Queridos amigos: ustedes recordarán que, hace un par de meses, el Presidente de la Nación manifestó su satisfacción por haber habilitado sobre el aborto "un debate histórico propio de la democracia". Tales fueron sus palabras, y además allí exhortó a dirimir las diferencias con respeto. Eso es lo que se ha dirimido, y ustedes ya saben el resultado. El decir del Presidente de “dirimir las diferencias con respeto” podría traducirse así: “¿lo matamos al niño por nacer o defendemos las dos vidas y salvamos al bebé que está en el seno de esa mujer?”.
Yo quisiera hoy referirme a las desmesuras que se han manifestado durante este debate aparentemente democrático. Sobre el tema tendremos cuerda para rato, me parece. Pero miren, la primera desmesura me es la cantidad de cifras que circularon, cifras absolutamente incomprobables, cifras delirantes pues se dijo que hay cientos de miles de abortos que se producen cada año. Miles de mujeres morirían cada año, así se dijo. Se ha comprobado que todo eso es falso.
Desmesura quiere decir falta de medida, sucede cuando se rompen todos los cuadros, o sea cuando se hacen cosas que son inverosímiles. Lo que los griegos llamaron hybris. La segunda desmesura es esta: la cantidad de millones de dólares que vinieron de los grandes centros universales del poder, de Estados Unidos sobre todo, de su costa este, que es desde donde se bancó la campaña de Hillary Clinton, que es una famosa abortista. Han llegado aquí cientos de miles dólares, millones de dólares, para bancar la campaña abortista. No nos engañemos, no son pobres mujeres las que han agitado todo este debate aparentemente democrático.
Sigo con las desmesuras: El Ministro de Salud Pública de la Nación, el Dr. Rubinstein. Dos senadores, creo que una era una senadora, protestaron con toda razón considerando que esa presencia en el debate del Senado de un Ministro del Poder Ejecutivo era una intromisión de otro Poder. Y lo peor de todo es lo que el Dr. Rubinstein dijo. Es Ministro de Salud de la Nación y presentó el aborto como "un caso de salud pública". Yo le diría con respeto: perdón Sr. Ministro: ¿por qué no atiende los problemas de la salud pública que son su oficio? Recorra los hospitales, y lo digo porque conozco los hospitales de esta región, y los de otros lugares, recoja las quejas de los médicos y de las enfermeras que hacen con una generosidad extraordinaria y patriótica todo lo que pueden, pero el Ministerio de Salud Pública de la Nación, no funciona porque es evidente que la salud pública de la Argentina es un desastre. Por eso Sr. Ministro, usted tiene mucho trabajo por hacer antes que ocuparse del aborto. De paso: acuérdese de la salud del niño por nacer, al cual Usted propone liquidar.
Voy a poner la frutilla sobre la torta de crema con otra desmesura, un disparate: circula un video en las redes, ustedes lo pueden ver, la grabación de un grupito de mujeres salteñas (no tienen caras de pobres) todas con pañuelos verdes, que se han atrevido a la profanación del Himno Nacional Argentino, uno de nuestros símbolos patrios. Según recuerdo, con una bocina, a los gritos, eran muy pocas, y ¡miren si en Salta van a proponer eso! decían, cambiando nuestro Himno, algo así: “feministas del mundo responden, a la amiga abortera ¡salud! Sean eternos los abortos que sabemos realizar, esas ganas de orgasmos vivamos o juremos iglesias quemar”. Escucharon bien: dicen “juremos iglesias quemar” y tengo la impresión de que esas personas, pobrecitas, ignoran la historia argentina, y cuando han dicho eso pegaron un traspié fenomenal.
Esa promesa de “quemar iglesias” tiene un antecedente histórico comprobado. En el segundo gobierno del General Perón, desde la tarde del 16 hasta la mañana del 17 de junio de 1955 ardieron las iglesias históricas del centro de Buenos Aires: Santo Domingo y su convento, San Francisco, San Ignacio, la Curia Eclesiástica en la cual se perdió un archivo valiosísimo de siglos y siglos, San Nicolás de Bari, la Merced, etc. ¿Por qué ocurrió eso? Los “muchachos peronistas” se animaron. El General dijo: van a hacer “algunas cositas” y hay quienes sostienen que él pensaba que iban a quemar el Barrio Norte, donde vivían los oligarcas, como se los llamaba en aquella época. Pues no; salieron a quemar iglesias. ¿Por qué? Miren: ese segundo gobierno del General Perón, es penoso decirlo, estaba copado por la masonería. El Vicepresidente Alberto Tessaire era masón, el Ministro del Interior Borlenghi era masón, el Ministro de Salud Bevacqua era masón, el Jefe de Policía Gamboa obedeció todas esas órdenes y el Jefe de Bomberos y los bomberos recibieron la orden de no apagar el fuego. Ardieron esas iglesias. Yo era niño y recuerdo que me llevaron a ver lo que había sido esa devastación. Imágenes históricas preciosas destruidas y esas iglesias históricas quemadas. Recordando eso ¿cómo se puede decir hoy día “oh juremos iglesias quemar”? ¿Se atreverán a hacerlo después del resultado? ¿Este es el debate democrático del cual se ufanaba el Presidente?. Gracias a Dios la mayoría de los senadores no cayó en la desmesura. Hay que revisar qué entendemos por democracia.
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