Si pueden envíenselas al presidente de EEUU que de aborto no sabe un carajo.
Publicamos: Una carta de Valeria Antoni, una nota de Fernando M. Toller y comentarios de Alejandro Olmedo Zumarán
ABORTO
Veo a mi hija y me sorprendo con las transformaciones físicas que puedo constatar desde su nacimiento y que se vienen produciendo desde que la concebimos y crecía alojada en mi vientre. Ella nació en Canadá, país donde el “derecho” a matar a los seres humanos en los estadios primarios de su desarrollo está protegido por la ley. Su reconocimiento está ligado al amparo de los derechos de la mujer, que se defienden creando artificios legales que dejan sin protección al ser humano que se encuentra en el vientre materno y que, no por ello, tiene menos “humanidad” que la mujer que lo aloja. En Argentina nos estamos dirigiendo en el mismo sentido, y lejos de adherir a una visión progresista, nos estamos plegando a una concepción miope de la defensa de los derechos humanos. Es manifiestamente caprichoso defender la dignidad y los derechos de una sola de las partes cuando, dentro del marco de esta relación tan particular, son dos los seres humanos que entran en juego. Y sobre todo, cuando se trata de algo tan importante como sus vidas. Estamos obligados a encontrar soluciones más creativas que la muerte.
Valeria Antoni
2435, Bd Choquette
St-Hyacinthe
Québec (Canadá)
* * *
El derecho de admisión al club de los que merecen vivir (Acerca del debate sobre el aborto)
Publicamos: Una carta de Valeria Antoni, una nota de Fernando M. Toller y comentarios de Alejandro Olmedo Zumarán
ABORTO
Veo a mi hija y me sorprendo con las transformaciones físicas que puedo constatar desde su nacimiento y que se vienen produciendo desde que la concebimos y crecía alojada en mi vientre. Ella nació en Canadá, país donde el “derecho” a matar a los seres humanos en los estadios primarios de su desarrollo está protegido por la ley. Su reconocimiento está ligado al amparo de los derechos de la mujer, que se defienden creando artificios legales que dejan sin protección al ser humano que se encuentra en el vientre materno y que, no por ello, tiene menos “humanidad” que la mujer que lo aloja. En Argentina nos estamos dirigiendo en el mismo sentido, y lejos de adherir a una visión progresista, nos estamos plegando a una concepción miope de la defensa de los derechos humanos. Es manifiestamente caprichoso defender la dignidad y los derechos de una sola de las partes cuando, dentro del marco de esta relación tan particular, son dos los seres humanos que entran en juego. Y sobre todo, cuando se trata de algo tan importante como sus vidas. Estamos obligados a encontrar soluciones más creativas que la muerte.
Valeria Antoni
2435, Bd Choquette
St-Hyacinthe
Québec (Canadá)
* * *
El derecho de admisión al club de los que merecen vivir (Acerca del debate sobre el aborto)
Por Fernando M. Toller
(Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad Austral y Premio Academia Nacional de Derecho)
Antes sufríamos por nuestros vicios,
¿ahora sufriremos por nuestras leyes?
Tácito
En los últimos tiempos se ha hecho evidente el interés de algunos en abrir un amplio debate para liberalizar el aborto. Se utiliza para ello argumentos efectistas, como casos puntuales con circunstancias especiales (que pueden explicarse y resolverse de maneras distintas al aborto), o encuestas de dudosa factura, o cifras lanzadas sin mayor posibilidad de verificación, o el recurrente argumento de que ocurre, y por tanto debe ser legalizado. Ante esta discusión, es importante no perder de vista algunos puntos. No tenerlos en cuenta podría llevar a quienes postulan la despenalización del aborto a caer en la hipocresía de negar la realidad.
Frecuentemente, en cambio, se muestra una fragilidad de argumentos que sorprende. Un ejemplo, paradigmático, de esto, es el del científico Etienne-Emile Baulieu, creador en 1980 de la RU 486, o píldora abortiva, que ha terminado con millones de niños no nacidos a lo largo del mundo. Este investigador francés sostenía recientemente que un embrión puede ser considerado un nuevo ser humano "a partir del momento en que los demás comienzan a reconocerlo como tal", y que, en especial, "todo depende de la mujer, del momento en que la mujer comienza a sentir ese embrión como un nuevo ser; todo es una cuestión psicológica".
Las evidencias médicas
Por eso, en rigor es innecesario debatir sobre lo que un análisis serio y desapasionado no puede dejar de admitir, como es:
* Para la Medicina el niño por nacer jamás es considerado una parte del cuerpo de la mujer, como una víscera más, ya que la ciencia claramente se ha demostrado una diferenciación absoluta entre el óvulo fecundado y su madre.
* La Genética y la Embriología enseñan como evidente que desde la concepción, es decir, desde la fertilización y fusión de los gametos, se da lugar a un nuevo individuo, con un ADN humano propio, totalmente distinto del de sus progenitores, aún con grupo sanguíneo diferente al de sus padres, al cual sólo le resta tiempo y alimento para llegar a ser un adulto.
* Nada cualitativo cambia desde esa unión de cromosomas que da lugar a un nuevo ser, que posee cromosomas humanos y produce proteínas humanas: sólo el desarrollo inexorable de las órdenes biológicas coordinadas que ya están escritas en su código genético humano, que lo llevarán a tener la conocida forma postnatal.
* En el vientre, a partir de determinadas semanas de desarrollo, el chico se mueve, escucha, disfruta de ciertos tipos de música, está en ocasiones despierto y dormido en otras. Esto actualmente puede observarse en vivo y en directo, gracias a las ecografías en tres dimensiones.
Consecuencias de los datos científicos
¿Cómo podría ser que aquello que la ciencia considera un individuo humano no tenga los derechos de un ser humano? ¿Por qué, lo que médicamente es un ser humano en desarrollo, es considerado como si fuera un simple coágulo? ¿Qué diferencia importante puede haber entre un niño que está aún en el seno materno, y el que, unos momentos después, ya está afuera del vientre? ¿Por qué sería legítimo ensañarse con el primero, mientras atentar contra el segundo constituye un homicidio calificado?
Por eso, a esas erróneas visiones según las cuales están en conflicto los derechos de la madre y del niño, o que no hay que imponer a nadie lo que debe hacer con su cuerpo, hay que señalarles que la mujer podría decidir hacer lo que quiera consigo misma, pero no con su bebé, que es otra persona, un tercero distinto de ella.
El compromiso irrenunciable con los derechos humanos no permite negar la titularidad de todos los derechos fundamentales a una categoría especial de individuos de nuestra especie. No podemos arrogarnos el derecho de admisión al club de los que merecen vivir.
Ojos que no ven, corazón que no siente
La madre que elige abortar usualmente lo hace sin saber bien cómo es quien tiene adentro, y cómo será el cruel procedimiento de su muerte y extracción. Se mata al que no se conoce, al que no se ve, a quien no tiene un rostro significativo ante mi decisión. Elegir interrumpir el embarazo se vuelve así tan aséptico como apretar el botón de eyección de un misil, sin tener luego a la vista las carnes destrozadas que con él se han producido.
Quizá sería distinta la decisión de esa mujer, si se le informara con lealtad la realidad. El propio doctor Bernard Nathanson, luego de haber promovido el aborto libre en Estados Unidos y de realizar en su clínica más de 50.000 abortos, cambió radicalmente de postura cuando pudo ver un aborto mediante una ecografía, técnica antes inexistente, y se tornó un defensor indeclinable de la vida de esos niños.
Las normas constitucionales
Los datos científicos que muestran al concebido como un nuevo individuo de la especie humana coinciden, por otra parte, con los principios jurídicos que se aplican a la situación del niño no nacido:
* El derecho a la vida está reconocido en la Constitución (arts. 29 y 33), como ha subrayado la Corte Suprema. Además, la Carta Magna establece expresamente la personalidad jurídica del niño "desde el embarazo", consagrando su independencia con respecto a su madre, de cuyo cuerpo no forma parte, y considera que en esa situación se encuentra en "desamparo", obligando al Congreso a darle protección integral como persona diferenciada (art. 75, inc. 23).
* Asimismo, en un conjunto armónico de múltiples normas de tratados internacionales constitucionalizados en 1994 se encuentra garantizado que todo ser humano es persona y el derecho inalienable a la vida de todo ser humano, sin categorías, desde la concepción e independientemente de su grado de desarrollo vital. Del mismo modo, esos tratados imponen a los Estados que establezcan su protección por ley, garantizando "en la máxima medida posible" su supervivencia, y vedan a la vez que alguien pueda ser privado de su vida arbitrariamente.
* A partir de Constitución y de esos instrumentos internacionales cualquier distinción entre "ser humano" y "persona" es contraria a los principios más elementales y fundantes de nuestro ordenamiento. Todo ser humano, desde el primer momento de su existencia (la fecundación), es persona para el Derecho y merece el reconocimiento y la garantía de todos sus derechos fundamentales, empezando por el soporte existencial de todos ellos: el derecho a la vida.
* Debe sumarse a lo dicho que, como tributario de la fina intuición de Vélez Sarsfield, desde antaño el Código Civil ha reconocido que son personas todos los que tengan signos característicos de humanidad (art. 51) y que son personas por nacer, con plenos derechos, los que se encuentran concebidos en el seno materno (arts. 63 y 70).
A la luz de lo anterior, el aborto supone un abierto y frontal rechazo al derecho humano más elemental y primario, como es el de la vida, que engloba el ejercicio de todos los demás. Tal derecho es tan necesario que se confunde con el propio sujeto de Derecho, ya que sin vida no hay ser alguno que pueda seguir ejerciendo ni reclamando nada. Así, la permisión legal del aborto no reglamenta ni regula el derecho a la vida del menor, sino que lo aniquila definitivamente, lo altera sin retorno, contrariando también el art. 28 de la Constitución.
Hay ataques tan graves e irreparables a derechos humanos fundamentales, como la muerte de una persona, que no pueden jamás ser admitidos por el Derecho. No cabe, ante ellos, la aplicación de la doctrina de la posible tolerancia de la ley con algunas conductas antisociales, para evitar males mayores o no impedir bienes de relevancia. Las acciones que pueden tolerarse no deben revestir la entidad lesiva que aquí estamos considerando. La despenalización de un ataque directo a la vida humana, como es el caso del infanticidio prenatal, no puede así admitir cobertura constitucional, ya que la Constitución y los tratados impelen a su tutela legal y prohíben su desprotección.
Acabar con los robos, legalizándolos
El hecho de que haya abortos clandestinos, y lo lamentable que esto resulta, no autoriza a eliminar su sanción penal. Con ese mismo argumento habría que despenalizar el robo, porque en el país hay innumerables robos todos los días.
Es indudable, por otra parte, el drama humano de la mujer que opta por abortar. Algunas, asimismo, puestas en manos de insensatos, terminan con daños a su salud, y algunas aún perdiendo la vida. Pero esto no autoriza a olvidar que se trata de un acto de eliminación por medios cruentos de seres humanos, de los cuales resulta muerto el 100%.
Un acto así no puede ser justificado, ni liberado, y es deber de todos oponerse a que el Estado permita impávida su comisión, y hasta la aplauda. La dignidad de cada uno debe llevarlo a intentar evitar, en lo que de uno dependa, que la ley consagre este asesinato. Y debe intentarlo, aunque sepa que los medios con que se cuenta son desproporcionados, y que quizás sea difícil que el bien y la nobleza finalmente triunfen.
A una conciencia civilizada le repugna, con razón, la pena de muerte a quien ha realizado un delito. En consecuencia es lógico que ocurra lo mismo con la privación de la vida de un ser humano indefenso, que no ha participado en los hechos que han dado origen a los problemas en que se ve involucrado.
Por otra parte, ¿por qué, en lugar de liberar el aborto, no se armonizan los distintos intereses, apoyando integralmente a la mujer embarazada, dejando nacer al niño y dándolo inmediatamente en adopción? ¿Qué necesidad hay de matarlo? ¿Por qué el empecinamiento en eliminarlo? ¿Por qué esa cerrazón que impide oír el clamor apremiante de ese individuo, con una voz que no tiene sonido, para no ser eliminado, para que lo dejen ser, para que no sieguen su vida?
Quienes, aquejados ahora de una suerte de "biofobia", critican amargamente que la ley o los jueces impidan que algunos niños mueran, deberían meditar aquello que dice Gandalf a Frodo en El Señor de los Anillos, cuándo éste se lamenta de que Bilbo no hubiera matado a Gollum cuando tuvo oportunidad: "¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures en dispensar la muerte, porque ni el más sabio de los hombres conoce el fin de todos los caminos".
Matar a un hombre es como matar a toda la humanidad
A diferencia de la defensa de la vida, que se basa en sólidos principios jurídicos y en incontestables evidencias médicas para afirmar que en ningún caso se justifica la muerte de un niño por nacer, todos los argumentos en favor del aborto, en sus distintas formas, tienen en común una raigambre utilitarista, que pone a la persona al servicio de los fines de otros hombres.
Y esos argumentos utilitaristas pueden contestarse con Kant: matar a un no nacido implica "cosificar" a esa persona, olvidando que las cosas tienen precio, mientras que las personas tienen dignidad, un valor interior incomparable, incondicionado, porque se hayan por encima de todo precio, y por tanto no admiten nada equivalente; por eso el hombre no pueda jamás ser considerado como medio, sino siempre como fin, merecedor de respeto.
Lo anterior debe llevarnos a concluir que jamás una persona, titular de derechos humanos, puede considerarse parte o extensión de cualquier otro hombre, y que nunca los derechos humanos de una persona pueden sacrificarse con el fin de satisfacer los intereses de otra. No está en ningún caso justificado matar a un ser humano, fuera de la legítima defensa. Y el bebé en el vientre de la madre no es jamás un injusto agresor: no ha tenido ni tiene voluntad actual para poder hacerlo; no eligió estar ahí, pero necesita imperiosamente seguir en el seno materno hasta poder vivir por sus medios.
Sin embargo, en estos días, las Supremas Cortes de Buenos Aires y de Mendoza, como tantos en estos tiempos difíciles, han optado por rechazar esa sabia enseñanza, contenida tanto en el Talmud como en el Corán, según la cual "quien mata a un ser humano es como si matase a toda la humanidad, y quien salva una vida es como si hubiese salvado el mundo entero".
En la cuestión del aborto diversos países se han orientado hacia el desprecio por la vida del ser humano naciente. Personas respetables claman en favor del aborto. Pero, como ocurrió con quienes durante siglos apoyaron la esclavitud, aún desde la Corte Suprema de los Estados Unidos, si no sabemos rendirnos ante la evidencia médica irrefutable de la existencia independiente de ese niño, ni respetar los derechos inalienables que posee, la historia pedirá estrechas cuentas a nuestra generación.
* * *
Denuncia por matar el bebé equivocado
(Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad Austral y Premio Academia Nacional de Derecho)
Antes sufríamos por nuestros vicios,
¿ahora sufriremos por nuestras leyes?
Tácito
En los últimos tiempos se ha hecho evidente el interés de algunos en abrir un amplio debate para liberalizar el aborto. Se utiliza para ello argumentos efectistas, como casos puntuales con circunstancias especiales (que pueden explicarse y resolverse de maneras distintas al aborto), o encuestas de dudosa factura, o cifras lanzadas sin mayor posibilidad de verificación, o el recurrente argumento de que ocurre, y por tanto debe ser legalizado. Ante esta discusión, es importante no perder de vista algunos puntos. No tenerlos en cuenta podría llevar a quienes postulan la despenalización del aborto a caer en la hipocresía de negar la realidad.
Frecuentemente, en cambio, se muestra una fragilidad de argumentos que sorprende. Un ejemplo, paradigmático, de esto, es el del científico Etienne-Emile Baulieu, creador en 1980 de la RU 486, o píldora abortiva, que ha terminado con millones de niños no nacidos a lo largo del mundo. Este investigador francés sostenía recientemente que un embrión puede ser considerado un nuevo ser humano "a partir del momento en que los demás comienzan a reconocerlo como tal", y que, en especial, "todo depende de la mujer, del momento en que la mujer comienza a sentir ese embrión como un nuevo ser; todo es una cuestión psicológica".
Las evidencias médicas
Por eso, en rigor es innecesario debatir sobre lo que un análisis serio y desapasionado no puede dejar de admitir, como es:
* Para la Medicina el niño por nacer jamás es considerado una parte del cuerpo de la mujer, como una víscera más, ya que la ciencia claramente se ha demostrado una diferenciación absoluta entre el óvulo fecundado y su madre.
* La Genética y la Embriología enseñan como evidente que desde la concepción, es decir, desde la fertilización y fusión de los gametos, se da lugar a un nuevo individuo, con un ADN humano propio, totalmente distinto del de sus progenitores, aún con grupo sanguíneo diferente al de sus padres, al cual sólo le resta tiempo y alimento para llegar a ser un adulto.
* Nada cualitativo cambia desde esa unión de cromosomas que da lugar a un nuevo ser, que posee cromosomas humanos y produce proteínas humanas: sólo el desarrollo inexorable de las órdenes biológicas coordinadas que ya están escritas en su código genético humano, que lo llevarán a tener la conocida forma postnatal.
* En el vientre, a partir de determinadas semanas de desarrollo, el chico se mueve, escucha, disfruta de ciertos tipos de música, está en ocasiones despierto y dormido en otras. Esto actualmente puede observarse en vivo y en directo, gracias a las ecografías en tres dimensiones.
Consecuencias de los datos científicos
¿Cómo podría ser que aquello que la ciencia considera un individuo humano no tenga los derechos de un ser humano? ¿Por qué, lo que médicamente es un ser humano en desarrollo, es considerado como si fuera un simple coágulo? ¿Qué diferencia importante puede haber entre un niño que está aún en el seno materno, y el que, unos momentos después, ya está afuera del vientre? ¿Por qué sería legítimo ensañarse con el primero, mientras atentar contra el segundo constituye un homicidio calificado?
Por eso, a esas erróneas visiones según las cuales están en conflicto los derechos de la madre y del niño, o que no hay que imponer a nadie lo que debe hacer con su cuerpo, hay que señalarles que la mujer podría decidir hacer lo que quiera consigo misma, pero no con su bebé, que es otra persona, un tercero distinto de ella.
El compromiso irrenunciable con los derechos humanos no permite negar la titularidad de todos los derechos fundamentales a una categoría especial de individuos de nuestra especie. No podemos arrogarnos el derecho de admisión al club de los que merecen vivir.
Ojos que no ven, corazón que no siente
La madre que elige abortar usualmente lo hace sin saber bien cómo es quien tiene adentro, y cómo será el cruel procedimiento de su muerte y extracción. Se mata al que no se conoce, al que no se ve, a quien no tiene un rostro significativo ante mi decisión. Elegir interrumpir el embarazo se vuelve así tan aséptico como apretar el botón de eyección de un misil, sin tener luego a la vista las carnes destrozadas que con él se han producido.
Quizá sería distinta la decisión de esa mujer, si se le informara con lealtad la realidad. El propio doctor Bernard Nathanson, luego de haber promovido el aborto libre en Estados Unidos y de realizar en su clínica más de 50.000 abortos, cambió radicalmente de postura cuando pudo ver un aborto mediante una ecografía, técnica antes inexistente, y se tornó un defensor indeclinable de la vida de esos niños.
Las normas constitucionales
Los datos científicos que muestran al concebido como un nuevo individuo de la especie humana coinciden, por otra parte, con los principios jurídicos que se aplican a la situación del niño no nacido:
* El derecho a la vida está reconocido en la Constitución (arts. 29 y 33), como ha subrayado la Corte Suprema. Además, la Carta Magna establece expresamente la personalidad jurídica del niño "desde el embarazo", consagrando su independencia con respecto a su madre, de cuyo cuerpo no forma parte, y considera que en esa situación se encuentra en "desamparo", obligando al Congreso a darle protección integral como persona diferenciada (art. 75, inc. 23).
* Asimismo, en un conjunto armónico de múltiples normas de tratados internacionales constitucionalizados en 1994 se encuentra garantizado que todo ser humano es persona y el derecho inalienable a la vida de todo ser humano, sin categorías, desde la concepción e independientemente de su grado de desarrollo vital. Del mismo modo, esos tratados imponen a los Estados que establezcan su protección por ley, garantizando "en la máxima medida posible" su supervivencia, y vedan a la vez que alguien pueda ser privado de su vida arbitrariamente.
* A partir de Constitución y de esos instrumentos internacionales cualquier distinción entre "ser humano" y "persona" es contraria a los principios más elementales y fundantes de nuestro ordenamiento. Todo ser humano, desde el primer momento de su existencia (la fecundación), es persona para el Derecho y merece el reconocimiento y la garantía de todos sus derechos fundamentales, empezando por el soporte existencial de todos ellos: el derecho a la vida.
* Debe sumarse a lo dicho que, como tributario de la fina intuición de Vélez Sarsfield, desde antaño el Código Civil ha reconocido que son personas todos los que tengan signos característicos de humanidad (art. 51) y que son personas por nacer, con plenos derechos, los que se encuentran concebidos en el seno materno (arts. 63 y 70).
A la luz de lo anterior, el aborto supone un abierto y frontal rechazo al derecho humano más elemental y primario, como es el de la vida, que engloba el ejercicio de todos los demás. Tal derecho es tan necesario que se confunde con el propio sujeto de Derecho, ya que sin vida no hay ser alguno que pueda seguir ejerciendo ni reclamando nada. Así, la permisión legal del aborto no reglamenta ni regula el derecho a la vida del menor, sino que lo aniquila definitivamente, lo altera sin retorno, contrariando también el art. 28 de la Constitución.
Hay ataques tan graves e irreparables a derechos humanos fundamentales, como la muerte de una persona, que no pueden jamás ser admitidos por el Derecho. No cabe, ante ellos, la aplicación de la doctrina de la posible tolerancia de la ley con algunas conductas antisociales, para evitar males mayores o no impedir bienes de relevancia. Las acciones que pueden tolerarse no deben revestir la entidad lesiva que aquí estamos considerando. La despenalización de un ataque directo a la vida humana, como es el caso del infanticidio prenatal, no puede así admitir cobertura constitucional, ya que la Constitución y los tratados impelen a su tutela legal y prohíben su desprotección.
Acabar con los robos, legalizándolos
El hecho de que haya abortos clandestinos, y lo lamentable que esto resulta, no autoriza a eliminar su sanción penal. Con ese mismo argumento habría que despenalizar el robo, porque en el país hay innumerables robos todos los días.
Es indudable, por otra parte, el drama humano de la mujer que opta por abortar. Algunas, asimismo, puestas en manos de insensatos, terminan con daños a su salud, y algunas aún perdiendo la vida. Pero esto no autoriza a olvidar que se trata de un acto de eliminación por medios cruentos de seres humanos, de los cuales resulta muerto el 100%.
Un acto así no puede ser justificado, ni liberado, y es deber de todos oponerse a que el Estado permita impávida su comisión, y hasta la aplauda. La dignidad de cada uno debe llevarlo a intentar evitar, en lo que de uno dependa, que la ley consagre este asesinato. Y debe intentarlo, aunque sepa que los medios con que se cuenta son desproporcionados, y que quizás sea difícil que el bien y la nobleza finalmente triunfen.
A una conciencia civilizada le repugna, con razón, la pena de muerte a quien ha realizado un delito. En consecuencia es lógico que ocurra lo mismo con la privación de la vida de un ser humano indefenso, que no ha participado en los hechos que han dado origen a los problemas en que se ve involucrado.
Por otra parte, ¿por qué, en lugar de liberar el aborto, no se armonizan los distintos intereses, apoyando integralmente a la mujer embarazada, dejando nacer al niño y dándolo inmediatamente en adopción? ¿Qué necesidad hay de matarlo? ¿Por qué el empecinamiento en eliminarlo? ¿Por qué esa cerrazón que impide oír el clamor apremiante de ese individuo, con una voz que no tiene sonido, para no ser eliminado, para que lo dejen ser, para que no sieguen su vida?
Quienes, aquejados ahora de una suerte de "biofobia", critican amargamente que la ley o los jueces impidan que algunos niños mueran, deberían meditar aquello que dice Gandalf a Frodo en El Señor de los Anillos, cuándo éste se lamenta de que Bilbo no hubiera matado a Gollum cuando tuvo oportunidad: "¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures en dispensar la muerte, porque ni el más sabio de los hombres conoce el fin de todos los caminos".
Matar a un hombre es como matar a toda la humanidad
A diferencia de la defensa de la vida, que se basa en sólidos principios jurídicos y en incontestables evidencias médicas para afirmar que en ningún caso se justifica la muerte de un niño por nacer, todos los argumentos en favor del aborto, en sus distintas formas, tienen en común una raigambre utilitarista, que pone a la persona al servicio de los fines de otros hombres.
Y esos argumentos utilitaristas pueden contestarse con Kant: matar a un no nacido implica "cosificar" a esa persona, olvidando que las cosas tienen precio, mientras que las personas tienen dignidad, un valor interior incomparable, incondicionado, porque se hayan por encima de todo precio, y por tanto no admiten nada equivalente; por eso el hombre no pueda jamás ser considerado como medio, sino siempre como fin, merecedor de respeto.
Lo anterior debe llevarnos a concluir que jamás una persona, titular de derechos humanos, puede considerarse parte o extensión de cualquier otro hombre, y que nunca los derechos humanos de una persona pueden sacrificarse con el fin de satisfacer los intereses de otra. No está en ningún caso justificado matar a un ser humano, fuera de la legítima defensa. Y el bebé en el vientre de la madre no es jamás un injusto agresor: no ha tenido ni tiene voluntad actual para poder hacerlo; no eligió estar ahí, pero necesita imperiosamente seguir en el seno materno hasta poder vivir por sus medios.
Sin embargo, en estos días, las Supremas Cortes de Buenos Aires y de Mendoza, como tantos en estos tiempos difíciles, han optado por rechazar esa sabia enseñanza, contenida tanto en el Talmud como en el Corán, según la cual "quien mata a un ser humano es como si matase a toda la humanidad, y quien salva una vida es como si hubiese salvado el mundo entero".
En la cuestión del aborto diversos países se han orientado hacia el desprecio por la vida del ser humano naciente. Personas respetables claman en favor del aborto. Pero, como ocurrió con quienes durante siglos apoyaron la esclavitud, aún desde la Corte Suprema de los Estados Unidos, si no sabemos rendirnos ante la evidencia médica irrefutable de la existencia independiente de ese niño, ni respetar los derechos inalienables que posee, la historia pedirá estrechas cuentas a nuestra generación.
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Denuncia por matar el bebé equivocado
La noticia anuncia que en Milán, Italia, una mujer se sometió a un aborto selectivo, práctica que se realiza cuando hay más de un feto y alguno sufre deformaciones, pero los médicos se equivocaron y eliminaron el embrión sano. El hospital reconoció el hecho como una fatalidad debido a que los embriones, durante el tercer mes de vida cambiaron de posición en la placenta antes de la intervención y el feto sano ocupó el lugar del que sufría una alteración de los cromosomas. Inmediatamente la madre hizo una denuncia contra el hospital por provocar la eliminación de una vida sana, pero por la vida que supuestamente nacería enferma nadie dijo ni dice nada. Increíble noticia, que confirma que ante la posibilidad de nacer con una alteración cromosómica permite a un tercero, en este caso la madre, eliminar la vida de su hijo. En este caso si los médicos hubieran cumplido el deseo de la madre eliminando el niño por nacer enfermo no hubiera existido denuncia alguna y todos felices, pero como los profesionales de la salud extinguieron la vida del por nacer sano, la denuncia y escándalo tomó estado público.
¿El nacer con una supuesta malformación o enfermedad es suficiente motivo para extinguir la vida de un ser humano?
¿Puede una persona decidir sobre el derecho a la vida de un tercero, por el solo hecho de ser este enfermo?
¿Hacia dónde vamos?
Una cosa tiene que quedar clara, este es un tema que corresponde exclusivamente al área de los derechos humanos y que involucra el derecho primario por excelencia que es el derecho a la vida y por el cual nadie debería tener jurisdicción.
Algunas consideraciones a favor de la vida:
1) El tema del derecho a la vida no es un tema religioso sino de derechos humanos.
2) En un óvulo fecundado anidado en el vientre materno esta toda la carga genética de un nuevo ser humano, sujeto de derechos.
3) La mujer tiene derecho a disponer de su propio cuerpo, pero jamas esta disposición habilita a eliminar el hijo que habita en su vientre, que obviamente tiene igual derecho a vivir como todos nosotros.
4) ¿Por qué entonces si una mujer sufre el drama y el delito injustificable de la violación se intenta solucionar esto con otro crimen más grave como significa la supresión de un tercero inocente e indefenso?
5) ¿Es esto lógico?
6) Creo que no.
7) El resultado de un estudio genético realizado a una mujer embarazada que confirma que el niño o niña que espera puede nacer con una enfermedad grave, ¿Es justificación para interrumpir el embarazo y eliminar la vida de ese ser humano?
¿Una enfermedad grave es causal justificatoria para la eliminación de la vida?
Opino que no.
8) ¿La supuesta indigencia de los padres o las condiciones de pobreza en que viven, justifica suprimir la vida del nasciturus?
Definitivamente no.
9) Si la Constitución Nacional y los Pactos de Derechos Humanos incorporados a ella con jerarquía constitucional protegen el derecho a la vida desde el momento de la concepción y no autorizan la pena de muerte, ¿Por qué entonces se discute si es o no correcto la legalización del aborto?
10) El argumento de que los países desarrollados aceptan el aborto o lo tienen incorporado a sus legislaciones tampoco debiera permitir a otros a legitimar la muerte de los niños por nacer.
11) La inolvidable Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz clamaba:
"El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento". “Por favor, no maten los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto"
Alejandro Olmedo Zumarán
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¿El nacer con una supuesta malformación o enfermedad es suficiente motivo para extinguir la vida de un ser humano?
¿Puede una persona decidir sobre el derecho a la vida de un tercero, por el solo hecho de ser este enfermo?
¿Hacia dónde vamos?
Una cosa tiene que quedar clara, este es un tema que corresponde exclusivamente al área de los derechos humanos y que involucra el derecho primario por excelencia que es el derecho a la vida y por el cual nadie debería tener jurisdicción.
Algunas consideraciones a favor de la vida:
1) El tema del derecho a la vida no es un tema religioso sino de derechos humanos.
2) En un óvulo fecundado anidado en el vientre materno esta toda la carga genética de un nuevo ser humano, sujeto de derechos.
3) La mujer tiene derecho a disponer de su propio cuerpo, pero jamas esta disposición habilita a eliminar el hijo que habita en su vientre, que obviamente tiene igual derecho a vivir como todos nosotros.
4) ¿Por qué entonces si una mujer sufre el drama y el delito injustificable de la violación se intenta solucionar esto con otro crimen más grave como significa la supresión de un tercero inocente e indefenso?
5) ¿Es esto lógico?
6) Creo que no.
7) El resultado de un estudio genético realizado a una mujer embarazada que confirma que el niño o niña que espera puede nacer con una enfermedad grave, ¿Es justificación para interrumpir el embarazo y eliminar la vida de ese ser humano?
¿Una enfermedad grave es causal justificatoria para la eliminación de la vida?
Opino que no.
8) ¿La supuesta indigencia de los padres o las condiciones de pobreza en que viven, justifica suprimir la vida del nasciturus?
Definitivamente no.
9) Si la Constitución Nacional y los Pactos de Derechos Humanos incorporados a ella con jerarquía constitucional protegen el derecho a la vida desde el momento de la concepción y no autorizan la pena de muerte, ¿Por qué entonces se discute si es o no correcto la legalización del aborto?
10) El argumento de que los países desarrollados aceptan el aborto o lo tienen incorporado a sus legislaciones tampoco debiera permitir a otros a legitimar la muerte de los niños por nacer.
11) La inolvidable Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz clamaba:
"El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento". “Por favor, no maten los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto"
Alejandro Olmedo Zumarán
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