viernes, 20 de septiembre de 2024

DESENMASCARANDO LA FALSA NARRATIVA DE LA FALSA HISTORIA

Uno de los ejemplos más atroces de la difusión de la falsa narrativa de la falsa historia es el sesgo y la inexactitud de la historia “oficial” de Inglaterra desde la época de la Reforma.

Por Joseph Pearce


Vivimos en una época en la que proliferan las noticias falsas. Sin embargo, las noticias falsas no son nada nuevo. Existen desde hace siglos. Las falsas narrativas sobre lo que ocurre ahora y lo que ha ocurrido en el pasado siempre están con nosotros. Son una maldición que nos impide comprender de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos.

Por lo tanto, es muy importante que aprendamos a discriminar en el verdadero sentido de la palabra. 

Discriminar es hacer la distinción necesaria entre las cosas. En el caso de lo que es falso o de lo que es real, de lo que es falso de lo que es verdadero, esta discriminación, esta capacidad de distinguir, es vital y necesaria.

Uno de los ejemplos más atroces de la difusión de la falsa narrativa de la falsa historia es el sesgo y la inexactitud de la historia “oficial” de Inglaterra desde la época de la Reforma. 

Esta falsa narrativa es lo que Hilaire Belloc llamó la “enorme montaña de maldad ignorante” que constituía la “historia protestante de pacotilla”. 

Belloc trató de desenmascarar este sesgo en muchas de sus propias obras. Escribió dos panorámicas del periodo de la Reforma inglesa y sus secuelas: How the Reformation Happened (Cómo ocurrió la Reforma) y Characters of the Reformation (Personajes de la Reforma), además de escribir biografías de las figuras clave de aquellos tiempos traumáticos, como el cardenal Wolsey, Thomas Cranmer, Carlos I, Oliver Cromwell, John Milton y Jacobo II.

Aunque Hilaire Belloc sigue estando eclipsado, un tanto injustamente, por su gran amigo G.K. Chesterton, es lo suficientemente conocido como para no incluirlo entre los héroes anónimos de la Cristiandad. Sus alabanzas siguen siendo cantadas por muchos, entre los que se incluye el presente autor, que escribió una biografía suya, aunque no por tantos como su genio e importancia merecen. Por lo tanto, vamos a centrar nuestra atención en dos historiadores que abrieron el camino de la búsqueda de la verdad un siglo antes.

John Lingard

El padre John Lingard escribiría una obra de varios volúmenes en la que expondría la perspectiva prejuiciosa de la narración oficialmente aceptada de la historia inglesa. Irónicamente, sin embargo, casi sería asesinado mucho antes de escribir nada, cuando, de joven, se vio atrapado en la vorágine de la historia francesa. Había sido seminarista en Douai, en el norte de Francia, en la época de la Revolución Francesa, y presenció cómo un conocido francés era arrastrado por la turba, presumiblemente hacia la muerte. Cuando quiso intervenir, la turba gritó “¡le calotin à la lanterne!” (¡el cura a la farola!). (¡el cura a la farola!), que era el grito revolucionario que pedía el linchamiento de los curas. Ante la ira de la muchedumbre, el joven seminarista se puso en marcha y huyó para salvar su vida.

De regreso a Inglaterra, Lingard fue ordenado sacerdote en 1795. En 1819 se publicaron los tres primeros volúmenes de su History of England (Historia de Inglaterra) en varios tomos, una obra monumental que se basaba en los fundamentos que habían sido establecidos por la erudición pionera del obispo Challoner, otro héroe anónimo de la cristiandad, unos 75 años antes. En 1823 se publicó un cuarto volumen y posteriormente se publicaron otros.


Tras leer los cuatro primeros volúmenes, el agrario radical inglés William Cobbett comenzó su propia y muy popular History of the Protestant Reformation (Historia de la Reforma Protestante) en 1824, utilizando la obra de Lingard como fuente principal. Aunque Cobbett estaba profundamente en deuda con Lingard, una deuda que no dudó en reconocer, los dos hombres tenían muy poco en común. Lingard era un sacerdote católico que vivió una vida aparentemente tranquila y diligente; Cobbett era un radical político y un aventurero trotamundos, que pasó un tiempo controvertido en los Estados Unidos posrevolucionarios, que se regocijaba en la polémica.

Aunque Cobbett no era católico, la obra de Lingard le abrió los ojos ante la injusticia de la anexión de la Iglesia a Inglaterra por Enrique VIII y la posterior persecución de los católicos ingleses. Su propia historia de la época estaba llena de la vigorosa y vituperante invectiva que hizo tan populares sus escritos. Mientras que la obra de Lingard fue leída por un puñado de eruditos, la de Cobbett se convirtió en un bestseller nacional. Fue, por lo tanto, el apasionado “giro” político de Cobbett sobre la meticulosa erudición de Lingard lo que expuso a un público más amplio la falsa historia que se había vendido al pueblo británico por la parcialidad de los historiadores whigs del siglo anterior.

Un ejemplo de la estridente retórica de Cobbett bastará para ilustrar el impacto que su encendida polémica habría tenido en sus contemporáneos:
Si, no obstante, seguimos insistiendo en que la supremacía del Papa y las circunstancias que la acompañan produjeron ignorancia, superstición y esclavitud, actuemos como hombres sinceros, coherentes y honestos. Derribemos, o volemos por los aires, las catedrales, los colegios y las viejas iglesias: barramos los tres tribunales, los doce jueces, los circuitos y los palcos de los jurados; demolamos todo lo que heredamos de aquellos cuya religión denunciamos y cuya memoria despreciamos de corazón; demolamos todo esto, y nos quedarán -todo nuestro- las cárceles y penitenciarías de gran capacidad, la bolsa de valores, las fábricas de algodón calientes, que hieren los tobillos y las rodillas y destruyen los pulmones; el ejército permanente y sus espléndidos cuarteles... las tasas de pobreza y los asilos para indigentes; y, sin olvidar en absoluto esa bendición que es peculiar, doble y “gloriosamente” protestante: la Deuda Nacional. Ah, pueblo de Inglaterra, ¡cómo habéis sido engañados!
El populismo y la popularidad de William Cobbett dieron a la erudición de Lingard el alcance y los lectores que de otro modo le habrían faltado, haciéndola mucho más conocida y la visión católica de la historia inglesa mucho más ampliamente aceptada. De hecho, ayudó el hecho de que Cobbett no fuera católico y, por lo tanto, pudiera alegar imparcialidad con respecto a la cuestión religiosa, denunciando a los reformadores como plutócratas avaros, independientemente del credo que teóricamente abrazaban.

El enorme éxito de la Historia de Cobbett contribuyó a allanar el camino para la emancipación católica en 1829 y también ejercería una influencia significativa en algunos de los principales movimientos políticos y culturales del siglo siguiente, como el Renacimiento Gótico, liderado por Augustus Pugin, converso al catolicismo; el movimiento de la Joven Inglaterra, liderado por Benjamin Disraeli; el movimiento cartista de “vuelta a la tierra”, liderado por Feargus O'Connor; la Hermandad Prerrafaelita, liderada por John Ruskin y William Morris; y el movimiento distributista, liderado por Chesterton y Belloc. Cada uno de estos movimientos políticos y culturales tenía sus raíces, al menos en parte, conscientemente o no, en las revelaciones revisionistas de Cobbett sobre la falsa narrativa de la “historia protestante”.

Empezamos con Belloc, cuya historia seminal de Inglaterra, The Servile State (El Estado Servil), fue influenciada tanto por Lingard como por Cobbett; terminaremos con el gran amigo de Belloc, G.K. Chesterton, que escribió una biografía de William Cobbett en la que cantó las alabanzas de este héroe anónimo de la Cristiandad como estamos haciendo aquí. Al escribir sobre la denuncia de Cobbett del saqueo de los Tudor y de la Reforma protestante que fue su consecuencia, Chesterton elogió a Cobbett por sacar a la luz un crimen histórico que los historiadores protestantes habían intentado ocultar a las generaciones futuras:
Era simplemente un hombre que había descubierto un crimen: antiguo como muchos crímenes; oculto como todos los crímenes. Era como quien ha encontrado en un bosque oscuro los huesos de su madre, y de repente sabe que ha sido asesinada. Ahora sabía que Inglaterra había sido asesinada en secreto. Algunos, diría, podrían pensar que es un asunto de pesar que debe expresarse en murmullos. Pero cuando encontraba un cadáver, daba un grito; y si los tontos se reían de los gritos de alguien, él gritaba aún más, hasta que el mundo se estremecía con ese terrible grito en la noche.
Ese grito resonante y estremecedor de “¡Asesinato!”, que profirió al tropezar con los huesos de la Inglaterra muerta, es lo que le distingue de todos sus contemporáneos.

Crisis Magazine


MESTIZAJE NOBLE: UNA AUTÉNTICA “INCULTURACIÓN”

Permítame proponerle que observe detenidamente este cuadro y tome nota de sus impresiones.

Por Patricio Padilla


Confieso que la primera vez que vi este cuadro hice un análisis superficial y prejuicioso. El cuadro me pareció confuso.

Muchos personajes, un texto en español un tanto arcaico en caligrafía, prendas multicolores de los laicos contrastando con las sotanas negras de los dos sacerdotes. En fin, no tenía mucho sentido para mí.

Sin embargo, fue pintado con mucho cuidado y todo se hizo por una razón.

El objeto del cuadro no es sólo agradar a la vista. Su propósito final es presentar símbolos imperiales católicos a su público: los indios y españoles del Perú del siglo XVII. Con un poco de investigación pude descubrir la clave que me abrió la puerta a su significado.

* * *

Permítame analizar esta imagen desde el punto de vista del observador.


En el punto central superior se encuentra el símbolo (hoy se llamaría logo) de la Compañía de Jesús: un sol que representa a Nuestro Señor. Por cierto, el sol también era un símbolo divino del Imperio Inca.

Bajo él encontramos a dos sacerdotes vestidos de negro que, aunque situados en el fondo del cuadro, parecen ser los inspiradores de las acciones que tienen lugar en primer término.

El sacerdote de la izquierda es San Ignacio de Loyola que porta la Constitución de la Compañía de Jesús, la Orden que él fundó.

El de la derecha es otro jesuita, San Francisco de Borja, que había sido duque de Gandía y virrey de Cataluña. Señala una calavera, símbolo de la renuncia que hizo a los títulos y cosas de esta tierra para contemplar y luchar por las cosas de la eternidad.

Los dos santos jesuitas no están retratados por casualidad. Su presencia tiene un motivo, pues inspiraron las políticas que dieron lugar a los matrimonios de este cuadro. Además, eran parientes cercanos de los novios.

Los dos matrimonios

Continuando con el análisis, vemos que las dos parejas en primer plano son las protagonistas de la escena.


A la izquierda aparecen Martín de Loyola con traje amarillo, noble caballero perteneciente a la Casa de Loyola y sobrino nieto de San Ignacio de Loyola, y su esposa, Beatriz Clara Coya, hija del gobernante inca Sayri Túpac (1535-1561).

A la derecha aparecen Juan de Borja de negro, caballero de Santiago, pariente cercano de San Francisco de Borja, con su esposa Ana María Lorenza García Sayri Túpac de Borja, noble mestiza hispano-inca, Señora del Valle de Yucay y también primera Marquesa de Santiago de Oropesa. Era hija del matrimonio de la izquierda, por lo que también está emparentada con la Casa de Loyola por vía paterna.

Ambas princesas eran descendientes de la línea real inca.

Se trata de un cuadro atemporal, es decir, situado fuera del tiempo cronológico, ya que ambos matrimonios están siendo bendecidos en el mismo momento, aunque tuvieron lugar en fechas diferentes y representan generaciones diferentes.

La primera boda, la de Beatriz y Martín, tuvo lugar en Cuzco, capital inca, en 1572, y la segunda boda es la de su hija Lorenza, que se casó con Juan en 1611 en España. Bien podría decirse que este cuadro es el “acta de nacimiento” del Perú.

El mestizaje en el Perú comenzó con notas sociales -y religiosas- muy altas, promovido por la Corona, acogido con calurosa aprobación por sus súbditos -tanto los nativos del Perú como los españoles- y bendecido por la Iglesia. ¿Qué más se podía pedir?

A la izquierda: la nobleza inca con su tradicional traje de gala;
  a la derecha: la nobleza española.

Con esto, podemos identificar a los personajes del fondo a la izquierda: Son los antepasados ​​incas de las Princesas, colocados según el criterio de jerarquía y protocolo y dado el lugar de mayor honor.

A la derecha, en el extremo opuesto, vemos a los nobles, antepasados ​​y parientes de los caballeros Martín de Loyola y Juan de Borgia.

En el centro de ese grupo se encuentra un Obispo entre los caballeros nobles con los trajes negros de la corte de la época y las grandes damas con sus finos vestidos de colores. No pude identificar quién era este Obispo.

Hay un detalle que vale la pena resaltar respecto a los muchos símbolos y significados que presenta esta pintura: Es la colocación de las manos de los dos pares de novios.

A la izquierda, Martín y Beatriz; a la derecha, Juan y Lorenza

Ambos matrimonios se toman de la mano, pero Martín y Beatriz juntan sus manos derechas, símbolo de igualdad de rango, mostrando que la Corona de España daba la misma consideración a sus súbditos indios que a sus súbditos españoles. En aquella época era importante dejar muy claro este punto sobre cómo la Corona consideraba a sus súbditos en América y España.

Con la otra pareja, Juan coloca su mano derecha sobre la mano izquierda de Lorenza. Lo que se está enfatizando aquí, creo, es el papel que cada cónyuge juega en el matrimonio siguiendo la enseñanza de la Iglesia: la mujer está sujeta al marido.

Aquí tenemos un bello y noble ejemplo de una “inculturación” contrarrevolucionaria, exactamente lo opuesto a la lucha de clases que el progresismo y el comunismo quieren instaurar en la sociedad, enfrentando una clase contra otra

Vemos que los nobles de España – emparentados con los santos – no consideraron inferior a su estatus casarse con las princesas incas del Perú, uniendo así armoniosamente, por la bendición de la Iglesia y la verdadera Fe, dos culturas y pueblos.




LA PIEDRA DE TOQUE (16)

Hay un medio muy fácil de descubrir la verdadera Iglesia, entre todas las que pretenden este título.

Por Monseñor De Segur (1862)


Nuestro Señor Jesucristo declaró terminantemente, que sus discípulos serían aborrecidos por los malvados, como el mismo lo había sido antes que ellos. “No es superior el discípulo a su maestro: si el mundo os aborrece, acordaos que primero me aborreció a mí”. Ahora bien, desde los tiempos apostólicos, como lo atestigua la historia, los esfuerzos y los odios de los impíos, constantemente se han dirigido contra la Iglesia Católica. 

Los judíos, los paganos, los turcos, los malos de todos los siglos y en nuestros días todos los revolucionarios, han escogido y todavía escogen por blanco de sus tiros, a la Iglesia Católica y solamente a la Iglesia Católica. Los facinerosos de la revolución francesa se lanzaron contra ella encarcelando y matando a sus Obispos y sacerdotes, mientras, que dejaban muy tranquilos a los rabinos judíos y a los ministros protestantes. Leed los escritos incendiarios de nuestros revolucionarios modernos. La Iglesia Católica es la única que excita sus furores. Ellos no solamente no se levantan contra el protestantismo, sino que lo proclaman como favorable a sus miras anticristianas.

La unión de todos los impíos contra la Iglesia Católica solamente bastaría para verificar la profecía de Nuestro Señor, pero las sectas heréticas y especialmente las protestantes, se han encargado de completar esta prueba. Separadas entre sí para todo lo demás, divididas en creencias e intereses, y anatematizándose las unas a las otras, ellas se ponen en un maravilloso acuerdo, cuando se trata de injuriar y atacar a la antigua Iglesia de San Pedro. En presencia de esta enemiga sus bocas prorrumpen en blasfemias unísonas, como si fuesen una sola boca.

Herodes y Pilatos eran enemigos mortales entre sí hasta que se unieron contra Nuestro Señor Jesucristo. La herejía y la impiedad separadas por otros muchos títulos se unen como Pilatos y Herodes para ultrajar, azotar y destruir a la Santa Iglesia Católica. Pero esta Iglesia Católica, Apostólica y Romana, si bien debe sufrir su pasión como la sufrió el Salvador, para completar la de su Divina Cabeza, también tiene a su favor las promesas de vida eterna. Siempre odiada, blasfemada siempre, ella siempre vive y vivirá siempre, porque Jesús está con ella hasta el fin del mundo, siendo ella la única a quien se ha dicho: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ti”.

Continúa...

Tomado del libro “Conversaciones sobre el protestantismo actual”, impreso en 1862.



20 DE SEPTIEMBRE: SAN EUSTAQUIO Y SUS COMPAÑEROS MARTIRES


20 de Septiembre: San Eustaquio y sus compañeros mártires

(✞ 118)

El fortísimo mártir de Cristo san Eustaquio era patricio romano de ilustre linaje; se llamaba Plácido antes de su Bautismo, y tenía el grado de oficial en el ejército del emperador.

Habiendo hecho grandes servicios a Vespasiano y a su hijo Tito en las guerras contra los judíos se retiró a Roma, y saliendo un día de caza, vio un ciervo de extraña grandeza que se le puso delante y traía entre los cuernos un crucifijo rodeado de maravillosa claridad, y oyó una voz que le decía: 

- Plácido, no quiero que me persigas, yo soy Jesús que morí por tu amor y ahora quiero salvarte. 

Plácido echó a correr despavorido y postrado en tierra adoró al Señor, el cual le mandó que fuese al presbítero de los cristianos y se bautizase con su mujer y sus hijos. 

Así lo hizo, cambiando el nombre de Plácido por el de Eustaquio y el de su mujer que se llamaba Taciana por el de Teopista, para que por estos nombres fuesen conocidos por los cristianos y no por los gentiles.

Los dos hijos que tenía Eustaquio se llamaron Agapito y Teopisto. 

Más habiendo cambiado junto con los nombres, las costumbres de la gentilidad, por las muy santas de la Fe que habían abrazado, Eustaquio fue acusado de ser cristiano, y perdió su grado y la renta que era muy grande ya que era uno de los primeros oficiales del ejército. 

Entonces se ausentó a un lugar donde no fuese conocido, y se concertó con un labrador rico para cultivar una de sus haciendas, y en este oficio, andando tras los bueyes, gobernando el arado aquel que había gobernado un ejército, pasó tranquilamente quince años. 

En ese tiempo sucedió Trajano en el imperio, y surgiendo una guerra dificilísima contra los bárbaros de varias naciones que amenazaban caer sobre el imperio, acordándose del valor que había mostrado Plácido en la guerra contra los judíos, le mandó buscar y le hizo general del ejército. 

Marchó pues contra los enemigos con tan feliz suceso que alcanzó sobre ellos insigne victoria y mereció entrar en Roma con los honores del triunfo. 

Pasados los días del regocijo, ordenó el emperador que hiciese un solemne sacrificio de acción de gracias a los dioses. 

Pero el santo general le dijo que lo haría en honra del verdadero Dios a quien se debía la felicidad de su campaña y le declaró que era cristiano; por lo cual bramando de rabia el tirano, le condenó a las fieras, y para que la afrenta fuese tan grande como la honra pasada, mandó que le llevasen casi desnudo hasta el anfiteatro, y le arrojasen con su mujer y sus hijos a las fieras. 

Respetaron ellas a los santos y les lamieron los pies, sin hacerles daño alguno, por lo cual ordenó al bárbaro emperador que fuesen apretados con unos bueyes de bronce, en cuyo espantoso martirio entregaron su espíritu al Creador. 

Reflexión

Ya lo ves; después el triunfo del martirio, esto es lo que sabe dar el mundo a los que le sirven, cuando dejan de servirle por servir a Dios. Pero así alcanzó Eustaquio más ilustre victoria que la que había alcanzado sobre los bárbaros. Y ¿qué tenía que ver el triunfo con que fue recibido en Roma, con la gloria con que entró poco después en el reino de los cielos? Sirvamos pues fielmente a nuestro Señor, aún con el desagrado del mundo, porque solo Dios es santo y Señor nuestro, y fiel en sus promesas y magnífico en sus recompensas. 

Oración

¡Oh Dios! Que nos haces la gracia de que celebremos el nacimiento para el cielo de tus bienaventurados mártires Eustaquio y sus compañeros, concédenos que logremos la dicha de gozar con ellos del júbilo y felicidad eterna. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


jueves, 19 de septiembre de 2024

MARAVILLA DE MARAVILLAS

Cuanto más crecemos en santidad –cuanto más nos “asemejamos a un niño”– más nos maravillamos ante la bondad inmerecida que nos rodea.

Por Stephen P. White


El asombro es el principio de la filosofía. Eso pensaba Aristóteles. Santo Tomás de Aquino también lo pensaba, ya que el asombro es una especie de deseo de conocimiento. Este deseo surge en nosotros cuando observamos un efecto cuya causa nos es desconocida o que sobrepasa nuestro entendimiento. Descartes llamaba al asombro la “primera pasión”, porque nos sobreviene de improviso y antes de que sepamos si el objeto de nuestro asombro nos beneficia o no.

A menudo nos asombramos cuando encontramos algo nuevo e inesperado. Pero el asombro suele ir más allá de la novedad. Todos conocemos la diferencia entre asombro y sorpresa. Además, podemos maravillarnos ante cosas que no son realmente nuevas para nosotros. Cualquier puesta de sol especialmente bella puede suscitar asombro, no sólo la primera que vemos.

Y algunas cosas pueden ser una fuente constante e inagotable de asombro: Dios, por ejemplo. 

Así leemos en los Salmos (8:3-5):

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

la luna y las estrellas que tú formaste...

digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él

y el hijo de hombre para que te preocupes por él?

Le has hecho poco menor que los ángeles,

y lo coronaste de gloria y de honra...

Cuando encontramos maravillas en la Creación, naturalmente nuestra mente se maravilla ante el Creador. El hecho de que hayamos sido creados con la capacidad de asombrarnos es en sí mismo una causa de asombro. Uno puede ver cómo esta cadena de asombro y maravilla podría llevar incluso a un pagano como Aristóteles a plantearse preguntas fundamentales sobre la naturaleza del ser mismo. ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Y de dónde procede todo ese “algo”? Eso sí que es algo por lo que preguntarse.

Los niños se preguntan más fácilmente que los adultos, aunque su aptitud para la investigación metafísica suele ser algo menor. Tal vez sea porque los niños suelen mirar hacia arriba para ver las caras de los adultos y, al mirar hacia arriba, no pueden evitar fijarse en el cielo y los árboles que hay más allá, mientras que los adultos siempre están mirando hacia abajo, a la tierra o al pavimento o a sus smartphones.

Quizá los niños se maravillan más fácilmente debido a su inocencia. Me parece revelador que el pecado -nuestra retracción hacia nosotros mismos y nuestro alejamiento de Dios- parezca embotar nuestra capacidad de experimentar el asombro.

La exhortación de Nuestro Señor a “ser como niños” suele interpretarse como una exhortación a la humildad y a la confianza en Dios. Y así es. Pero siempre he pensado que una gran parte de ser como niños -incluidas las partes relativas a la confianza y la humildad- se encuentra precisamente en la propensión del niño a maravillarse.

Ese asombro, el asombro sin afectación de un niño que se maravilla ante el mundo y ante quien lo creó, no puede sino desembocar en un torrente de gratitud. En nuestros momentos más infantiles, todas las distinciones entre gratitud, humildad, confianza y alabanza desaparecen y nos quedamos disfrutando de la presencia de alguien que nos ama. El asombro puede ser el principio de la filosofía; también es una poderosa entrada en la oración de la contemplación.

Merece la pena considerar la relación entre asombro y gratitud. El asombro surge, como hemos oído decir al Aquinate, cuando observamos el efecto de una causa que supera nuestra comprensión. Un niño podría describir el asombro como lo que uno siente cuando ve algo muy grande -un cielo lleno de estrellas demasiado numerosas para contarlas o el paisaje de una montaña- y se siente muy pequeño en comparación.

No podemos comprender la magnitud de lo que tenemos ante nosotros, y eso nos llena de asombro. Y a veces, esa misma conciencia de encontrarnos con algo que va más allá de nuestra comprensión tiñe nuestro sentido de la maravilla con una pizca de miedo.

Lo mismo ocurre cuando nos encontramos con Dios. El temor del Señor -nos dice Proverbios- es el principio de la sabiduría. Cuando Jesús ordenó a sus discípulos “Bogad mar adentro y echad vuestras redes para pescar”, Pedro objetó que habían estado pescando toda la noche, pero obedeció de todos modos. Pescaron tantos peces que las redes estuvieron a punto de romperse y las barcas de hundirse.

La respuesta de Pedro es indicativa del temor al Señor: [Pedro] cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: 'Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador'. Porque el asombro de la pesca que habían hecho se apoderó de él y de todos los que estaban con él”.

La respuesta de Pedro recuerda las palabras de Isaías: “¡Ay de mí, estoy condenado! Porque soy un hombre de labios impuros, que vive en medio de un pueblo de labios impuros, ¡y mis ojos han visto al Rey, a Yahveh de los ejércitos!”. Para aquellos de nosotros que carecemos de la inocencia de un niño, encontrar la maravilla es al mismo tiempo recordar nuestra propia indignidad. El corazón tiembla.

Cuanto más crezcamos en santidad -cuanto más “niños” seamos-, más nos asombrará la bondad inmerecida que nos rodea. Puede que el mundo esté lleno de belleza y grandeza, pero ¿por qué habríamos de ser capaces de darnos cuenta? ¡Qué maravilla!

La única respuesta justa es la gratitud y la alabanza. Como proclama el salmista: “Te alabaré, porque formidable y maravillosamente he sido hecho: maravillosas son tus obras, y eso mi alma lo sabe muy bien”.


The Catholic Thing



EL “PADRE” PRO-SODOMITAS TIMOTHY RADCLIFFE DIRIGIRÁ NUEVAMENTE EL “RETIRO” DEL SÍNODO SOBRE LA SINODALIDAD

El “retiro” que dará inicio al sínodo sobre la sinodalidad, se realizará “en privado”, y nuevamente será dirigido por Timothy Radcliffe, OP, un dominico inglés de 79 años conocido por su... anticatolicismo.


La oficina de prensa del Vaticano publicó detalles del próximo sínodo sobre la sinodalidad que comenzará a finales de este mes, y que una vez más tendrá un “retiro” previo dirigido principalmente por Timothy Radcliffe embanderado con los colores del arco iris.

El sínodo comenzará el lunes 30 de septiembre y todos los participantes compartirán un “retiro” de dos días. El año pasado, el retiro se celebró en Sacrofano, pero este año se llevará a cabo en el Vaticano.

El retiro se llevará a cabo “en privado” (solo algunas secciones del mismo serán transmitidas en vivo por los portales de noticias del Vaticano).

María Ignazia Angelini

También como el año pasado, Radcliffe estará acompañado por la abadesa benedictina italiana, la Madre María Ignazia Angelini, y ambos continuarán actuando durante todo el mes como “asistentes espirituales” del sínodo.


LA SANGRE DE SAN GENARO SE LICUÓ EN NÁPOLES EL DÍA DE SU FESTIVIDAD

La sangre de San Genaro se licuó el hoy antes de una misa en Nápoles, Italia, donde el “arzobispo” dijo que la sangre del mártir del siglo IV es un poderoso recordatorio de que “el amor es más fuerte que la muerte”.


El “arzobispo” de Nápoles, Domenico Battaglia, levantó la ampolla que contiene la reliquia de la sangre del santo en la catedral de Nápoles el día de su festividad, revelando la licuefacción entre los vítores de los fieles que había esperado en la catedral desde temprano en la mañana.

“Cada gota de esta sangre nos habla del amor de Dios”, afirmó Battaglia en su homilía. “Esta sangre es signo de la sangre de Cristo, de su pasión”.

El “arzobispo” recordó que cada 19 de septiembre se conmemora el aniversario del martirio de San Genaro ocurrido el año 305, cuando santo eligió la muerte por fidelidad a Nuestro Señor Jesucristo.

Cientos de personas se reunieron en la Catedral de la Asunción de María de Nápoles para la festividad de San Genaro. El santo fue un obispo católico que fue martirizado durante la persecución cristiana del emperador Diocleciano.

Según la tradición, la falta de fluidificación de la sangre es señal de guerra, hambruna, enfermedad u otros desastres. Este portentoso milagro suele ocurrir hasta tres veces al año: el 19 de septiembre, día de la festividad del santo; el primer sábado de mayo, día en que sus restos fueron trasladados a Nápoles; y el 16 de diciembre, aniversario de la erupción del Vesubio en 1631.

En su homilía, el “arzobispo” de Nápoles advirtió contra “la reducción de la veneración del santo de la ciudad a una mera superstición”.

Y por supuesto, el “arzobispo” no dejó pasar la oportunidad de repetir el discurso progresista de los políticamente correctos cuando agregó: “No tenemos que preocuparnos si la sangre de esta reliquia no se licúa, pero sí tenemos que preocuparnos si es la sangre de los oprimidos, de los marginados y de los pobres la que fluye por nuestras calles.


19 DE SEPTIEMBRE: SAN GENARO, OBISPO Y MARTIR


19 de Septiembre: San Genaro, obispo y mártir

(✞ 305)

El celosísimo obispo de Benevento y portentoso mártir de Cristo, San Genaro, fue natural de Benevento, en el reino de Nápoles.

Fue ordenado como presbítero y como Obispo por expreso mandato del sumo pontífice; y como en la persecución de Diocleciano y Maximiano estuviese preso un santo joven diácono llamado Sosio, y San Genaro le visitase en la cárcel, Timoteo, el presidente, le mandó prender y traer delante de sí, y procuró atraerlo con muchas palabras y razones a la adoración de los dioses.

Pero entendiendo que perdía el tiempo, hizo encender un horno y echar en él al Santo; más el Señor lo guardó de tal manera que saltó del horno sin que la llama le hubiese hecho daño ni en la ropa ni en un cabello de la cabeza.

El tirano se encendió más y lo condenó a un nuevo suplicio en que todos los miembros del santo fueran descoyuntados.

Vinieron a visitarle Festo, diácono y Desiderio, lector, y siendo conocidos como cristianos, fueron presos y llevados con su Obispo San Genaro, cargados de hierros y cadenas, delante de la carroza del presidente a la ciudad de Puzol.

Así fueron echados en la misma cárcel donde estaban presos Sosio, diácono de la ciudad de Mesina, y Proculo, diácono de Puzol, y dos cristianos llamados Eutiques y Acucio, todos los cuales habían sido condenados a ser despedazados por las fieras y estaban aguardando la ejecución de la sentencia.

Al día siguiente, los siete fueron echados a las bestias feroces, las cuales olvidándose de su natural crueldad se echaron a los pies de San Genaro y de sus santos compañeros como mansas ovejas.

El presidente, atribuyendo este milagro del Señor a hechizos, dio sentencia contra ellos y los mandó degollar; pero luego perdió la vista, y por la oración de San Genaro la recobró, y con este milagro se convirtieron unas cinco mil personas.

Pero no bastó el beneficio que había recibido el inicuo juez para conocer la mano poderosa de Dios que obraba por sus santos tales prodigios; y dudando de que todas las maravillas que veía se hacían por artes mágicas, y temiendo la ira de los emperadores, mandó que llevasen los mártires a la plaza llamada Vulcana, y que allí les cortasen la cabeza; en cuyo martirio dieron todos ellos sus benditas almas al creador.

El cuerpo de San Genaro está colocado en la catedral de Nápoles donde es reverenciado con gran devoción por toda aquella ciudad que le tiene por patrón y recibe de su mano continuos beneficios señaladamente en tiempo de pestilencia y de otras públicas calamidades.

Reflexión:

Obran también las sagradas reliquias de este Santo otro milagro que es perpetuo y que hasta hoy dura y es famoso en todo el mundo. Porque tienen en la catedral de Nápoles la sagrada cabeza del santo, y aparte una ampolla de vidrio llena de la sangre cuajada del mismo mártir, y juntándola con la cabeza o poniéndola delante de ella, comienza luego la sangre a deshacerse y derretirse y hervir como si se acabara de verter; y este milagro tiene cada año por testigos a toda clase de gentes de muchas partes que acuden a verlo y aún los mismos incrédulos quedan tan certificados del suceso maravilloso que no pueden ni siquiera ponerlo en duda. ¡Ojalá que el admirable portento que ven con los ojos del cuerpo les abriese los ojos del alma y se rindiesen a la fe y voluntad de aquel Señor que hasta con perpetuos Milagros da testimonio de nuestra divina y santísima religión!

Oración:

¡Oh Dios! Que cada año nos alegras con la festividad de tus bienaventurados mártires Genaro y sus compañeros, concédenos benignamente que así como sus merecimientos nos regocijan, así también nos enfervoricen sus ejemplos. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


miércoles, 18 de septiembre de 2024

PERLAS BERGOGLIANAS EN EL AVIÓN

“Rechazar a los inmigrantes es tan malo como el aborto”, es una de las nuevas “frases célebres” del Sumo Hereje 


El falso “papa” regresó a Roma después de completar un viaje del 2 al 13 de septiembre por Asia y Oceanía que lo llevó a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, un viaje de 12 días en lo que fue la gira internacional más larga y más lejana de sus 11 años de usurpación del Papado.

El verborrágico jesuita aprovechó el vuelo de regreso para dar otra de sus peroratas defendiendo la inmigración ilegal, cacareando contra el “cambio climático”, manifestándose “feliz” por el acuerdo con China y lavándose las manos en lugar de aconsejar a los votantes católicos estadounidenses cuando fue preguntado sobre que era lo correcto, si votar un candidato antiinmigración o una candidata proabortista.

Respecto al acuerdo secreto con China y el nombramiento de “obispos” por parte del régimen comunista, Bergoglio dijo: “Estoy contento con los ‘diálogos’ con China, el resultado es bueno, incluso para el nombramiento de los ‘obispos’ trabajamos con buena voluntad, y por lo que escuché de la Secretaría de Estado, estoy feliz... Creo que China es una promesa y una esperanza para la Iglesia”.

Preguntado luego sobre las próximas elecciones en EE.UU y qué aconseja al votante católico que tiene que decidir entre una candidata que está a favor del aborto y otro que quiere deportar a 11 millones de migrantes, el jesuita apóstata respondió: Ambos están en contra de la vida, tanto el que echa a los migrantes como el que mata a los niños. Seamos claros: el no dar a los migrantes la posibilidad de trabajar como el no brindarles acogida ES UN PECADO, ES GRAVE. Quien no cuida al migrante comete una falta, ES UN PECADO, UN PECADO también contra la vida de esas personas. La migración es un derecho que ya estaba en la sagrada escritura y en el Antiguo Testamento”.

Sobre el aborto respondió correctamente, pero no puso tanto énfasis: “la ciencia dice que en el mes después de la concepción, están todos los órganos de un ser humano. Todos. Te guste o no te guste la palabra, abortar es matar a un ser humano”.

“En la moral política, por lo general, se suele decir que no votar es malo, no es bueno. Hay que votar y hay que elegir el mal menor. ¿Quién es el mal menor? ¿Esa señora o ese señor? No lo sé, que cada uno en conciencia piense y haga eso”.

Las preguntas luego se dirigieron hacia los casos de abuso en la Iglesia, se le preguntó qué sabía el Vaticano sobre el caso del abbé Pierre (conocido por su defensa de los pobres y las personas sin hogar Emmaús, y ahora desenmascarado como un depredador sexual), y además se le preguntó si estará en París con motivo de la reapertura de la catedral de Notre Dame. 

El falso papa respondió terminantemente: “No iré a París”. Sobre el abbé Pierre dijo: Es gente buena, gente que hace el bien, con tanto bien hecho, puede ser que esta persona sea un feo pecador. Y esa es nuestra condición humana. Los pecados públicos son públicos y deben ser condenados. Debemos hablar claramente de estas cosas, no escondernos”. Ese es su habitual doble discurso: decir una cosa y hacer otra, porque ya es conocida por casi todos su debilidad por ocultar y encubrir prelados abusadores, ya que se codea a diario con ellos y los protege bajo su “manto papal”.

Preguntado sobre una posible visita a Argentina, su país natal, dijo brevemente: “Es algo que todavía no está decidido, me gustaría ir, es mi pueblo”.

Luego le preguntaron sobre un posible viaje a las las Canarias (España) y respondió: “Estoy pensando un poco en ir a Canarias, porque allí hay situaciones de ‘migrantes’ que vienen del mar y me gustaría estar cerca de los gobernantes y de la gente”.

Interrogado luego sobre uno de sus temas favoritos, el “cambio climático”, dijo: “Creo que el ‘problema climático’ es grave, muy grave. Desde el Encuentro de París la cop21 de 2015), las reuniones “sobre el clima” han ido cuesta abajo. Se habla, se habla, pero no se actúa. Esa es mi impresión. Sobre esto he hablado en mis dos escritos Laudato si' y la Laudate deum”. 


BERGOGLIO: “LA DIVERSIDAD DE NUESTRAS IDENTIDADES RELIGIOSAS ES UN DON DE DIOS”

El apóstata confirma una vez más su apostasía…


El ‘papa’ Francisco (Jorge Bergoglio) ha dado un mensaje para todos los ‘interpretadores papales’: ¡jaque mate!

Esta vez ha dejado absolutamente claro, sin lugar a dudas, que la existencia de muchas religiones diferentes es un bien positivo, deseado activamente por Dios, porque enriquece a la humanidad. ¡No puedes inventarte estas cosas!

En un mensaje de video publicado por el Vaticano con motivo del encuentro “Med24” en Tirana, Albania, el falso “papa” afirmó:

[Original en italiano, según lo informado por el Vaticano:]

Imparate insieme a leggere i segni dei tempi. Contemplate la diversità delle vostre tradizioni come una ricchezza, una ricchezza voluta da Dio. L'unità non è uniformità, e la diversità delle nuestra identità culturali e religiose è un dono di Dio. Unidad en la diversidad. Crescete nella stima reciproca, come testimoniano i vostri antenati.

[Traducción al español vía DeepL:]

Aprendamos juntos a leer los signos de los tiempos. Contemplemos la diversidad de nuestras tradiciones como una riqueza, una riqueza querida por Dios. La unidad no es uniformidad, y la diversidad de nuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios. Unidad en la diversidad. Crezcamos en la estima mutua, como lo testimoniaron nuestros antepasados.

[traducción oficial del Vaticano:]

Os invito a aprender juntos a discernir los signos de los tiempos. Contemplad la diferencia de vuestras tradiciones como una riqueza, una riqueza que Dios quiere. La unidad no es uniformidad, y la diversidad de vuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios. Unidad en la diversidad. Crezca entre vosotros la estima mutua, siguiendo el testimonio de vuestros antepasados.

Hay otros elementos problemáticos en su mensaje, pero palidecen en comparación con esta declaración terriblemente blasfema de apostasía que básicamente afirma que las muchas religiones falsas son un regalo de Dios al mundo.

En otras palabras, Francisco afirma que el mundo sería más pobre si no existieran el hinduismo, el zoroastrismo, el sijismo, el mormonismo, etc. Afirma que Dios se complace con la incredulidad de los judíos, la idolatría de los paganos, el arrianismo de los testigos de Jehová, las innumerables herejías de los protestantes, la apostasía de los unitarios, etc. ¡Es una doctrina tan perversa y malvada que resulta imposible creer que alguien pueda sostenerla!

Como enriquecimiento divino para la humanidad, las religiones falsas no podrían ser obstáculos para la salvación, sino que, por el contrario, tendrían que conducir a sus seguidores hacia Dios, pues un Dios totalmente bueno no podría querer activamente la existencia de religiones que lleven a la gente a la condenación. Y así, he aquí que la noción de que todas las religiones son caminos hacia Dios es precisamente lo que Bergoglio dijo a los jóvenes en Singapur el viernes pasado, 13 de septiembre.

Técnicamente, esto no es algo nuevo que diga Francisco. Aunque no es ampliamente conocido, él ha dicho esencialmente lo mismo en ocasiones anteriores. He aquí algunos ejemplos: en una mesa redonda interreligiosa en el Vaticano hace tres años, proclamó: “Si en el pasado, nuestras diferencias nos han puesto en contraste, 
hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios…”. Hablando con un grupo interreligioso de jóvenes en Mozambique, les dijo que sus diferencias religiosas eran “necesarias”. Como parte de un encuentro con estudiantes universitarios en África, Francisco les advirtió que se mantuvieran alejados del “supermercado de salvación” que ofrecen las diversas religiones; en cambio, “encontraremos el camino en nuestro corazón”, afirmó. Y dirigiéndose a sus propios guardias suizos hace algún tiempo, les dijo que debían “vivir en sociedad con la actitud adecuada, reconociendo la diversidad cultural, religiosa y social como una riqueza humana y no como una amenaza”.

La realidad es, por supuesto, que sólo una religión es querida por Dios, y es la Verdadera Religión: la Religión Católica Romana: “… la 
única Religión Verdadera es aquella que Jesucristo en persona instituyó y confió a su Iglesia para conservarla y para propagarla por todo el tiempo (Papa León XIII, Encíclica Immortale Dei, n. 4).

Toda religión falsa es necesariamente y de por sí un obstáculo para la salvación. Es un engaño del diablo que, si se sigue, arruinará eternamente el alma del hombre, por lo que Dios estableció la Iglesia Católica como la única Arca de Salvación para la humanidad: “La fe nos ordena que mantengamos que fuera de la Iglesia Apostólica Romana, ninguna persona puede ser salvada, porque nuestra Iglesia es el único arca de salvación, y quien no entre en ella, perecerá en las aguas del diluvio” (Papa Pío IX, Alocución Singulari Quadam, 9 de diciembre de 1854).

Quizás la declaración más contundente del dogma de la Iglesia Católica sobre su propia singularidad como única Arca de Salvación es la publicada por el Concilio de Florencia en el siglo XV, aprobado por el Papa Eugenio IV:

[Este Concilio] “Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y, sus ángeles” [Mt 25:41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica.

(Concilio de Florencia, Bula Cantate Domino)

Sin embargo, Francisco no lo cree, como lo ha demostrado una y otra vez, independientemente de las cosas ortodoxas que pueda decir en otras ocasiones. Como advirtió el Papa Pío VI:

Pero si al hablar estás equivocado, no puedes admitir la defensa sutil que se acostumbra a dar y por la cual, cuando se ha pronunciado una expresión demasiado severa, encuentras la misma explicación más claramente en otro lugar, o incluso la corriges, casi como si fuera una restricción. La licencia para afirmar y negar a voluntad, que siempre fue una astucia fraudulenta de los innovadores para encubrir el error, no se debe usar para denunciar el error en lugar de justificarlo: como si las personas no estuvieran preparadas para lidiar casualmente con esto o aquello.

(Papa Pío VI, Bula Auctorem Fidei, preámbulo)

Curiosamente, cuando se trata del ecumenismo, es decir, de la “búsqueda de la unidad cristiana” interdenominacional que rechaza la conversión de todos los no católicos al catolicismo como el único objetivo legítimo, Bergoglio se complace en denunciar las divisiones entre los “cristianos” como un escándalo que finalmente debe superarse; mientras que ahora que se dirige a personas de muchas otras religiones (no sólo “cristianas”), considera la multiplicidad de credos como una gran riqueza humana que supuestamente es la voluntad misma de Dios, cuya infinita Sabiduría supuestamente se refleja en ella.

Francisco no es consistente en las ideas anticatólicas que profiere, excepto que siempre son contra el catolicismo.

Estas últimas declaraciones apóstatas del falso papa son una reivindicación de Novus Ordo Watch y otros tradicionalistas que desde hace tiempo han dicho que Bergoglio considera que las religiones falsas no son un mal que se debe tolerar, sino un bien positivo que se debe apreciar y celebrar. Esto quedó muy claro en febrero de 2019, cuando firmó el documento de Abu Dhabi en el que decía que Dios quiere la diversidad de religiones.

Cabe señalar que, a diferencia de sus comentarios en Singapur el 13 de septiembre, en esta ocasión las palabras de Francisco no fueron improvisadas, sino que fueron leídas de un guion preparado. En otras palabras, dijo lo que dijo con plena deliberación y preparación previa.

El Catecismo del Concilio de Trento, compuesto en el siglo XVI bajo la dirección de San Carlos Borromeo y ordenado publicar por el Papa San Pío V, enseña que las sectas heréticas están “guiadas por el espíritu del diablo” (p. 67). ¿Cuánto más, entonces, deben estar guiadas las religiones por los espíritus del infierno que no son meramente heréticos sino infieles o apóstatas?

El Papa León XIII (fallecido en 1903) dio en el clavo cuando identificó como “el gran error de nuestro tiempo” la herejía del indiferentismo, que sostiene “que el respeto por la religión debe considerarse un asunto indiferente, y que todas las religiones son iguales. Esta forma de razonamiento se calcula para provocar la ruina de todas las formas de religión, y especialmente de la religión católica, que, como es la única que es verdadera, no puede, sin una gran injusticia, ser considerada como simplemente igual a otras religiones” (Encíclica Humanum Genus, n. 16). Esa es la herejía que Bergoglio está proclamando ahora.

El Papa San Pío X (fallecido en 1914) advirtió sobre personas como Bergoglio cuando escribió: “Proponen una apostasía universal incluso peor que la que amenazó la era de Carlos. Es peor, decimos, porque se infiltra sigilosamente en las mismas venas de la Iglesia, se esconde allí y astutamente empuja principios erróneos a sus últimas conclusiones” (Encíclica Editae Saepe, n. 18).

Para todos aquellos que se preguntan qué ha pasado con la Iglesia Católica, el siguiente artículo les resultará de gran ayuda:

Eclipse de la Iglesia: el caso del sedevacantismo

No olvidemos nunca en nuestros días caóticos que el mismo San Pablo profetizó que surgiría una “operación de error” en los últimos días una vez que la fuerza restrictiva hubiera sido removida:

Que nadie os engañe en ninguna manera, a menos que primero venga la rebelión y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, de modo que se sienta en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis de que cuando yo todavía estaba con vosotros os decía estas cosas? Y ahora sabéis lo que lo detiene, para que a su tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que quien al presente lo detiene, lo detiene hasta que a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; a aquel cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por lo cual Dios les enviará la operación del error, para que crean la mentira, para que sean juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino que consintieron en la iniquidad.

(2 Tesalonicenses 2:3-11)

Si suponemos, como es posible, que la fuerza que frena el misterio de la iniquidad es el Papa (el Papado), entonces de repente lo que ha sucedido desde la muerte del Papa Pío XII (fallecido en 1958), el último Papa verdadero, empieza a tener sentido.


Novus Ordo Watch

CINCUENTA ANATEMAS CONTRA LA MISA TRADICIONAL

Un compendio para ayudar a los enemigos de la Iglesia a continuar su obra de destrucción y muerte.


El sitio francés Paix Liturgique ha publicado una lista llamada “Cincuenta razones del Dicasterio del Culto Divino para prohibir la Misa Tradicional”. Seguramente será de gran utilidad para los enemigos de la Iglesia al resumirles brevemente las cincuenta razones para anatematizar la Liturgia Tradicional, por supuesto “en buena fe sinodal” y “en la caridad de Cristo”.

Primera razón: Puesto que el diálogo es la clave para vivir “en la Iglesia” desde hace medio siglo, y puesto que la Misa Tradicional no tiene el carácter dialogador de la misa actual, y su rito no permite las sorpresas del Espíritu, tan frecuentes en esta nueva primavera de la Iglesia, ¡que sea anatema la Misa Tradicional no dialogante!

Segunda razón: No conviene que las nuevas generaciones se radicalicen en la verdad, porque el mundo moderno espera personas más tolerantes, flexibles y fluidas que dogmáticas; preferiblemente de pensamiento débil que de convicciones inflexibles. ¡Que la verdad sea anatema!

Tercera razón: El latín es una lengua extranjera como el turco o el mandarín. Está muerta y no tiene nada que ver con nuestro mundo, que podría preferir el esperanto o el inglés. ¡Que el latín sea anatema!

Cuarta razón: El sacerdote da la espalda a los fieles, a pesar de que son los principales protagonistas de la Eucaristía. El altar es importante, pero el pueblo tiene derechos. ¡Que la Misa de cara a Dios sea anatema!

Quinta razón: Desde el principio, el sacerdote dice cosas que molestan a los fieles, como Iúdica me, Deus [Júzgame, oh Dios], porque en la catequesis que se da hoy se afirma positivamente que Dios no juzga, sino que salva “a todos, a todos, a todos” (excepto a los rígidos como monseñor Carlo Maria Viganò). ¡La afirmación de que Dios juzga a los hombres sea anatema!

Sexta razón: Hay que rechazar la Misa Tradicional por incluir oraciones como in electórum tuórum iúbeas grege numerári, “manda que me cuenten entre los elegidos”, porque en realidad son elegidos “todos, todos, todos” (excepto los rígidos como Monseñor Carlo Maria Viganò). ¡Que sean anatema las palabras que implican que no todos se salvan!

Séptima razón: Acostumbrados como estamos hoy a bellas canciones modernas (pon como ejemplo cualquiera de las cancioncillas tontas del novus ordo actual), los jóvenes ya no quieren volver al Anima Christi, al Puer nátus in Bethleem o al Christus vincit, Christus regnat Christus imperat. Los cantos gregorianos, aunque crean una venerable atmósfera de misterio y unción, no se entienden y es mejor recurrir a melodías suaves y agradables en lengua vernácula. Una espiga dorada por el sol es mejor para los jóvenes que el clásico himno eucarístico: Adóre te devóte, latens Déitas. ¡Que los himnos latinos sean anatema!

Octava razón: Esos silencios, tan frecuentes en la Misa Tradicional, molestan a los fieles; a Dios le gusta que digamos/hagamos cosas sin parar. Es mejor una vida activa que una contemplativa, a pesar de lo que el Señor propuso a Marta... pero eso fue en otro tiempo. ¡Que los silencios de la Misa antigua sean anatema!

Novena razón: En particular, el silencio sepulcral del sacerdote durante el canon romano, seguido del murmullo de las palabras de consagración con una profunda inclinación hacia el altar, es incomprensible (aunque defendido por ciertos nostálgicos como introducción de los fieles a un misterio impenetrable y sublime). ¡Que el silencio del canon sea anatema!

Décima razón: No conviene a los cristianos de fe madura arrodillarse ni comulgar de rodillas, y menos aún a los jóvenes. Dios quiere que nos pongamos de pie y nos dirijamos a Él como iguales en una fe madura. Por razones de fe, ¡arrodillarse sea anatema!

Undécima razón: Leer el prólogo del Evangelio según San Juan -y en latín- después de la bendición es excesivo para los jóvenes que quieren aprovechar su tiempo libre los domingos. ¡Que el último Evangelio sea anatema!

Duodécima razón: También el rezo de tres Avemarías -y en latín y de rodillas- después de la Misa baja. ¡Que las oraciones de León XIII sean anatema!

Decimotercera razón: Lo mismo vale para el rezo de la Salve Regina -en latín y de rodillas- después de las tres Ave Marías. ¡Que la Salve Regina después de la Misa sea anatema!

Decimocuarta razón: Añádase igualmente la oración a San Miguel -en latín y de rodillas- después de la Salve Regina. ¡Que la oración a San Miguel sea anatema!

Decimoquinta razón: No tiene sentido invocar a San Miguel después de la bendición, porque nuestro mundo nunca ha estado tan libre de la presencia del demonio (si es que existe) como hoy. De hecho, los teólogos más prestigiosos (e incluso el Prepositor General de la Compañía de Jesús) tienen claro que Satanás no es un ser real. ¡Que creer en la existencia del diablo sea anatema!

Decimosexta razón: Existe un gran riesgo de dañar las rodillas de los fieles que se arrodillan tanto. Por razones médicas, ¡Que arrodillarse sea anatema!

Decimoséptima razón: No cabe duda de que la sustitución del órgano por la guitarra en la misa ha contribuido decisivamente al rejuvenecimiento de los fieles. ¡Deo gratias para la guitarra y anatema para el órgano!

Decimoctava razón: El ofertorio de la Misa Tradicional es largo, se parece a una plegaria eucarística y, sobre todo, suena demasiado sacrificial (algo incomprensible en el siglo XXI). Sencillez ante todo. Es más apropiado y ecuménico leer en voz alta la oración/bendición del novus ordo, aunque sea más hebrea y protestante que católica. ¡Que el ofertorio tradicional sea anatema!

Decimonovena razón: El Confiteor se recita dos veces, lo cual es cruel porque recuerda continuamente a los fieles que son pecadores. ¡Que el Confiteor sea anatema!

Vigésima razón:
El canon romano, además de ser demasiado largo, privilegia a los mártires romanos mediante un localismo inadmisible y parece excluir a los hombres de hoy. ¡Que el privilegio de los santos en el canon se anatema!

Vigésimo primer motivo: En la Misa Tradicional, el sacerdote pronuncia palabras extrañas como atque ab ætérna damnatióne nos éripi [sálvanos de la condenación eterna]. Pero, ¿no habíamos quedado en que “todos, todos, todos” se salvan (salvo los rígidos como monseñor Carlo Maria Viganò)? ¡Que las palabras sobre la condenación eterna sean anatema!

Vigésimo segunda razón: En el rezo del Padre Nuestro, por puro clericalismo, sólo el sacerdote habla en voz alta, impidiendo a los fieles expresarse. ¡Que el rezo del Padre Nuestro por el sacerdote solo sea anatema!

Vigésimo tercera razón: En el Pater noster de la Misa Tradicional, cuando decimos Sed libera nos a malo, entendemos que estamos pidiendo al Señor que nos libre del “Maligno”, pero antes de hacerlo ya hemos señalado que, como dicen los teólogos modernos (y el Prefecto General de la Compañía de Jesús), el Diablo es un puro símbolo. ¡Creer en el Maligno sea anatema!

Vigésimo cuarta razón:
Es preferible aceptar que Jesús está espiritualmente presente en la asamblea porque son muchos los reunidos en su nombre, que asumir un misterio tan grande e incomprensible -y que divide a los cristianos- como la transubstanciación. El ecumenismo está por encima de todo. ¡La creencia en la transubstanciación sea anatema!

Vigesimoquinta razón: El fiel católico sabe perfectamente que si un papa ha impuesto la nueva misa y derogado la antigua, es porque los papas nunca se equivocan, como ha demostrado incontrovertiblemente la historia de la Iglesia desde San Pedro. La afirmación de que un papa puede deshacer lo que otro ha hecho en nombre de la fe ¡es anatema!

Vigesimosexta razón: Y lo mismo vale para los teólogos: no cabe duda de que la voluntad expresa de Karl Rahner dio a la Misa la estructura del culto actual y el ecumenismo revelado, de modo que incluso los más rígidos (como el recientemente excomulgado arzobispo Carlo Maria Viganò) reconocen que la decisión final corresponde al pontífice. ¡Que la duda sobre la superioridad de los teólogos modernos sea anatema!

Vigésimo séptima razón: La Misa Mayor Tradicional es casi totalmente cantada, lo que resulta aburrido para los fieles. ¡Que la Misa cantada Tradicional sea anatema!

Vigésimo octava razón: Porque las lecturas de la Misa Tradicional son a menudo oscuras, escritas en un latín que no tiene nada que ver con nuestra cultura y nuestro mundo, sería más prudente seguir a la Iglesia de hoy y leer los textos de los Evangelios en voz alta, en lengua vernácula y, si es posible, en versiones adaptadas a los hombres de hoy. ¡Que la lengua vernácula obligatoria de las lecturas sea aceptada por todos!

Vigésimo novena razón: Los jóvenes ya no quieren celebraciones solemnes. Quieren misas alegres, casi festivas, momentos de comunidad. ¡Fomentemos las misas alegres y fraternales!

Trigésima razón: Cuando los jóvenes se postran y adoran al Santísimo Sacramento durante una misa, se crea un ambiente de sacralidad, de vértigo, casi de veneración. Es más prudente permanecer de pie, no arrodillarse, comulgar de pie y volver inmediatamente a su sitio para dejar paso a los demás. ¡Que se fomente la práctica de comulgar de pie!

Trigésima primera razón: No es aconsejable involucrar a los jóvenes en el ritual del incienso, pues recuerda demasiado a las fumigaciones a las que ya están acostumbrados y que no dejan lugar al misterio y a la adoración. ¡Que el incienso sea anatema!

Trigésimo segunda razón:
Es imposible inculcar a los jóvenes el significado profundo y esencial de los colores litúrgicos (blanco, rojo, verde, violeta, negro); es mucho más sencillo decir que los ornamentos litúrgicos deben ser del color más apropiado para la estación, el tipo o el estilo de la comunidad. ¡Que los colores litúrgicos sean anatema!

Trigésimo tercera razón: Los jóvenes no entienden por qué tienen que arrodillarse durante el último Evangelio, cuando se menciona el misterio de la Encarnación - et Verbum caro factum est. Un misterio difícil, como tantos misterios de nuestra fe. ¡Que se fomente la práctica de permanecer de pie!

Trigésimo cuarta razón:
Los jóvenes católicos quieren una Misa que celebre la fe comunitaria, en la que el pueblo de Dios participe activamente y no pasivamente. La (antigua) Misa tridentina no fomenta esta comunión participativa activa. ¡Que la antigua Misa antiparticipativa sea anatema!

Trigésima quinta razón: Los jóvenes quieren estar en contacto directo con el sacerdote. La Misa Tradicional, con su altar orientado hacia el Este y su sacerdote que parece aislarse, no favorece este tipo de contacto. ¡Que la misa de espaldas a los fieles sea anatema!

Trigésima sexta razón: Los jóvenes quieren que la Iglesia sea acogedora e integradora. La Misa Tradicional, con sus oraciones y gestos antiguos, excluye a quienes no están familiarizados con ella. ¡Que el rito antiguo que no es inclusivo sea anatema!

Trigésimo séptima razón: La liturgia debe ser accesible a todos, incluidos los jóvenes que no han recibido una formación teológica profunda. La Misa Tradicional es demasiado compleja o lejana para ellos. ¡Que el antiguo rito incomprensible sea anatema!

Trigésima octava razón: La liturgia moderna permite una mayor flexibilidad y adaptación a las culturas locales. La Misa Tradicional es demasiado uniforme y no respeta suficientemente las legítimas costumbres locales. ¡Que el rito antiguo, demasiado rígido, sea anatema!

Trigésima novena razón: La Iglesia de hoy valora la sencillez y la claridad en la liturgia. La Misa Tradicional, con sus muchas oraciones y rituales, es demasiado compleja o pesada para los jóvenes. ¡Que este rito demasiado complejo sea anatema!

Cuadragésima razón: Los jóvenes quieren una liturgia que hable directamente a su experiencia cotidiana y espiritual. La Misa Tradicional, aunque rica en símbolos, está desconectada de su realidad. ¡Que este rito antiguo, demasiado simbólico, sea anatema!

Cuadragésimo primera razón: La liturgia moderna hace hincapié en la participación activa de los fieles. La Misa Tradicional, centrada en el sacerdote y en lo sagrado, es demasiado distante para los jóvenes que quieren participar más. ¡Que el rito demasiado distante sea anatema!

Cuadragésimo segunda razón: La Iglesia actual fomenta una liturgia que favorece la comunidad y la fraternidad. La Misa Tradicional, con su énfasis en lo sagrado y lo misterioso, ya no está centrada en la comunidad. Anatema para el rito antiguo, ¡que no es suficientemente comunitario!

Cuadragésimo tercera razón: 
La liturgia moderna permite una mayor variedad de músicas y estilos, que pueden resultar más atractivos para los jóvenes. La Misa Tradicional, con su canto gregoriano y sus himnos en latín, les resulta monótona o menos atractiva. ¡Que el rito antiguo, demasiado monótono, sea anatema!

Cuadragésimo cuarta razón:
Los jóvenes valoran una liturgia que refleje su compromiso con la justicia social y la ecología. La Misa Tradicional puede parecer demasiado centrada en lo sagrado y menos preocupada por las cuestiones sociales y medioambientales. ¡Que el rito poco comprometido socialmente sea anatema!

Cuadragésimo quinta razón: La liturgia moderna permite una mayor adaptación a los cambios culturales y sociales. La Misa Tradicional, arraigada en una forma antigua de liturgia, es demasiado rígida o inmutable para los jóvenes. ¡Que el antiguo rito inmutable sea anatema!

Cuadragésima sexta razón: La Iglesia actual quiere dialogar con el mundo moderno y abrirse al diálogo interreligioso. La Misa Tradicional, con su carácter más cerrado y tradicional, no está en fase con esta apertura a otras creencias. ¡Que sea anatema el rito antiguo que no se abre al diálogo interreligioso!

Cuadragésimo séptima razón: La liturgia moderna pretende eliminar las barreras entre lo sagrado y lo profano. La Misa Tradicional, con su énfasis en lo sagrado y lo misterioso, refuerza estas distinciones para los jóvenes que prefieren un enfoque más integrado de la espiritualidad. ¡Que el antiguo rito que erige barreras sea anatema!

Cuadragésimo octava razón: Los jóvenes aprecian una liturgia que les implique emocional y espiritualmente. La Misa Tradicional carece de expresiones espontáneas como abrazos y aplausos. ¡Que el antiguo rito, poco emocional, sea anatema!

Cuadragésimo novena razón: La liturgia moderna fomenta un acercamiento más inclusivo y accesible a la fe. La Misa Tradicional, aunque preciosa para algunos fieles, está excluida de los fieles que no conocen a Cristo. ¡Que sea anatema el rito antiguo que no es accesible a los que no conocen a Cristo!

Quincuagésima razón: La liturgia moderna pretende hacer la fe católica más pertinente para los hombres de hoy. La Misa Tradicional es demasiado fija e inflexible. ¡Que el rito antiguo, demasiado fijo, sea anatema!


Al leer estas 50 razones, todas ellas tan sinceras como genuinas, cualquier católico de buena fe, cualquier hombre de buena voluntad, no puede sino inclinarse ante quienes trabajan con celo sin límites para intentar acabar con una Misa que ha causado tanto daño a las almas y a la Iglesia durante tantos siglos...