“Mi alma ha madurado en el crisol de las pruebas exteriores e interiores. Ahora como la flor fortalecida por la tormenta, levanto la cabeza y veo que se hacen realidad las palabras del salmo XXII: 'El Señor es mi Pastor, nada me falta”
DISPOSICIONES PREVIAS:
A partir de la Gracia de Navidad de 1886 Teresita comenzó a ser una nueva persona: “En poco tiempo Dios supo sacarme del estrecho círculo en el que yo daba vueltas y vueltas sin acertar a salir. Mi espíritu, liberado ya de los escrúpulos y de su excesiva sensibilidad comenzó a desarrollarse”. Teresita estaba descentralizada de su yo y situada más allá de los límites de su naturaleza (todo lo somático y corporal).
Comenzó un camino de crecimiento: conocimientos en el saber de las ciencias, y también lecturas espirituales (saber del espíritu) que le marcarían, como las charlas del abate Arminjon sobre el fin del mundo presente y los misterios de la vida futura. Todo ello dilató extraordinariamente su ser más profundo hasta encontrar el sentido personal de su existencia: “Quería amar, amar apasionadamente a Jesús y darle mil muestras de amor mientras pudiese…”.
Manifestó una apertura interior hacia la relación, la amistad: “Celina se había convertido en la confidente íntima de mis pensamientos. Desde la noche de Navidad ya podíamos comprendernos: la diferencia ya no existía, pues yo había crecido en estatura, y sobre todo en gracia”. Teresita se situó en un conocimiento más elevado que es el de la amistad, que corresponde al hábito innato de sabiduría de la persona, a su intimidad.
La armonía de su ser se manifestó en la práctica del bien sin luchas ni tensiones: “La práctica de la virtud se nos hizo dulce y natural. ¡Qué fino y transparente era el velo que ocultaba a Jesús de nuestras miradas… No había lugar para la duda, ya no eran necesarias la fe ni la esperanza: el amor nos hacía encontrar en la tierra al que buscábamos”.
“El camino por el que iba era tan recto y luminoso que no necesitaba más guía que a Jesús”. En el centro de la persona de Teresita había unos focos de luz crecientes en diversas dimensiones: hacia dentro en la compresión de su ser íntimo, hacia los demás en la vivencia de la amistad, y hacia Dios también como experiencia de relación y conocimiento del sentido personal del destino, su destino o misión en la vida.
“Porque yo era débil y pequeña, se abajaba hasta mí y me instruía en secreto en las cosas de su amor. Si los sabios que se pasan la vida estudiando hubieran venido a preguntarme, se hubieran quedado asombrados al ver a una niña de catorce años comprender los secretos de la perfección, unos secretos que toda su ciencia no pueden descubrirles a ellos porque para poseerlos es necesario ser pobre de espíritu...”
Estas últimas palabras las escribió Teresita en 1895, siendo monja carmelita descalza. Las citas anteriores reflejan una Teresita muy madura, libre de sí, feliz y fecunda en sus manifestaciones, distinta de la niña enfermiza de antaño. Son los frutos de la Gracia de Navidad y de la renuncia de Teresita a vivir desde los límites de su naturaleza para trascender a todos los conocimientos innatos de que dispone toda persona, que nos capacitan para advertir el cosmos, alcanzar las personas y conocer a Dios.
DATOS BIOGRÁFICOS ANTERIORES:
* 1 de mayo de 1887: Su padre, el señor Martín tuvo un primer ataque de parálisis, con una hemiplejía parcial importante. En marzo de ese año su hija mayor, María, había tomado el hábito de Carmelita Descalza. Su segunda hija, Paulina, ya era monja profesa en el mismo convento, y su tercera hija, Leonia, había entrado precipitadamente en las Clarisas de Alencón el año anterior. No es de extrañar las fuertes emociones de este hombre en la entrega a Dios de sus tres hijas mayores. Cuando la emoción de separación es más profunda y dolorosa se siente en la piel que está pegada a los huesos donde están adheridos los músculos. Al padecer una parálisis, la movilidad está rota por una afectación en los nervios que unen el cerebro con el resto del cuerpo a través de la médula espinal.
“¡Teresa, mi reinecita, entró ayer en el Carmelo…! Sólo Dios puede exigir tal sacrificio…No me tengáis lástima, pues mi corazón rebosa de alegría”. Palabras del Sr. Martín a sus amigos de Alençon.
Teresita vivía aún con su padre en la casa familiar de los Buissonnets. Asombraba su estado saludable manifestado en su comportamiento y espíritu abierto a lo bello, lo amable y grande. La vida tenía otro color a sus ojos. No decía una palabra acerca de la dolencia de su padre.
*29 de mayo. Pentecostés: Teresita obtuvo el permiso de su padre para entrar al Carmelo a los quince años.
En este tiempo encontramos a una Teresita resolutiva y con una fuerte determinación en su voluntad. El haber encontrado su ideal le dio un ánimo y libertad admirables: “…la llamada divina era tan apremiante, que si hubiera tenido que pasar por entre las llamas, lo habría hecho por ser fiel a Jesús…” (MsA V,49v)
Resistió a sus propias luchas interiores inherentes antes de exponer su petición a su padre. Tenía fortaleza y hablaba aun a través de las lágrimas, por encima de su naturaleza, defendiendo su causa con valentía: “¿Cómo hablarle de separarse de su reina, a él que acababa de sacrificar a sus tres hijas mayores…? ¡Cuántas luchas interiores no tuve que sufrir antes de sentirme con ánimos para hablar…! Sin embargo, tenía que decidirme. Porque el año anterior había recibido “mi gracia” (Ms AV, 50r).
“…Pero yo defendí tan bien mi causa, que papá, con su modo de ser sencillo y recto, quedó pronto convencido de que mi deseo era el de Dios; y con su fe profunda, me dijo que Dios le hacía un gran honor al pedirle así a sus hijas”. Seguramente el Sr. Martin ya se esperaba la partida de la última de sus hijas, pero en su frágil estado de salud el impacto fue más fuerte.
Recibió la florecilla blanca de manos de su padre que recordará siempre como imagen de ella misma. La flor simboliza la feminidad y el color blanco, la pureza o virginidad.
Teresita resistió incluso a los sentimientos de noche espiritual a raíz de la negativa de su tío Guérin: amargura, enorme tristeza. “Martirio sumamente doloroso”. ”Me encontraba en un triste desierto, o, mejor, mi alma parecía un frágil esquife, abandonado sin piloto a merced de las olas tempestuosas…” “noche profunda… ¡como si el mismo Dios me hubiera abandonado…!” Fortaleza espiritual admirable debido a su gran confianza en Dios: “Lo sé, Jesús estaba allí, dormido en mi barquilla…”.
Teresita fue capaz de vencer su timidez ante la audacia de hablar para solicitar su entrada en el Carmelo a los quince años ante el obispo de Bayeux y el mismo Papa León XIII: “la confianza llenaba mi corazón”.
Nuevas dificultades, reveses, oscuridad de la fe, y finalmente, permiso concedido por la autoridad eclesiástica en diciembre (1887) y atrasado por las mismas carmelitas para después de la cuaresma (1888 ): “al pensar en una espera tan larga, no pude contener las lágrimas”. A pesar de todo demostró un gran dominio de sus emociones pues no se quedó anclada en su sensibilidad sino que recapacitó enseguida, se restauró emocionalmente manifestándose incluso creativa para afrontar ese tiempo de espera: “…en doblegar mi voluntad, siempre a salirse con la suya; en callar cualquier palabra de réplica; en prestar pequeños servicios sin hacerlos valer; en no apoyar la espalda cuando estaba sentada, etc., etc…Con la práctica de estas naderías me fui preparando para ser la prometida de Jesús, y no sabría decir cuán dulces recuerdos me ha dejado esta espera…” (Ms A VI, 68v)
DATOS BIOGRÁFICOS EN EL CARMELO:
* 9 de abril de 1888: Entrada en el Carmelo: “Mi emoción no se tradujo al exterior”.
Madura y realista en el comienzo de su vida religiosa : “¡Las ilusiones! Dios me concedió la gracia de no llevar NINGUNA al entrar en el Carmelo. Ningún sacrificio me extrañó. Y sin embargo... mis primeros pasos encontraron más espinas que rosas... Sí, el sufrimiento me tendió sus brazos, y yo en arrojé en ellos con amor...” Esta cita nos da el tono psicológico y espiritual de su persona. Desde aquí hay que entender lo que supuso su andadura en el convento.
Relaciones personales dolorosas : “...nuestra Madre estaba enferma con frecuencia y tenía poco tiempo para ocuparse de mí. Sé que me quería mucho y hablaba muy bien de mí. Sin embargo, Dios permitió que, sin darse cuenta, fuese MUY DURA” (Ms. A VII, 70v). “La florecita trasplantada a la montaña del Carmelo tenía que abrirse a la sombra de la cruz”.
“… Reza por esta cañita tan débil que está en el fondo del valle; el menor soplo la hace doblarse” (Carta 49 a su hermana María encargada de guiarla en sus primeros pasos en la vida carmelitana)
“Sí, yo deseo esas angustias del corazón, esos alfilerazos... A la cañita no le importa en absoluto el doblarse, no tiene miedo de romperse, pues ha sido plantada al borde de las aguas; en vez de quedarse allí en el suelo, cuando de dobla, sólo encuentra una onda bienhechora que la fortalece y le hace desear que una nueva tormenta vuelva a desatarse sobre su frágil cabeza. Toda su confianza reside en su debilidad, y no puede quebrarse porque, le ocurra lo que le ocurra, sólo quiere ver en ello la mano de Jesús…” (Carta 55 a su hermana Inés de Jesús)
Alfilerazos en el sentido de fuertes indelicadezas de trato, mal trato, por parte de algunas hermanas.
Firmaba sus cartas como “el granito de arena”; “pobre grano de arena”; “juguetito de Jesús”.
* 23 de junio de 1888: Fuga del Sr. Martín. Fue encontrado en El Havre. “ …nuestras amarguras del mes de junio. Esos recuerdos han quedado demasiado grabados en el fondo de nuestros corazones…. ¡Cuánto sufrimos… Y aquello no era más que el principio de nuestra tribulación… Entretanto, había llegado la fecha de mi toma de hábito”.
“…sufro mucho, pero creo que puedo soportar todavía mayores sufrimientos” (Ms. A, VII, 73v).
Por ese tiempo tomaba un vino reconstituyente que su padre le enviaba. Parecía que sólo necesitaba una ayuda para su estómago. Recordemos que esta pequeña afección la sufriría desde pequeñita. No se conocía ninguna enfermedad propiamente.
En noviembre su padre sufrió un nuevo ataque de parálisis: “Te aseguro que tu Reinecita estuvo muy preocupada…Tu Reinecita está siempre a tu lado con el corazón…el cariño se agranda cuando se ha sufrido tanto…” (Carta 66). Recordamos los términos usados en sus primeras cartas a su padre: “Mi querido Rey”; “papaíto querido”; “querido Rey mío”; “mi incomparable Rey”.
* 10 de enero de 1889 (16 años): Toma de hábito, atrasada por el estado de salud de su padre. Asistió el Sr. Martín. “...fue el triunfo de mi rey. Yo lo comparo a la entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos. Su gloria de un día, como la de nuestro divino Maestro, fue seguida por una pasión dolorosa, y esa pasión no fue sólo para él. Así como los dolores de Jesús atravesaron como una espada el corazón de su divina Madre, así también se desgarraron nuestros corazones ante los sufrimientos de aquel a quien más tiernamente amábamos en la tierra ...”.
* 12 de febrero (al mes después de la toma de hábito): El Sr. Martin sufrió una serie de alucinaciones preocupantes. Fue ingresado a una casa de salud de Caen. “No sospechaba entonces los (sufrimientos) que Dios me tenía reservados… No sabía que el 12 de febrero… nuestro padre querido bebería el más amargo, el más humillante de todos los cálices…” “¡¡¡No, ese día ya no dije que podía sufrir todavía más…!!!” “Mi deseo de sufrir se vio colmado”
Las razones de Teresa en su aceptación y amor al sufrimiento sólo se explican desde la fe: del deseo de complacer a Jesús y conformarse a Él en todo: “el sufrimiento es lo que más nos asemeja a Él” (Carta 59) y su deseo de salvar almas. Por eso resistió los embates de estos acontecimientos dolorosos de la enfermedad de su padre querido pues exteriormente no tenía manifestaciones somáticas de enfermedad.
“Mi alma también participó en los sufrimientos de mi corazón. La secuencia se hizo mi pan de cada día. Mas aunque estaba privada de todo consuelo, era la más feliz de todas las criaturas, pues veía cumplidos todos mis deseos...”
Admira la gran armonía en la unidad de su ser: naturaleza, sus manifestaciones corporales, corazón, alma y espíritu.
* 8 de septiembre de 1890. Profesión religiosa de Teresa (17 años): Agregó a su nombre: de la Santa Faz. (Resonancias espirituales profundas acerca del Siervo sufriente del Libro de Isaías).
* 24 de septiembre de 1890: Toma de velo. Ceremonia en el exterior de la capilla. Profunda decepción.
“¿Cómo decirte, Celina, lo que está pasando dentro de mi alma…? Se siente desgarrada, pero sé que esta herida está hecha por una mano amiga, ¡por una mano divinamente celosa… Tú sabes muy bien cómo deseaba volver a ver esta mañana a nuestro papá querido. Pues bien, ahora veo claramente que la voluntad de Dios es que no está aquí… Jesús me quiere huérfana, quiere que yo esté sola con él solo para unirse más íntimamente a mí … Apenas puedo sostener la pluma… La prueba de hoy es un dolor difícil de entender. Ves que se te ofrece una alegría, que es una alegría posible, una alegría natural, adelantas la mano…y no puedes coger ese consuelo tan deseado…” (Carta 120) Teresita sufría extremadamente en su corazón: heridas, desgarro, orfandad. Su tío Guérin se opuso al proyecto de Celina de llevar al Sr. Martín al Carmelo debido a su arriesgado estado de salud. Enseguida lo acepta y siente paz: “Celina, aceptamos de buen grado la espina que Jesús nos ofrece…¡Si al menos pudiese comunicarte la paz que Jesús ha infundido en mi alma en lo más recio de mis lágrimas!” (Carta 120)
Verdadera conmoción interior. Resistía gracias a la fe y al apoyo afectivo como confidente en su hermana Celina.
“El 24 tuvo lugar la ceremonia de mi toma de velo. Fue un día totalmente velado por las lágrimas...Papá no estaba allí para bendecir a su reina...El Padre (Pichon) estaba en Canadá... Monseñor, que iba a comer en casa de mi tío, estaba enfermo, y tampoco vino. Todo fue tristeza y amargura... Sin embargo, en el fondo del cáliz había paz, siempre la paz...” (Ms A VIII, 77v)
Octubre de 1890: Celina tiene episodios cardíacos de salud.
* 23 diciembre 1891 (18 años): Teresa soñaba con el corazón de la Madre Genoveva, Fundadora del Carmelo de Lisieux. “A ti te dejo mi corazón” (Ms A VIII, 79r). De ella había recibido siempre muchos consuelos y su recuerdo era para ella imborrable. Los sueños reflejaban muy bien el interior de la persona: El lenguaje simbólico del inconsciente pues la razón está anulada durante el sueño. Revela siempre un mensaje. En ese caso podemos suponer con probabilidad el deseo de Teresita de ser consolada.
Teresita soñaba normalmente con bosques (es la autoridad, su padre); con flores (feminidad); arroyos, mar (el agua ha sido siempre en la mitología signo de la profundidad, del mundo interior); cazando mariposas y pájaros (búsqueda de la trascendencia, de lo eterno)
* 10 de mayo de 1892 (19 años): El Sr. Martin, enfermo, es llevado de vuelta a Lisieux. “No acierto a expresarle, querida tía, lo feliz que me siento cuando pienso que mi querido papaíto está con ustedes, rodeado de cariño y de cuidados”. (Carta 146)
12 de mayo: Última visita del Sr. Martín al Carmelo. Sus únicas palabras: “al cielo”.
* 3 agosto: El P. Pichón propone a Celina un proyecto de vida apostólica en Canadá. Teresita tenía el corazón desgarrado. “¡¡¡Tengo el corazón destrozado…!!!” (Carta 168)
* 20 de febrero de 1893 (20 años ): Elección de la madre Inés como priora. “¡Qué dulce es para mí poder darte ese nombre…! Hace ya mucho tiempo que tú eres mi madre. Pero ese dulce nombre sólo en el secreto de mi corazón se lo daba yo a quien era a la vez mi ángel de la guarda y mi hermana. Hoy, Dios te ha consagrado…Hoy tú eres verdaderamente mi Madre y lo serás para toda la eternidad… Sí, ¡qué hermoso es este día para tu hija…!” (Carta 140). Este fue un importante acontecimiento de gran resonancia en la sensibilidad de Teresita (Alivio). “Y desde el día bendito de tu elección, Madre querida, sí, desde ese día volé por los caminos del amor… Ese día, ¡Paulina pasó a ser mi Jesús viviente…y se convirtió por segunda vez en mi mamá…” (Ms. A, VIII,81r). Recuperó la figura materna.
* 1894 (21 años): Teresa comenzó el ayuno de la Regla. Desayuno: nada por la mañana; comida a base de sopa, pescado o huevos/ legumbres abundantes/ postre (queso o frutas); cena o colación con pan tasado, mantequilla o queso, frutas o confituras. Nada caliente (ni sopa ni caldo).Teresita sí había observado todos esos años la abstinencia de carne.
Primavera 1894: Comenzó a sufrir de la garganta. Primeros síntomas de la enfermedad. Dos años antes de su hemorragia pulmonar, sor Teresa del Niño Jesús fue atacada por un dolor persistente de garganta (por cierto que tenía muy delicada la garganta y sufría de ella con frecuencia).
Junio: Voz tomada y dolor de pecho.
1 de julio: Consultó al Dr. Francis la Néele, su primo político. No la auscultó.
Julio: “Sor Teresa del Niño Jesús no está peor, pero continúa con sus horas de dolor de garganta; le sobreviene por la mañana y por la tarde hacia las ocho y media, además está un poco ronca. En fin, la cuidamos lo mejor que podemos” (Carta de la Madre Inés a Celina).
La garganta en la simbología usada en la medicina de la persona (Palingenesia) es referencia siempre a una emoción de “algo que no se quiere o no se puede tragar”.
El dolor en el pecho es una dolencia que Teresita siempre tuvo en menor o mayor grado “Mi Teresita está enferma, estoy preocupada. Sufre frecuentes resfriados que le causan opresión” (Carta de Celia 8/01/1877 ).
29 de julio: Muerte de su padre.
El 2 de agosto, Celina reveló a sus hermanas el proyecto fundacional del P. Pichon en Canadá. Fuerte indignación unánime. No se dio cuenta.
14 de septiembre: Entrada de Celina en el Carmelo. Teresita estaba radiante de felicidad después de incomprensiones y reveses comunitarios. “Pero mi deseo más entrañable, el mayor de todos, el que nunca pensé que vería hecho realidad, era la entrada de mi Celina querida en el mismo Carmelo que nosotras… Vivir bajo el mismo techo, compartir las alegrías y las penas de mi compañera de infancia me parecía un sueño inverosímil” (Ms. A, VIII 82r).
10 de octubre: Ronquera preocupante de Teresita. Tose. Consejos del Dr. La Néele.
Otoño: Encuentra en los cuadernos de Celina textos de la Escritura decisivos para su “caminito”.
Diciembre: La madre Inés le manda que escriba sus recuerdos de infancia.
* 1895 (22 años): Año de la redacción del Manuscrito A.
Abril: “En el mes de abril de 1895 me hizo esta confianza: Moriré pronto… Cuando sor Teresa hablaba así, gozaba de una perfecta salud” (Testimonio de Sor Teresa de San Agustín. Procesos).
9 Junio: Ofrenda al Amor Misericordioso durante la Misa: “Este año, el 9 de junio, fiesta de la Santísima Trinidad, recibí la gracia de entender mejor que nunca cuánto desea Jesús ser amado”.
20 de julio: Leonia sale de la Visitación. Tercer intento frustrado.
* 10 de enero de 1896 (23 años): Teresita entrega el Manuscrito a la Madre Inés por su santo, que lo guarda sin leerlo.
Cuaresma: “Dios me concedió el consuelo de observar los ayunos de cuaresma en todo su rigor. Nunca me había sentido tan fuerte, y mis fuerzas se mantuvieron hasta Pascua” (Ms A, X, 5r)
Abril: Viernes Santo. Noche del 2 al 3: Primera hemoptisis nocturna que se repite a la noche siguiente. “El 4 de abril de 1896, después de una cuaresma en que había llevado toda la observancia, se vio acometida por hemorragias pulmonares. Acosada a preguntas, confesó haber sufrido mucho de hambre durante toda la cuaresma, por la noche, después de maitines. Creía que todas sufrían de igual modo a causa del ayuno. Le había salido una gruesa landre en el cuello, que el médico atribuyó a su extrema debilidad” (Cuaderno verde I, p.1) Una landre es un tumor del tamaño de una bellota, que se forma en los parajes glandulosos como el cuello, las axilas y las ingles.
“No se le permitió a un doctor auscultarla más que pasando la cabeza por la rejilla del oratorio. No pudo darse perfecta cuenta, y declaró que no había sido nada grave, que tal vez se le había roto algún pequeño conducto en la garganta, o que incluso, su accidente, sin ella se apercibiese, había provenido de la nariz” (C V. I, p.1)
“Me hizo prometer secreto sobre este triste acontecimiento (que ella llamaba ¡feliz!), para no afligir a la Madre Inés de Jesús…. La priora Madre María de Gonzaga, la hizo auscultar primero por el Dr. La Nèele, quien concedió importancia a este grave accidente, lo cual no impidió que fuera cuidada como se hubiera podido hacer” (Sor María de la Trinidad. Cuaderno rojo, pp. 64 y 97-98)
Pascua: Noche de la fe: “…la tormenta rugía muy fuerte en mi alma”… “¡qué extrañada se quedaría mucha gente si la prueba que desde hace un año vengo sufriendo apareciese ante sus ojos…!” (Ms C, X 4v, 1896) “las más densas tinieblas”.
Mayo: Sueño. La Venerable Ana de Jesús, Fundadora del Carmelo en Francia. (En el sueño es tiernamente amada con sonrisa y mirada de amor; es confirmada en su camino espiritual por el amor y la confianza: “Dios no te pide ninguna otra cosa. Está contento, ¡muy contento…!”. (Ms B, IX 2v).
Julio: Leve mejoría de sus tos seca y persistente. Reconstituyentes y sobrealimentación que le provocan indigestiones. Visita del Dr. De Cornière que “después de haberme honrado con una mirada, declaró que tenía buena cara” (Cta 192).
Septiembre: Redacción del Manuscrito B (segunda y primera parte). Fatiga, opresión, adelgazamiento y tos.
Noviembre: Mejoramiento que hace posible pensar por un momento en la partida de Teresa al Carmelo de Hanoi. La Comunidad hace una novena al Teófano Vénard para obtener su total curación. “En aquel entonces yo volvía a acudir a todos los actos de comunidad, incluso a los maitines. Pues bien, justamente durante la novena me puse otra vez a toser, y desde entonces voy de mal en peor” (CA 27.5.10). La Comunidad acostumbrada a los largos accesos de tos de Teresa no se intranquilizó, pues conocía la debilidad de su garganta. Como Teresita no se quejaba nunca, la priora le permitió seguir todos los actos de la vida conventual, desde el oficio divino en el coro hasta los fuertes trabajos de la colada.
Diciembre: Le aplican un vejigatorio, un medicamento, que aplicado a la piel, determina una secreción serosa, provocando un levantamiento de la epidermis. Es doloroso y deja una huella y una quemadura.
* Año 1897 (24 años): “Espero irme pronto allá arriba” (Carta 120 a Madre Inés)
Enero: “Su pecho delicado nos preocupa seriamente” (escribe sor Genoveva)
Marzo: Comienza la Cuaresma. Teresa intentaba ayudar. “En la última cuaresma, el año de su muerte, cuando ya estaba muy enferma, la Madre María de Gonzaga, para mitigarle el ayuno, la hacía tomar por la mañana un trocito de chocolate, pero ella, para atenuar esta dulzura, se metía en la boca, inmediatamente después, un trocito de madera de genciana. Ocultaba cuidadosamente esta mortificación, que yo no descubrí sino valiéndome de un ardid” (Sor María de la Trinidad, Cuaderno rojo).
Recaída definitiva: Gravemente enferma.
Abril: Las cartas familiares detallan: “fiebre todos los días a las tres”; “indigestiones todos los días”; “tos que no cede”; “expectoraciones de sangre”. Le aplican vejigatorios.
Mayo: Tose mucho. Accesos de fiebre. Remedios con jarabe, calmantes, vejigatorios. Libre de las recreaciones comunes y de todo oficio trabaja en la costura hasta junio.
Junio: Vivos dolores de costado. Agotada. Vomita la comida. Ataques de tos. Progreso rápido de la enfermedad. Angustias como si fuera a morir. Estado de debilidad. Falta total de apetito. Toma jarabes, vino de Séguin, bebida tónica; atropina; agárico blanco (para combatir los sudores nocturnos). Régimen lácteo.
Pasea por el jardín. Posa largamente para ser fotografiada por Celina (sor Genoveva)
Redacción del Manuscrito C.
Julio: Grave reaparición de las hemoptisis. Recetan ergotina. Pancreatina para facilitar la digestión de la leche pues la devuelve. Debilidad extrema. Se levanta todavía dos horas.
8 de julio: Confesión con el abate Youf. Se la instala en la enfermería. Fiebre alta. Ahogos (aspira éter). Diarrea. Manos adelgazadas. Dolores de costado. Dolor de estómago y en todos sus miembros. El pulmón derecho está destrozado, con varias cavidades.
Desolación de la Comunidad. Se coloca en la enfermería “la Virgen de la sonrisa”.
30 de julio: Se piensa que no pasará la noche. El Sr. Maupas le administra la Unción de los enfermos y la Comunión. Teresa se muestra jovial. Hemoptisis continua. Encendida en fiebre. Tratamiento con hielo.
Agosto: Grandes sufrimientos: “El sufrimiento exterior añadido a las pruebas del alma” (A sor Genoveva). Pesadillas espantosas durante la noche. Sudores nocturnos. Violentos dolores de costado, en la espalda y brazo derecho. Cesan las hemoptisis. El Dr de Cornière sale de viaje.
15 de agosto: El costado izquierdo se hace asiento de un dolor agudo. A los dos días es llamado el Dr. La Néele. Comprueba que la tuberculosis ha llegado al último grado: el pulmón derecho está perdido y una tercera parte del izquierdo tomada. Prescribe calmantes para los dolores intercostales. Teresa no puede moverse, tose durante horas, lo cual le ocasiona grandes dolores de cabeza. Adelgaza mucho. Los huesos le atraviesan la piel. Se desfallece ante el ruido más mínimo.
30 de agosto: Terribles dolores intestinales. Se teme la gangrena. “Es para volverse loca”. Ruega que no dejen a su alcance medicamentos tóxicos. Llaman al Dr. La Nèele: “Es horrible lo que la enferma padece”.
Septiembre: Sufrimientos atroces. El día 5 la visita el Dr. La Néele por última vez. Ya no tiene fuerzas para hacer la señal de la cruz. Se le hinchan los pies. Ahogos. Opresión, muy pálida.
22 de septiembre: Ya no puede hablar. Esputos purulentos.
29 de septiembre: Agonía. Estertor muy penoso, se ahoga. La Comunidad entorno a su lecho reza las preces de los agonizantes.
30 de septiembre: Muerte de Teresita. Era velada por la noche por su hna María y Genoveva. Estaba sumida en angustias indecibles. Las asombró incorporándose en su cama. A las 4:30 de la tarde, la Madre Inés le dio jarabe de morfina. Media hora más tarde ya no hablaba. Tuvo un estertor terrible durante dos horas. Daba pequeños gritos. Su rostro y manos estaban congestionados. Mostraba una rojez violácea. Sus pies estaban helados. Su sudor era abundante. Su boca estaba seca. Sonreía a su hermana Genoveva. Su opresión era creciente. A las 7 de la tarde su respiración se tornó más débil. Se despidió de la Comunidad presente. Se quedó la Madre María de Gonzaga con las tres hermanas de Teresita. “Madre ,¿no es esto aún la agonía? ¿no me voy a morir?” “Sí, pobrecita mía es la agonía, pero tal vez Dios quiera prolongarla algunas horas”. “Pues bien, ¡adelante, adelante, adelante! No quisiera sufrir menos tiempo. Mirando al crucifijo: ¡te amo! ¡Dios mío, te amo!”. Cayó sobre las almohadas con la cabeza inclinada hacia la derecha. Se convocó aprisa a la Comunidad. Teresita levantó los ojos al cielo; con una mirada brillante por espacio de un credo. Su cara tenía un color de azucena por sí misma, lanzó algunos suspiros y expiró.
Imposible padecer tanto con tanto valor y entereza si no se ha vivido intensamente desde una convicción y conocimiento personal muy superiores que trasciende a la persona a una dimensión espiritual creciente hasta la máxima plenitud. Plenitud cristiana o santidad. Manifestación clara de una vida entendida como donación de amor total: el don total de su persona.
La naturaleza de Teresa era débil desde la cuna. Conocemos sobre sus frecuentes catarros. La enfermedad de su padre y las circunstancias ambientales de la época (enfermo mental en una casa de salud) fue de tal calibre y conllevó tal sufrimiento en la sensibilidad de Teresita que podemos pensar que el cúmulo de emociones tan fuertes produjo poco a poco la enfermedad de la tuberculosis pulmonar. Si añadimos además que el bacilo de la tuberculosis fue descubierto por Koch en 1882 cuando Teresa tenía 9 años, es fácil deducir que aún esta enfermedad estaba en proceso de estudio. El fuerte índice de mortandad así lo demuestra sobre todo entre los años 1886 y 1906. Alrededor de 150.000 víctimas anuales entre los 21 y 35 años de edad. Precisamente el departamento de Calvados, en la Normandía francesa era uno de los más afectados, donde estaba ubicada la ciudad de Lisieux. El clima húmedo del lugar y el régimen austero de vida favorecieron sin duda.
La tisis pulmonar como entonces se denominaba era difícil de diagnosticar. La afección aguda en las vías respiratorias podía tratarse como bronquitis, pleuresía, bronconeumonía, laringitis. Sólo la aparición de las hemoptisis hacía sospechar en la tuberculosis. El tratamiento a base de aceite de hígado de bacalao como reconstituyente; la creosota para estimular el apetito y moderar las secreciones bronquiales; los revulsivos como vejigatorios repetidos, cauterios, botones de fuego empleados para combatir la inflamación y congestión; el uso del ácido salicílico para bajar la fiebre; la ipecacuana para contrarrestar la hemoptisis abundante; las inyecciones igualmente subcutáneas de ergotina; el reposo absoluto y las bebidas heladas y aciduladas fue el tratamiento usado por el Dr. de Cornière entre los meses de mayo y julio de 1897. Aunque nunca diagnosticó la tuberculosis sí fue tratada como tal.
Sí que constata la falta de un diagnóstico de auscultación claro. Realmente pienso que se llegó tarde en este aspecto por eso los primeros síntomas de garganta, ronquera, tos, dolor de pecho, persistentes, no fueron vigilados y atacados con presteza, y la enfermedad siguió su curso.
Desde la medicina de la persona (Palingenesia de la persona) podemos deducir el influjo de las emociones sufridas por Teresita sobre todo desde el inicio de la enfermedad de su padre. Teniendo en cuenta además la nueva vida del convento que Teresa abrazó con el consiguiente mundo de relaciones. Los prioratos de la Madre María de Gonzaga y la Madre Inés. El encargo de maestra de novicias pero sin serlo oficialmente, con lo que conllevaba de prudencia y tacto. La propia búsqueda de su camino espiritual (el Caminito) frente a la espiritualidad reinante totalmente diferente.
Teresita sufría en la garganta ronquera y tos. Las manifestaciones corporales reflejaban emociones de algo que le costaba “tragar” y la enmudecía, que se localizaba en la garganta: el modo de proceder severo de la priora al inicio de su entrada en el convento; “los alfilerazos” de algunas hermanas. Y enseguida los ataques de parálisis padecidos por su padre. No digamos lo que supuso su ingreso en la casa de salud de Caen (sin ningún miembro de la familia a su lado, solo y tratado como un demente mental).
Las emociones de “miedo de perder a alguien querido” se localizan en los pulmones, según el método palingenesia de la persona. Ante un dolor físico intensísimo los dolores del costado pueden reflejar la necesidad de “ser acariciado”. La naturaleza sensible corporal se manifiesta en la persona pese a su madurez humana y espiritual. Teresa así lo demostró pues fue capaz en sus atroces sufrimientos de ser jovial, alegre y hasta con un sentido del humor que maravillaba. La máxima plenitud en el máximo dolor.
“Mi alma ha madurado en el crisol de las pruebas exteriores e interiores. Ahora como la flor fortalecida por la tormenta, levanto la cabeza y veo que en mí se hacen realidad las palabras del salmo XXII: 'El Señor es mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas'…” (Ms. A, I,2v)
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
Doctora de la Iglesia