencionada recientemente durante una entrevista que el papa Francisco concedió al servicio de streaming ViX de Televisa Univisión. Sus comentarios no pueden sino causar consternación a los que sufren en esta isla prisión comunista.
"Quiero mucho al pueblo cubano", dijo Francisco. "También confieso que mantengo una relación humana con Raúl Castro". Su referencia a Raúl Castro es como decir que, aunque quiere a los presos de esta cárcel, se lleva bien con el dictador responsable de su sufrimiento. Y añadiendo más confusión, el papa llamó a Cuba "un símbolo" y un país con "una gran historia".
Los comentarios se producen poco más de un año después de las mayores protestas antigubernamentales que ha vivido el país en décadas, pidiendo la libertad del comunismo. Las protestas fueron tan intensas que muchos pensaron que el fin del régimen podría estar a la vista. Sin embargo, el régimen comunista reprimió brutalmente las manifestaciones pacíficas. Muchos manifestantes fueron objeto de detenciones arbitrarias, torturas y penas de prisión draconianas. El Vaticano y Occidente dejaron pasar ese aniversario sin comentar nada.
Mientras tanto, la miseria continúa. Un reciente brote de dengue demuestra lo mal que están las cosas y lo indiferente que es Occidente ante el sufrimiento de Cuba.
El dengue es una enfermedad viral transmitida por mosquitos que provoca fiebre, vómitos e incluso la muerte. La prevención y el tratamiento del dengue no son complicados en la mayoría de los países modernos. Los programas de fumigación y erradicación de mosquitos suelen impedir una propagación significativa de la enfermedad. Aunque no existe un tratamiento específico para el dengue, la detección temprana y el tratamiento hospitalario adecuado mitigan sus efectos y minimizan las muertes en la mayoría de los países normales.
Sin embargo, Cuba no es un país normal. Todo parece conspirar contra el tratamiento adecuado.
Para empezar, la mayoría de los organismos gubernamentales tienen informes contradictorios sobre el alcance de la enfermedad. Nadie sabe cuántos la tienen, ya que el sistema sanitario carece de suministros para realizar pruebas. Las estadísticas gubernamentales son notoriamente poco fiables. Los vídeos compartidos en las redes sociales por cubanos que sufren la enfermedad presentan una imagen más precisa de la devastación de la enfermedad y de la presión sobre el sistema de salud pública. Las dramáticas escenas en las salas de emergencia y los hospitales muestran la impotencia de la mayoría de los enfermos, ya que los médicos no tienen nada que ofrecer.
A la epidemia de dengue contribuye la falta de disponibilidad de productos y servicios sencillos. No hay mosquiteras para las ventanas que impidan el paso de los mosquitos. La gente utiliza agua mal almacenada en sus casas, ya que la mayoría tiene un acceso limitado al agua corriente. Los repelentes de mosquitos y los mosquiteros no están disponibles para la población. También faltan los larvicidas y el gasóleo necesarios para la fumigación.
Las cosas sólo empeoran cuando la persona infectada por el dengue llega al hospital. Los pacientes tienen que llevar su propia ropa de cama. Muchos hospitales carecen de agua corriente y de suministros básicos como guantes, jeringuillas y otros materiales. Los medicamentos que se pueden conseguir fácilmente en las farmacias de otros lugares, en Cuba escasean. La falta de gas afecta a los servicios de ambulancia para transportar a los pacientes que necesitan atención urgente.
En general, los apagones eléctricos que duran varias horas cada día ralentizan la situación. Las autoridades culpan a un "déficit de generación de energía", lo que significa que varias plantas generadoras están fuera de la red porque, como la mayoría de las cosas en el país, carecen de mantenimiento o reparación. La escasez crónica de alimentos y los disturbios civiles también contribuyen al desastre.
Se trata claramente de un país que vive en estado de emergencia y que necesita ayuda. Sin embargo, ha vivido en este estado durante décadas, y sus funcionarios insisten en que no necesita ayuda. El pobre país comunista no hace más que empeorar a medida que va cayendo en espiral con su ideología rota, que nunca podrá producir prosperidad.
De hecho, lo peor es que los “teólogos de la liberación” y los izquierdistas occidentales señalan a Cuba como un modelo -incluso “un paraíso”- para el mundo. Han propagado el mito de que Cuba tiene uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Mientras tanto, su gente se muere.
De hecho, Cuba es un símbolo. Por un lado, simboliza la continuación de la tiranía comunista, la miseria y la brutalidad. Para Occidente, Cuba es un símbolo doloroso de su indiferencia e hipocresía. Los que aún resisten en Cuba son un símbolo del coraje cristiano y del sufrimiento que anticipa el día en que serán libres para escribir la "gran historia" que les espera.
Tradition, Family & Property
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