Las personas no podemos ver ni detectar la radiación, pero los contaminantes radiactivos se acumulan en el organismo y, con el tiempo, su acción puede dar lugar al desarrollo de enfermedades como el cáncer.
La exposición a radiación es perjudicial para la salud y llega a ser mortal si se sobrepasan ciertas dosis. Se consideran enfermedades por radiación a todas aquellas afecciones derivadas de una exposición a emisiones radiactivas. Las personas no podemos ver ni detectar la radiación, pero los contaminantes radiactivos se acumulan en el organismo y, con el tiempo, su acción puede dar lugar al desarrollo de enfermedades como el cáncer.
La intensidad de las emisiones radiactivas se mide generalmente en una unidad conocida como gray (Gy). Cuando las mediciones alcanzan un gray ya se aparecen síntomas como malestar general, dolor de cabeza, fiebre, náuseas o vómitos y diarrea. Si las dosis de radiación superan los seis Gy, las posibilidades de supervivencia se reducen considerablemente, incluso aunque se afronten con el tratamiento adecuado. En tan solo unas semanas (en algunos casos incluso en algunas horas), una radiación de esa intensidad puede originar la muerte de una persona. Como los efectos de la radiación son acumulativos, si se trata de una exposición leve, pero continua, el peligro es similar.
Existen múltiples factores que determinan los efectos que puede provocar la radiación sobre el organismo: la dosis, el tiempo de exposición, y la zona corporal afectada. Cuando la dosis es muy alta, y generalizada, la persona puede presentar como hemos comentado mareos, náuseas y vómitos, y la muerte puede llegar en un plazo muy breve de tiempo. En el caso de un accidente nuclear es muy complicado determinar la cantidad real de radiación que ha recibido un individuo, por lo que es preciso además observar ciertos signos para determinar la gravedad de la exposición como: cuánto tiempo ha pasado desde la exposición a la manifestación de los primeros síntomas, la severidad de los mismos, y las modificaciones sufridas en los glóbulos rojos.
Los síntomas más habituales en caso de exposición a radiación son:
Náuseas y vómitos.
Fatiga y debilidad.
Hemorragias.
Fiebre.
Dolor de cabeza
Diarrea.
Quemaduras en la piel.
Mareos.
Inflamación de las zonas expuestas.
Convulsiones.
Pérdida de cabello.
Hematomas.
Deshidratación.
Alteraciones intestinales.
Los trastornos que presentan con mayor frecuencia los supervivientes de una exposición a radiación son:
Cáncer: especialmente de tiroides, ya que esta glándula absorbe el yodo radiactivo. Tras el accidente de Chernóbil se incrementó notablemente la incidencia de este tipo de cáncer en la zona afectada. Otros contaminantes radiactivos, como el estroncio 90 y el cesio (C-137), se acumulan también en el organismo y son responsables de otro tipo de cánceres como el de huesos y los tumores cerebrales, además de debilitar el sistema inmunitario.
- Alteraciones gastrointestinales.
- Afectación de la médula ósea, que origina anemia, y puede ocasionar también leucemia.
- Infertilidad o malformaciones en los descendientes por daños en los ovarios y los espermatozoides, que pueden conllevar cráneos pequeños, cerebros de menor talla, ralentización del crecimiento hasta problemas severos de aprendizaje.
- Mayor incidencia de infecciones bacterianas y otras enfermedades, debido al debilitamiento del sistema inmunitario.
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