lunes, 11 de noviembre de 2024

BERGOGLIO Y LA PAJA EN EL OJO AJENO...

Compartimos una breve reflexión sobre las palabras pronunciadas por Jorge Bergoglio en el Angelus del domingo 10 de noviembre de 2024.

Por Cris Yozía


La hipocresía del falso papa no tiene límites. Continúa intentando presentarse como el abuelito bueno que da buenos consejos, pero su pasado -y su presente- lo condenan, ya que en los pasillos vaticanos no reina el respeto hacia el “santo padre”, sino el terror ante el despótico tirano que hace y deshace dentro de NUESTRA Iglesia como si fuese SU Iglesia.

Ayer, aprovechó las palabras del Evangelio del día para intentar dar otro mazazo a sus sufridos opositores que soportan con resignación la hipocresía de quien dicen “reconocer y resistir”.

Veamos:
Hoy el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 12,38-44) nos habla de Jesús que, en el templo de Jerusalén, denuncia ante el pueblo la actitud hipócrita de algunos escribas (cf. vv. 38-40).

A estos últimos se les había confiado un papel importante en la comunidad de Israel: leían, transcribían e interpretaban las Escrituras. Por eso se les tenía en gran estima y el pueblo les rendía reverencia.
A Bergoglio -supuestamente- también se le confió un papel importante en la Iglesia fundada por Jesucristo (aunque a juzgar por las palabras de fallecido integrante de la Mafia de Saint Gallen, el “cardenal” Godfried Danneels quien confesó en una conferencia televisiva el 1 en septiembre de 2015, que durante años “ellos” actuaron en las sombras para lograr precisamente este objetivo, y que no habría sido el Espíritu Santo quien actuó para que Jorge Bergoglio ocupara la Silla de Pedro).


Continuemos:
Sin embargo, más allá de las apariencias, su comportamiento a menudo no se correspondía con lo que enseñaban. No eran coherentes. De hecho, algunos, amparándose en el prestigio y el poder de que gozaban, miraban a los demás “desde arriba” -esto es muy feo, mirar al otro desde arriba-, se daban aires de grandeza y, escondiéndose tras una fachada de pretendida respetabilidad y legalismo, se arrogaban privilegios e incluso llegaban a cometer auténticos robos contra los más débiles, como las viudas.

¿Es posible más hipocresía que esta? ¡Jorge Bergoglio criticando a los que miran a los demás “desde arriba” cuando es él quien mira a todos sus rastreros secuaces “desde arriba”, simulando una pretendida “humildad” con sus zapatos gastados y desplazándose en un coche de poco valor! Y también, “amparándose en el prestigio y el poder” castiga con falsas “excomuniones” a quienes se atreven a cuestionar sus decisiones o critican su exceso de “misericordia” con herejes, corruptos, aborteros y cuanta lacra humana se acerque hasta él (¡es tanta la “misericordia” bergogliana que ni Jesús se atrevió a tanto!).

Y respecto a la frase “incluso llegaban a cometer auténticos robos contra los más débiles, como las viudas”... en este punto uno recuerda lo que ha hecho con Ordenes Religiosas que persiguió hasta el extremo por su apego a la Tradición, imponiéndoles nuevas “reglas”, obligando a salir de sus claustros silenciosos a quienes habían elegido apartarse del mundo... llegando al extremo de disolver muchas de esas Órdenes que albergaban entre sus carismas la contemplación, la vida recogida y la valiosa oración por quienes habitamos en este mundo. Y hablando de “robos contra los más débiles”, todos los cambios efectuados por Bergoglio para dispersar y disolver esas Órdenes han sacado a la luz las verdaderas intenciones del hereje usurpador del Trono de Pedro: apoderarse de monasterios e iglesias de muchísimo valor monetario (no consideraremos aquí el valor histórico y religioso) para engrosar las arcas de la Inmobiliaria Vaticana. Eso, en la mente de Bergoglio, ¿no se considera “robar a los más débiles”?

Sigamos:

En lugar de utilizar la función de la que estaban investidos para servir a los demás, la convirtieron en instrumento de arrogancia, de manipulación. E incluso la oración corría el riesgo de dejar de ser para ellos un momento de encuentro con el Señor y convertirse en una ocasión para ostentar una respetabilidad y una piedad fingidas, útiles para atraer la atención de la gente y obtener su aprobación. Recordemos lo que dice Jesús sobre la oración del publicano y del fariseo (cf. Lc 18,9-14).
Todo este párrafo se puede resumir en un solo nombre: Jorge Mario Bergoglio, quien ostenta una respetabilidad y una piedad fingidas, útiles para atraer la atención de la gente y obtener su aprobación, antes que nada, la aprobación del mundo, la aprobación de Satanás, de quien es su “empleado ilustre”.
Ellos -no todos- se comportaban como corruptos, alimentando un sistema social y religioso en el que era normal aprovecharse a espaldas de los demás, especialmente de los más indefensos, cometiendo injusticias y asegurándose la impunidad.
Según el falso papa, en aquellas épocas era normal aprovecharse a espaldas de los demás”... pero, ¿no es eso precisamente lo que hoy está haciendo él, abusando de un supuesto poder -que no lo tiene- para hacer y deshacer todo lo que se le antoja en su afán de acabar la obra que sus predecesores postconciliares comenzaron, es decir, dinamitar la Iglesia desde adentro? Y todo esto cubriéndose las espaldas con la impunidad que le otorga el nombre artístico que eligió para esta tarea: “Papa Francisco”.

Sigamos:
De esas personas Jesús recomienda alejarse, “tener cuidado”, no imitarlas. Al contrario, con su palabra y su ejemplo, como sabemos, enseña cosas muy distintas sobre la autoridad. Habla de ella en términos de abnegación y servicio humilde, de ternura maternal y paternal hacia las personas, especialmente hacia los más necesitados. Invita a quienes están investidos de ella a mirar a los demás, desde su posición de poder, no para humillarlos, sino para levantarlos, dándoles esperanza y ayuda.
Cuando Jesús le dijo a Pedro “¡Aléjate de mí, Satanás!” en Mateo 16:23, se lo dijo porque Pedro estaba viendo las cosas desde la perspectiva humana, no desde la perspectiva de Dios. Esta es la interpretación bergogliana sobre como se debe ejercer la autoridad, a sus ojos, lo importante es el mundo material, no le interesa la salvación de las almas, solamente la ayuda sin miras a una conversión, ayudar sin evangelizar, como si el paso por este mundo fuera lo único que nos debe preocupar: lo natural por sobre lo sobrenatural. Viendo el nefasto accionar de este impostor “papal”, lo único que podemos deducir es que las palabras de Jesús y su recomendación sobre de quienes debemos alejarnos y no imitarlos, se aplican a la perfección a la persona de Jorge Mario Bergoglio.

Continuemos:
Así pues, hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿cómo me comporto en mis ámbitos de responsabilidad? ¿Actúo con humildad, o me enorgullezco de mi posición? ¿Soy generoso y respetuoso con las personas, o las trato con rudeza y autoridad? Y con los más frágiles, ¿estoy cerca de ellos, puedo agacharme para ayudarles a levantarse?
¡Son tantos los sacerdotes, frailes, monjas, inclusive obispos “misericordiados”, que han sufrido en carne propia la humildad, generosidad y el respeto del falso papa! Si hoy se erigiera una estatua en homenaje a la persona más hipócrita del mundo, esa estatua tendría sin dudas el semblante de Jorge Mario Bergoglio!

Finalicemos:
Que la Virgen María nos ayude a combatir en nosotros la tentación de la hipocresía -Jesús les dice “hipócritas”, la hipocresía es una gran tentación-, y nos ayude a hacer el bien sin apariencias y con sencillez.
Sin dudas,la hipocresía es una gran tentación”... e indudablemente el apóstata Bergoglio ha caído en esa tentación!


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