Un minúsculo grupo de activistas del lobby LGBT (que según los medios opositores al presidente Trump fue "una multitud") se reunieron frente a la Casa Blanca el 22 de febrero de 2017, para protestar por la decisión presidencial.
A pesar de las supuestas buenas intenciones del ex presidente Barack Obama de dar más libertad a un ínfimo numero de estudiantes transgénero, desde el principio, esta disparatada propuesta despertó una polémica.
Pero los conservadores argumentaron que era una intromisión del gobierno federal y que, en algunos casos, podía verse como un atropello a las políticas locales y estatales. El Gobernador Republicano del estado de Texas, Dan Patrick, lo llamó un “chantaje”. Al mismo tiempo, en una publicación que se podría calificar casi profética, el bloggero del Washington Post, Ed Rogers, dijo que “estas son exactamente las propuestas por decreto que han llevado a que Donald Trump tome auge”.
Así fue que el año pasado la administración de Obama dio a conocer estas protecciones que les otorgaba y apenas asumida su presidencia, Donald Trump las revocó este miércoles pasado, diciendo que fueron diseñadas sin suficiente análisis legal.
No se había requerido más que una firma para promulgar las protecciones, y eso es lo que ha hecho que la nueva administración del Presidente Donald Trump las haya desestimado.
El pasado mayo, cuando el debate nacional acerca de los derechos de los transgénero se encontraba en su apogeo, la administración de Obama afirmó que las escuelas del país deberían dejar que los estudiantes transgénero usaran los baños, vestuarios y otras instalaciones de acuerdo a su identidad de género en lugar del de su sexo por nacimiento.
La instrucción se dio en forma de una carta dirigida a instituciones educativas. En esa carta se alegaba que prohibir a los estudiantes usar los baños que correspondían a su identidad de género contribuía a la discriminación sexual, violando el Título IX de la Ley Federal en contra de la discriminación.
En la carta se les requería a las escuelas que otorgaran a los estudiantes “acceso igualitario a los programas y actividades educativas, incluso en circunstancias en las que otros estudiantes, padres o miembros de la comunidad tuvieran objeciones o preocupaciones”. En la carta se podía leer que “el deseo de acomodarse a las incomodidades de otros no puede justificar una política que deja por fuera y crea desventajas a una clase particular de estudiantes”.
Pero esta carta no llevaba consigo le fuerza de la ley, era una especie de guía explicando la posición de la administración Obama frente a la problemática de los estudiantes transgénero. Sin embargo, la directiva era clara: juegan con nuestras reglas o se les cortará el financiamiento federal.
La comunidad LGBT y sus aliados celebraron los nuevos lineamientos, diciendo que "era necesario hacer sentir seguros y bienvenidos a los estudiantes transgénero".
Pero los conservadores argumentaron que era una intromisión del gobierno federal y que, en algunos casos, podía verse como un atropello a las políticas locales y estatales. El Gobernador Republicano del estado de Texas, Dan Patrick, lo llamó un “chantaje”. Al mismo tiempo, en una publicación que se podría calificar casi profética, el bloggero del Washington Post, Ed Rogers, dijo que “estas son exactamente las propuestas por decreto que han llevado a que Donald Trump tome auge”.
Desde el punto de vista de algunos, la administración Obama había “alborotado el avispero”. La norma se dictó en un momento en el que el país estaba inmerso en una guerra por los derechos de los transgénero, en parte provocado por el debate acerca del “proyecto de ley de baños” en Carolina del Norte, que prohibía a personas transgénero usar baños que no correspondían con su sexo biológico. Además, varias demandas relacionadas con el acceso a baños públicos se estaban presentando en la Corte Federal, generando un cuestionamiento acerca de si la directiva era necesaria.
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