domingo, 25 de enero de 2009

CARTA ABIERTA A NUESTROS OBISPOS


Suelen decir ustedes que “medios e Iglesia nos necesitamos mutuamente”. Totalmente de acuerdo, pero con una pequeña salvedad. Ustedes nos necesitan un poquito más a nosotros. Quien tiene que “vender” el producto es la institución.


Por José Manuel Vidal y Jesús Bastante

Queridos señores obispos:

Permítannos, en el día de nuestro patrono, San Francisco de Sales, dirigirles esta carta abierta. Una carta de dos profesionales cristianos (con amplia experiencia en el universo de la información religiosa) y gestores de uno de los portales online de información religiosa más visitados de la Red. Una carta escrita desde el cariño y las ganas de colaborar y de prestar un mejor servicio a nuestra profesión y a la Iglesia católica de la que nos sentimos parte.

Está claro, estimados monseñores, que las relaciones de la institución (siempre hablando en general y con todos los matices que consideren oportunos) con los medios de comunicación y, especialmente, con los periodistas especializados dejan mucho que desear. Lo acaba de reconocer monseñor Del Río, presidente de la comisión episcopal de Medios, en la presentación de los Premios Bravo. Y lo palpamos nosotros en nuestro quehacer diario.

Suelen decir ustedes que “medios e Iglesia nos necesitamos mutuamente”. Totalmente de acuerdo, pero con una pequeña salvedad. Ustedes nos necesitan un poquito más a nosotros. Quien tiene que “vender” el producto es la institución. Es a ella a la que le interesa que “su” mensaje llegue con precisión y claridad. Y en segundo lugar, también a nosotros. Como profesionales y como creyentes.

“Estoy convencido de que, como Iglesia, tenemos miedo de los medios de comunicación social. Somos reacios a trabajar con periodistas y huimos de las oportunidades que nos dan los medios de comunicación para testimoniar y evangelizar. Fingimos respeto a la importancia de las comunicaciones en la Iglesia y nos hemos comprometido, una vez tras otra, a formar nuestro clero, nuestros seminaristas y nuestra gente...Pero en realidad...seguimos mirando a los medios de comunicación social como ‘el enemigo’...Pertenecemos a un pueblo que, progresivamente, se ha secularizado a causa de una cultura que está ampliamente controlada por los medios y, con todo, a menudo descuidamos esos mismos medios que podrían ayudarnos a evangelizar nuestra cultura del modo más amplio y efectivo. Los medios de comunicación social nos desafían, pero no tienen por qué ser una amenaza”. El que así habla es el arzobispo castrense, Juan Del Río, que, además, es periodista y ejerció como tal, durante años, en la dirección de Odisur, la agencia informativa de los obispos del Sur.

Está, pues, claro que la Iglesia católica sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Tiene excelentes expertos teóricos y prácticos. ¿Por qué no lo hace entonces? Quizás porque sabe, pero no quiere. Es decir, no quiere de verdad. La prueba del algodón: no pone los medios materiales y humanos para que funcione realmente su política mediática, no se marca estrategias comunicativas y no hace evaluación. Sin esto, es un milagro que todavía sigan saliendo algunas de las noticias que genera la institución.

Y eso que nuestra Iglesia tiene muchísimo que comunicar. El mejor producto. Los mejores testigos y testimonios...Tiene mucha y abundante base comunicativa, pero escasa diligencia.

Por otra parte, la Iglesia católica tiene mucho que ganar y poco que perder, jugando a fondo en los medios. Porque, a diferencia de otras muchas instituciones, tiene poco que ocultar. O es muchísimo más lo que tiene que enseñar que lo que tiene que esconder.

Además, en la actualidad, esconder no sólo no conduce a nada, sino que es contraproducente. Internet ha roto el paradigma clásico de las comunicaciones. Y eso afecta también a la Iglesia católica. Hasta ahora, el flujo comunicativo se podía manejar más o menos con cierto tacto, discreción y alguna “llamadita” ante los temas más peliagudos a los directores de los principales medios.

Internet ha cambiado el chip. Hoy, un simple comentario en un blog de Religiondigital puede poner al descubierto el último baculazo de cualquier obispo o disparar todo tipo de rumores de ángeles o de cigüeñas. Ya no hay secretos. Como dice Lucas 8,16-18, “nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto”. ¡Se refería a la Red!

Por lo tanto, queridos monseñores, a la fuerza ahorcan. La Iglesia católica no tiene más remedio que comunicar en profundidad. Si no quiere que la pille el toro, tiene que hacer de la necesidad, virtud.

Es hora, pues, de recuperar aquel principio rector, que tan buen juego le dio al cardenal Tarancón en todos los ámbitos. Incluso con los periodistas. Se trata de entablar unas relaciones entre periodistas e Iglesia de “mutua independencia y sana colaboración”. Una política de “mano tendida”, que anunció, recién reelegido, el portavoz del episcopado, monseñor Martínez Camino. Una mano tendida que, hace meses, aceptamos. La pelota está, pues, en el tejado del máximo responsable de la comunicación de la Iglesia española.

Porque, al final, casi todo se juega en las distancias cortas de las relaciones interpersonales. Como reconoce monseñor del Río, “somos las personas, no tanto las instituciones en sí, las que podemos hacer superar las diferencias potenciando la creatividad y emprendiendo nuevos caminos”.

Pues, manos a la obra, queridos monseñores. No es difícil y cuesta poco. No es tan difícil tener contentos a los informadores religiosos de este país. No somos unos ogros, sino profesionales que, unas veces aciertan y otras se equivocan. Y como profesionales, los primeros interesados en hacer bien nuestro trabajo. Su tarea, la tarea de los obispos es facilitárnoslo. Pónganse al teléfono, hagan por conocernos, trabájense a los profesionales, dennos información y no únicamente catequesis, no se escondan cada vez que se produce una información escandalosa, no se refugien en unos comunicados tardíos que siempre –qué curioso- acaban por matar al mensajero. Cuando hay contacto directo, las etiquetas se deshacen. Por ambas partes.

Queridos monseñores: Sumemos, ganemos amigos. Ganar un amigo supone una alteración de las relaciones, sin que necesariamente haya cambios sustanciales en los valores fundamentales que se sostienen. La libertad de las dos partes queda intacta. El cristianismo es la religión del logos, de la razón, pero es también –y tanto o más– la religión de la caridad y de la amistad. Como bien saben ustedes.

Dejemos de excavar trincheras. No sigamos cayendo en el error de considerar que hay enemigos en nuestro cometido. Vamos a facilitarnos el trabajo, vamos a caer en la cuenta que, si cuando pedimos datos u opiniones para elaborar una información, se dan, siempre será más fácil que dicha información sea fiel a la verdad. Vamos a dejarnos de soberbias, por uno y otro lado. Vamos a construir.

Queridos señores obispos: Todos buscamos la verdad, que es lo único que nos hace libres. En Religiondigital encontrarán siempre un medio que apuesta abiertamente por la profesionalidad, la pluralidad y la verdad informativas. Mutua independencia y sana colaboración. En aras de una más abundante y mejor información religiosa. ¡Que San Francisco de Sales, nuestro patrón, nos ilumine!

Reciban un cordial saludo.

José Manuel Vidal, director
Jesús Bastante, redactor-jefe

Publicada en El Periodista Digital

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